Miles de personas se manifiestan en una decena de ciudades a los dos días de las elecciones.
Estados Unidos vivió este jueves el segundo día de manifestaciones contra Donald Trump, el futuro presidente del país. Miles de personas, muchas de ellas estudiantes, se manifestaron contra la victoria electoral del candidato republicano en una decena de ciudades, como Washington, Nueva York, Minneapolis, Denver y San Francisco.
La mayoría de protestas fueron pacíficas, pero hubo algunos actos de desobediencia civil, como el corte de una autopista en Los Ángeles y de calles en Oakland y Baltimore, donde hubo dos detenciones.
En un mensaje en Twitter, Trump criticó las protestas. “Manifestantes profesionales, incitados por los medios, están protestando. Muy injusto”, escribió, en un retorno, aunque más moderado, a su hábito durante la campaña de lanzar críticas en las redes sociales.
Los edificios del magnate en Nueva York y Washington fueron el destino de los manifestantes, que temen un retroceso de derechos en la nueva presidencia dada la retórica antiinmigración del republicano durante la campaña o las acusaciones sexuales en su contra.
La policía instaló vallas de seguridad en los alrededores del nuevo hotel del multimillonario neoyorquino en la capital estadounidense, ubicado a tres cuadras de la Casa Blanca.
Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York y asesor de Trump, calificó a los manifestantes como “mimados llorosos”. El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo que el presidente Barack Obama, que hizo campaña contra Trump, respeta el derecho a protestar pacíficamente.
Tras una campaña polarizadora y divisiva, el temor es que la tensión de los críticos con Trump no se disipe pese a la voluntad de Obama y la candidata demócrata Hillary Clinton de que la transición, tras las elecciones del martes, esté exenta de incidentes.
Un centenar de personas marcharon desde la Casa Blanca hasta el hotel de Trump, ubicado en la avenida por la que transitará el magnate inmobiliario, el próximo 20 de enero, en el tradicional recorrido que hace el presidente una vez ha jurado el cargo en las escaleras del Capitolio. Los manifestantes coreaban el lema: Love trumps hate, que usaba la campaña de Clinton en un símil al apellido Trump y que significa que el amor supera al odio.
Unas horas antes, las diferencias políticas entre Trump y Obama se visualizaron dentro y fuera de la Casa Blanca. Mientras el presidente saliente y el entrante se reunían al mediodía en el Despacho Oval, varias decenas de personas, la mayoría en contra de Trump pero también algunas a favor, se congregaron a las puertas de la residencia.
La plaza ubicada frente a la Casa Blanca fue un reflejo de la brecha que ha abierto la pugna electoral entre Trump y Clinton. Partidarios y detractores de Trump, de distinto género y raza, intercambiaron opiniones. Para unos el republicano, representa una amenaza a la diversidad de EE UU. Para otros, una oportunidad para un nuevo impulso. Fue un debate civilizado con argumentos sólidos y disposición al diálogo. En ese microcosmos, pareció cumplirse el deseo de Obama y Clinton de llevar a cabo un traspaso de poder calmado que deje atrás la tensión de la campaña.
Olivia Emerald, de 24 años, viajó 15 horas en autobús desde Maine porque sentía que tenía que hacer “algo” tras la victoria del candidato republicano. Llevaba una pancarta que rezaba: Rechazo respetuosamente Donald Trump como mi presidente. Emerald esgrimía que los valores de Trump contradicen los de EE UU. “Representa racismo, sexismo, ese terrible olor a odio”, decía la joven, que desconfía de que Trump se modere como presidente. “Sabemos cómo es”, lamentaba.
A un par de metros, Rachad Malik, de 22 años, apoyaba a Trump. Le votó el martes porque cree que traerá “puestos de trabajo” a EE UU y no es un político. Malik, que es negro y musulmán, decía que no se siente incómodo con la propuesta del presidente electo de vetar, por motivos de seguridad, la entrada de extranjeros musulmanes al país. “No estoy muy preocupado. Tenemos que tomar medidas”, decía.