Solidaridad: la energía solar entra en casas precarias y las transforma

Organizaciones sociales ayudan a llevar iluminación, cocinas y duchas solares a poblaciones vulnerables; las familias participan del armado de las instalaciones.

cocinas-solares“Ahora el agua sale muy caliente cuando me baño”, dice Bryan, con sus apenas tres años. En el exterior de su casa se encuentra la ducha que le cambió la vida: una gran construcción que resalta por las botellas de plástico en su techo y por ese panel solar que actúa de llamado al sol para permitir que Bryan se bañe con agua caliente.
Al atravesar la considerada “zona barrial” de Garín, aparece el barrio Campo de Ruso, donde unas 225 viviendas fueron construidas gracias al accionar de Techo.
Luego de años de participar activamente en la organización, Pablo Castaño advirtió que las casas tenían que complementarse con otros servicios. Y así surgió Plug-In Social.
“Muchas familias no tenían acceso a un baño, se bañaban calentando agua en un jarrito con garrafa o con resistencia eléctrica, que tiene peligro de electrocución o principio de incendio”, explica Castaño y asegura: “Buscamos que pudieran acceder a un servicio básico a través de energías renovables”.
La fórmula parece perfecta: cada 15 días, el equipo de Plug-In Social y un grupo de voluntarios construyen una ducha con colector solar para una familia.
Durante sábado y domingo trabajan intensamente bajo un cronograma que inicia con una capacitación sobre la energía solar para los voluntarios, continúa con el armado del colector solar a partir de la reutilización de materiales, y concluye con la instalación final.
Diego Musolino, ingeniero y cofundador de Fundación Energizar, explica el aprovechamiento diferencial del sol: “Un colector solar permite encauzar la energía calórica del sol y transmitirla a un líquido o gas para calentar, por ejemplo, agua”.
El proceso, realizado en 29 viviendas, tiene una clave: la participación y el involucramiento, no sólo de la propia familia beneficiada sino también de los otros vecinos del barrio.
Al igual que Plug-In Social, el movimiento internacional Un Litro de Luz llegó a la Argentina en 2012 basándose en los pilares de reutilizar residuos y beneficiarse la energía del sol.
Su representante local, Martina Sasso, explica: “La gente que nos llama necesita mucha luz. En cada lugar, capacitamos para poder formar una cooperativa de trabajo, para que después sus integrantes sean quienes den la asistencia técnica y el mantenimiento”.
Un Litro de Luz reutiliza una botella de plástico transparente de un litro, con agua purificada y unas gotas de lavandina en su interior, que se coloca en aberturas en el techo de, por ejemplo, un comedor comunitario de La Matanza o González Catán. La botella se convierte en una lámpara casi perfecta de 55 watts, por medio de refractar los rayos del sol.
Hoy, en conjunto con la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), se está complementando ese kit con un panel solar para garantizar mayor abastecimiento.

Capacitar a las comunidades

El objetivo de todas estas iniciativas es claro: no hacer asistencialismo sino capacitar a las comunidades, involucrarlas y educarlas en una forma de vida más sustentable.
Este fue el motor que impulsó al joven emprendedor Leandro Magri a través de la iniciativa que dirige, Colectando Sol. Lo que empezó siendo una idea de ofrecer cursos de capacitación en energía solar, se terminó convirtiendo en la posibilidad de generar un impacto en comunidades que lo necesitan.
Las personas de entre 20 a 50 años que asisten a los cursos aprenden los aspectos técnicos y funcionales de un calentador solar de agua, un cargador solar de celular o un colector solar. Cuando finaliza el curso, esos dispositivos elaborados se destinan a proyectos sociales con realidades concretas, gracias al trabajo de articulación con la organización Ingeniería Sin Fronteras.
“Los colectores solares, que albergan más de 1.000 litros, de los primeros talleres hoy ofrecen agua caliente a los más de 100 niños que asisten a una escuela agraria en Santiago del Estero”, explica Magri y reflexiona: “Las energías renovables, que están presentes en cualquier parte del mundo, son una solución desde lo ambiental, lo técnico y lo económico”.
La falta de acceso a agua caliente o luz se evidencia allí donde el sol más resplandece: el norte.
Desde 2008, en Jujuy, la Fundación EcoAndina dio vida a siete Pueblos Solares Andinos. ¿De qué se trata? Su fundadora, Silvia Rojo, lo explica: “Un pueblo solar es un concepto de uso integral de la energía solar térmica y eléctrica, que incluye un baño solar comunitario, una cocina comunitaria con un horno panadero, termotanques solares, calefacción solar en la escuela y, según cada necesidad, un sistema de riego por goteo solar”.
Aquí, ya no se trata de responder de manera individual a las necesidades de cada familia, sino del pueblo como un todo. “La cultura del sol ya existe, forma parte de las familias. Y los pueblos del norte son naturalmente comunitarios. Todo gira alrededor de la búsqueda de soluciones en conjunto. Las personas antes no se bañaban porque el resto de los ambientes de los hogares estaban muy fríos y se enfermaban; hoy disponen de baños comunitarios con solución de climatización”.
Del mismo modo, Solar Inti trabaja en más de 45 comunidades Wichi del norte del país (Salta y Jujuy) a partir de la instalación de cocinas ecológicas que aprovechan la luz del sol para la alimentación de más de 35.000 familias.
El motivo inicial de su intervención fue ambiental, pero también de salud. La quema de la leña, vinculada a la evidente tala de árboles y una creciente desertificación, afectaba la salud de niños y mujeres que respiraban el humo tóxico emitido.
“Calculamos el daño que provoca este humo: lo que aspira cada chico en cada comida es igual al humo de 40 cigarrillos como fumadores pasivos, es decir que, por día, son 120 cigarrillos. La acidez del humo incide además en problemas de cataratas en los ojos de los adultos”, explica Pierre-Yves Herrouet.
El francés instalado en el país desde hace 12 años, luego de recorrer el mundo, ve un futuro inevitable para dar respuesta a la vulnerabilidad de estas comunidades, de uno y otro lado del país: “Los proyectos de energías renovables necesariamente deben considerar la resolución de un problema social, la reconstrucción de una naturaleza ya dañada, y la generación de herramientas para la economía familiar”.

Impacto en los ejes de la sustentabilidad

Económico

Las soluciones que se ofrecen, al reutilizar materiales y basarse en el aprovechamiento del sol, contribuyen en la economía de las familias. Solar Inti logró aumentar en un 30% el ingreso de cada familia gracias a las cocinas solares y la no dependencia de la garrafa, cuyo precio continúa en ascenso.

Ambiental

La reutilización de materiales permite que ya no formen parte de la quema informal o el destino final de un relleno sanitario, sino que se convierten en la materia prima de la propia solución. Por ejemplo, en sus 31 duchas, Plug-In Social reutilizó 4.644 botellas PET, 2.068 latas de aluminio y 928 tetra brick, 31 tambores plásticos, 31 colchones de goma espuma, 176 pallets, y 31 lonas de publicidad vial.

Social

Cada proyecto impacta en la vida diaria de las personas a través de una solución eficiente que mejora su calidad de vida (desde la satisfacción de la necesidad en sí misma hasta el hecho de, por ejemplo, contraer menos enfermedades). 3,4%

Sin energía eléctrica

Es el porcentaje de familias que según el Barómetro de la Deuda Social Argentina de la UCA no tiene luz en villas y asentamientos.