Tras los devastadores incendios en la isla de Eubea, muchos habitantes están indignados con el gobierno griego. Piensan que la catástrofe podría haberse evitado, dijeron a DW.
En el balneario griego de Rovies, las llamas llegaron en parte hasta la playa. Todo está lleno de cenizas. En algunos lugares todavía sale humo de agujeros. Eubea es la segunda mayor isla de Grecia. En plena temporada de vacaciones, la mayoría de los turistas la abandonaron. Pero una joven familia israelí acaba de llegar. “Ya habíamos comprado los pasajes y vinimos. Un amigo tiene aquí una casa, pero se quemó; ahora nos alojamos en un hotel”, cuentan. Dicen que todavía huele a quemado, pero que la comida es buena y el mar sigue siendo hermoso.
Nikos Tekinarglis tiene un bar en la playa. ”Es una catástrofe para todos los que viven del bosque o del turismo”, dice. Se queja de que el gobierno griego los ha dejado solos, pero asegura que hay mucha solidaridad entre la gente del lugar.
También la escuela de idiomas de Eleni Alexandridi se quemó hasta los cimientos. Todo está destruido. Le cuesta contenerse cuando cuenta lo ocurrido. No es la primera vez que hay incendios en Eubea, pero antes siempre los habían apagado. En esta oportunidad, lamenta que el gobierno solo optó por la evacuación.
Para ella, la estrategia de Atenas ante esta crisis ha sido un desastre. “El error fue que simplemente evacuaron los pueblos para que no hubiera víctimas fatales”, opina. Agrega que no había suficiente material para extinguir el fuego, así que se concentraron en Atenas. “Solo voluntarios de la isla ayudaron. Todo lo que se haya salvado, se salvó gracias a ellos. Recién al tercer día pasó por aquí un bombero. Le pregunté dónde habían estado y respondió: ‘Mejor no preguntes’”.
Pérdida de confianza
Muchos habitantes de la isla relatan historias similares. Un hombre del vecino pueblo de Limni cuenta que algunas personas intentaron apagar un árbol en llamas, para evitar que cayera sobre una casa. “Los bomberos cortaron el agua”, afirma. Dimitris Giannakoulas, dueño de un restaurante, no cree en las promesas gubernamentales de que los damnificados recibirán ayuda sin trabas burocráticas. “Estamos muy decepcionados”, dice, y agrega que él y otros hombres del lugar se resistieron a la evacuación. Se quedaron en el pueblo luchando contra las llamas. “El hecho de que nuestras casas aún estén ahí se debe solo a que no hubo vientos fuertes”.
La calle costera, sobre los cerros, evidencia las dimensiones de la catástrofe. Tierra quemada hasta donde alcanza la vista. En el norte de la isla de Eubea se registraron los últimos incendios de mayor envergadura, que ardieron hasta el lunes por la noche. En un pueblo de la zona, el mecánico Thodoris dice que los bomberos no hicieron nada durante días, y tampoco vio aviones: “En la televisión dijeron que no pudieron volar debido a los fuertes vientos. Pero no había viento”, asegura.
Ayuda de Polonia
Es un milagro que el pueblo de Thodoris no se haya incendiado. “No había organización. Nosotros mismos tomamos las mangueras de los bomberos y apagamos el fuego”, explica.
Ahora se encuentran en el lugar 143 bomberos con 46 modernos carros bomba procedentes de Polonia. Llegaron el 10 de agosto, cuando la mayor parte de los incendios se había extinguido.
Rafael Solovin, oficial de la brigada de ayuda polaca, acudió con la mayor rapidez posible. “Partimos de inmediato cuando Grecia activó el mecanismo de protección de catástrofes de la UE. Tardamos tres días en llegar acá”, expone.
Para los habitantes de Eubea resulta incomprensible por qué el gobierno griego tardó tanto en solicitar ayuda, si ya estaba sobrepasado con el combate contra los incendios cerca de Atenas.
Sistema de prevención deficiente
Los expertos critican desde hace tiempo que el sistema griego de protección de incendios es insuficiente. En junio de 2021, el gobierno había aunciado que invertiría 1.760 millones de euros en esa área.
Según Constantinos Liarikos, encargado de desarrollo del WWF en Grecia, la catástrofe podría haberse evitado. “Todo esto tiene que ver con que, en el marco de las condiciones de la crisis climática, se hace demasiado poco en cuanto a prevención”, reprocha, indicando que el gobierno de Atenas estaba al tanto de los déficits en la materia. “Las estimaciones de expertos se tiran simplemente a la basura”, afirma.
Tras la debacle de los incendios en Atenas, Eubea y el Peloponeso, el gobierno promete reformar todo el sistema de protección civil. 500 millones de euros habrían de destinarse a la reconstrucción y reforestación. Pero los habitantes de Eubea desconfían.