La viuda de Dardo Molina, Silvia Juárez, habló esta mañana en la 99.9. Se refirió a las promesas que el intendente Pulti le hizo sobre futuros trabajos que nunca se cumplieron. “Salí de la Municipalidad el viernes llorando de la bronca y la impotencia que generó la situación, no se me escucha”, agregó.
Las víctimas del delito nunca encuentran respuesta a sus necesidades. No lo logran cuando suceden los hechos delictivos, y mucho menos cuando los años ya han pasado. Eso es exactamente lo que está viviendo Silvia Juárez, la viuda de Dardo Molina, que contó con la promesa de que le conseguirían un trabajo pero nunca supo nada al respecto. “Es una promesa que no se ha cumplido. Uno de mis hijos está trabajando, pero el resto no. El Intendente me dijo que había averiguado de dónde venían mis hijos y en qué facultades estaban estudiando; y nos prometió que pasara lo que pasara, pensando que mi marido se podía salvar, se los iba a ubicar”, indicó esta mañana en la 99.9.
También destacó que podría haber reclamado antes por un trabajo acomodado, pero no lo hizo: “cuando pasó lo que pasó, no me aproveché de la situación, sino que me propuse abrir el kiosco, no sé ni de dónde saqué fuerzas. Entendí que era el camino para que la gente no se olvide de lo que había pasado. En el juicio, hay muchas cosas que se deben seguir investigando; hay policías involucrados, una causa abierta donde está todo trabado. Fue de conocimiento público que había 8 policías involucrados en la causa de mi esposo, me parecía que era un buen momento para comenzar, por ejemplo, con la policía comunal”.
Si bien uno de los integrantes de su familia ha conseguido trabajo, debió ir a reclamarlo y no alcanza para sostenerse a todos. “Tuve que golpear las puertas para que no se olviden de la promesa y le consiguieran un trabajo a mi hijo, que hoy tiene y le dedica mucho tiempo, pero tiene un sueldo de 3.000 pesos. En el negocio las cosas no dan para más. Mi hija, la más chica, se puso a trabajar conmigo. Ella estaba estudiando y debió cambiar su vida; pero no quiero que esté más conmigo porque tiene que trabajar y estudiar. Tiene 21 años y necesita una oportunidad”, puntualizó Juárez.
El pasado viernes se hizo presente en el Palacio Municipal para que alguien le diera una respuesta. Pero, tal como podía esperarse, nadie la recibió. Intentó tocar las fibras íntimas de la esposa del Intendente, pero no le fue bien: “salí de la Municipalidad el viernes llorando de la bronca y la impotencia que generó la situación, no se me escucha. Pedí hablar con la mujer del Intendente cinco minutos para que me entendiera, quería hablar de mujer a mujer. No tengo obra social, no tengo asistencia psicológica, ni yo ni mi familia. Le ponemos ganas, no nos quedamos en el dolor y la tristeza, queremos salir adelante”.
Después, detalló lo que le dijeron que haga ante el pedido de que la reciba Lucila Branderis: “la señora estaba en una reunión, me atendió su secretario y le dije que esperaba lo que fuera necesario. Me dijeron que ella no da audiencias personales y que le escriba algo. No es lo mismo, pero me senté en un café y me puse a escribir lo que pude como pude. Nadie me llamó, nada”.
Parece que la única manera para dar con una respuesta es haciendo un escrache: “todos me dicen que cómo puedo seguir trabajando ahí, pero no tengo otra opción, no tengo de qué vivir. Tendré que ser noticia y encadenarme en la Municipalidad”. El objetivo de Silvia es empezar nuevamente con su vida: “hay muchas cosas que me sigo callando, y no porque tenga ganas. Pero quiero terminar con todo esto y empezar una nueva vida. Esto no me es grato. Siento que estoy mendigando, que me siguen pisoteando a mí y a mis hijos”.