“Parece increíble”, ha sido la reacción este viernes de Didier Seban, abogado de las familias de tres víctimas de François Vérove.
La Justicia francesa ha esclarecido una serie de asesinatos y violaciones que llevaban sin resolver hasta 35 años tras el suicidio a comienzos de esta semana de un antiguo gendarme al que el ADN y una confesión escrita antes de quitarse la vida han acabado delatando.
“Parece increíble”, ha sido la reacción este viernes de Didier Seban, abogado de las familias de tres víctimas de François Vérove, sobre el que pesan ahora más que serias sospechas de que pudo estar implicado en cuatro asesinatos y seis violaciones entre 1986 y 1994 en la región de París.
De entrada, la Fiscalía ha explicado en un comunicado que en varias investigaciones su huella genética se corresponde con la que se había encontrado en las escenas del crimen.
Vérove, que tenía 59 años y vivía en el sur de Francia, había recibido el 24 de septiembre una convocatoria para ser interrogado el pasado miércoles.
Los investigadores privilegiaban la pista de que el autor de cinco crímenes podría haber sido gendarme en el momento de los hechos, habían conseguido identificar un ADN al que buscaban poner un nombre y decidieron hacer un cribado sobre 750 potenciales sospechosos.
Pero Vérove no se presentó. El lunes su mujer denunció que no tenía noticias suyas y el miércoles lo encontraron muerto en Grau-du-Roi, cerca de Montpellier. Se había suicidado y había dejado una carta donde confesaba sus crímenes.
“Vamos a pedir a la Justicia que siga investigando para saber si ha podido tener cómplices y para determinar el número de víctimas que pudo causar”, ha señalado en una entrevista a la emisora de radio France Info Seban, que ha insistido en que “las familias deben tener respuestas”.
Antes de ser identificado, los investigadores lo llamaban “le grelé”, en referencia a la cara picada por las cicatrices del acné que habían podido ver algunas de sus víctimas y que aparecía en el retrato robot que durante años estuvo colgado en muchas comisarías del país.
François Vérove había sido gendarme motorista en la Guardia Republicana entre 1983 y 1988 y luego se reconvirtió en policía, también en una brigada motociclista en Marsella y luego en Montpellier. Había militado en un sindicato policial, pero ya llevaba varios años jubilado.
Estos últimos años se había implicado en la gestión municipal de la localidad de Prades-le-Lez, cerca de Montpellier, donde fue elegido concejal.
Según los extractos filtrados por la prensa, en el escrito que dejó al suicidarse afirma que “desde 1997” había abandonado su actividad criminal, lo que siembra dudas, ya que el último hecho que se le atribuye data de 1994.
De hecho, relaciona ese giro en su vida con el momento en que conoció a su mujer, con la que ha tenido dos hijos, a los que dirige su carta.