El abogado platense Lautaro Slpizer logró el sobreseimiento de un hombre acusado falsamente de abuso sexual. El proceso duró más de tres años y dejó consecuencias familiares irreversibles. “No se puede arruinar una vida por una denuncia sin pruebas”, aseguró.

En 2021, un vecino de la ciudad de La Plata fue acusado por su expareja de un supuesto abuso sexual contra la hija adolescente de ella. A partir de esa denuncia, no solo se inició un proceso penal que lo mantuvo bajo sospecha durante más de tres años, sino que también se le impidió ver a su propia hija biológica, de apenas 8 años al momento del hecho. Esta semana, el abogado Lautaro Slpizer confirmó que el juzgado interviniente dictó el sobreseimiento total de su defendido, Néstor, tras la no oposición del fiscal a continuar la causa. “Lo que pasó es muy grave. El daño ya está hecho, y ahora hay que trabajar para recomponer el vínculo familiar”, sostuvo el letrado en diálogo con la 99.9.
El caso presenta numerosas similitudes con el que actualmente enfrenta el médico Pablo Ghisoni, también sobreseído tras una denuncia de abuso de similares características. “La denuncia original tenía contradicciones desde el comienzo: la madre decía que el hecho había ocurrido en un lugar, y la joven en otro. Era un único episodio, no había margen para esa confusión”, explicó Spilzer. Pero lo más relevante fueron las pericias psicológicas: “La de Néstor indicó que no tenía ningún rasgo de personalidad compatible con un abusador, y la de la supuesta víctima descartó cualquier indicio compatible con un abuso sexual”.
Pese a esos elementos, la causa continuó. El abogado relató que el fiscal inicialmente se opuso al sobreseimiento, y que solo en una segunda instancia, tras una nueva fundamentación, desistió de seguir adelante, lo que habilitó al juez a cerrar el proceso penal. “Pasaron nueve meses entre el pedido y la resolución. Nueve meses más de angustia, de estar separado de su hija, sin motivo. Si la fiscalía no tenía interés, ¿por qué se prolongó el sufrimiento?”, cuestionó Spilzer.
El origen del conflicto fue una separación como tantas otras. Néstor abandonó el hogar familiar que ocupaban en una casa prestada, la cual debía ser devuelta. Según Slpizer, fue el pedido de restitución del inmueble lo que desató una serie de represalias por parte de la mujer, incluyendo el inicio de la denuncia. “Hubo maldades que empezaron con el reclamo por la casa, siguieron con el robo de objetos personales cuando se mudó, y escalaron hasta la acusación penal. Todo por una disputa doméstica”.
Aunque la causa penal terminó, el expediente en la Justicia de Familia sigue abierto, y la hija de Néstor continúa sin vínculo con su padre. “Esto es lo más cruel. Se usó una denuncia falsa para separar a un padre de su hija, y aunque se demostró su inocencia, todavía no se restableció el contacto. Estamos esperando que se modifique esta situación”, señaló el abogado.
Slpizer también alertó sobre un fenómeno preocupante: “Se ha abusado del enfoque de género en algunos sectores de la Justicia. Por temor al costo político o por oportunismo, se dictan medidas cautelares sin pruebas mínimas, y eso arruina vidas. ¿Cómo puede ser que para denunciar un robo necesites probarlo, pero para denunciar un abuso alcance con decirlo?”.
En su análisis final, Slpizer destacó la necesidad de repensar el funcionamiento del sistema judicial ante este tipo de denuncias: “Son causas extremadamente sensibles, tanto para las víctimas verdaderas como para los inocentes falsamente acusados. No puede haber lugar para el ‘por las dudas’ cuando hay tanto en juego. La Justicia debe actuar con responsabilidad, porque del otro lado hay personas, hijos, familias”.
El caso de Néstor se suma a una creciente lista de hombres que logran demostrar su inocencia tras años de proceso, pero que enfrentan consecuencias irreparables. Y aunque no tuvo la repercusión mediática del caso Ghisoni, deja una advertencia clara: sin pruebas, no puede haber justicia. Y sin justicia, no hay reparación posible.