Son argentinos, crearon un cohete innovador y triunfaron en el “Mundial” de Estados Unidos

Un equipo de estudiantes del ITBA diseñó una nave de más de 3 metros de altura, con propulsión híbrida, e hizo historia al finalizar en el podio de un certamen internacional.

Trabajo y perseverancia son dos palabras que describen a la perfección a los estudiantes de ingeniería del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), quienes lograron un hito en la historia aeroespacial de la Argentina.

En poco más de nueve meses, plantearon un proyecto para construir un cohete, apodado “Lanín I” (relacionado con el nombre del volcán, ubicado en el sur del país), y participaron de uno de los certámenes más complejos en Estados Unidos, el Spaceport America Cup.

De esta manera, un equipo de aproximadamente 50 alumnos argentinos alcanzó el podio en la competencia, donde la precisión y la altura (tres kilómetros para su categoría) eran los principales lineamientos.

En diálogo con El Cronista, afirmaron que “siempre hay una gota de suerte como en cualquier competencia”, pero destacaron que la propulsión híbrida, que involucra sustancias líquidas y gaseosas, fue el diferencial que los llevó a ser los pioneros en Latinoamérica en diseñar un motor de estas características.

A pesar de ya haber participado en 2023 con el cohete Theros III, este año lograron acaparar la atención de las autoridades del Spaceport America Cup. “El motor híbrido generó un impacto bastante grande en los jueces, más que nada porque no hay una cultura de lo aeroespacial en Argentina”, explicó Juan Bautista Valero, director del proyecto y estudiante del ITBA.

Cohete Lanín I: cómo iniciaron el proyecto los estudiantes del ITBA
Dos años atrás, eran 10 estudiantes que desarrollaban cohetes muy pequeños. Ahora, con el correr del tiempo, el interés dentro de la facultad creció y ya agrupan a más de 50 alumnos, con la ayuda de profesores y profesionales.

“Es un proyecto bastante transversal, abarca a todas las carreras y años. Somos un equipo que desarrolla ingeniería aeroespacial y la universidad en sí es el principal sponsor (alrededor del 90% de los fondos). También utilizamos las sedes y laboratorios”, detalló Valero.

Sin embargo, como líder del proyecto de “Lanín I”, que mide 3,30 metros de altura y tiene 15 centímetros de diámetro, considera que este año fueron “más lejos desde el nivel tecnológico”, ya que “la primera vez que participamos arrancamos con un lanzador hecho por nosotros, pero con un motor comprado”.

Con un motor híbrido diseñado por los estudiantes, más el desarrollo de tanques y válvulas, dieron un salto muy grande. “Solo ocho de los equipos, de un total de 150, presentaron este tipo de propulsión”, señaló.

Debido a ello, en la categoría “Student Researched and Designed (SRAD)”, el equipo argentino fue uno de los dos que lograron lanzar el cohete. A raíz de ello, Felipe Ranftl, también integrante del proyecto, celebró haber tenido la “oportunidad de competir en un certamen de esta índole”.

Spaceport America Cup: cómo es el diseño del cohete Lanín I
Comenzaron con la ideal del certamen en octubre, recibieron la aprobación en noviembre y se presentaron a competir en el Spaceport America Cup en junio. Así fue la acelerada travesía que llevaron a cabo los estudiantes del ITBA.

Se enfrentaron a un sinfín de proyectos, provenientes de universidades en Europa, Asia, Estados Unidos y otros países de Latinoamérica. Para ello, además de la gran injerencia económica de la universidad, también recibieron apoyo por parte LIA Aerospace y el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa, entre otros. Además, otros sponsors brindaron materiales.

No obstante, el test final no pudo hacerse en el país. “El cohete en ningún momento lo pudimos lanzar acá. Lo hicimos en Estados Unidos”, contó Fabrizio Iezzi, alumno y parte del equipo argentino.

Sin embargo, previo al viaje hacia los Estados Unidos, tuvieron que pasar una serie de fases preliminares para ingresar al certamen internacional. Así lo indicó Juan Bautista Valero, quien remarcó que “la competencia es de ingeniería” y, previamente, “se pretende chequear el paso del desarrollo”.

Para ello, primero hay que presentar la propuesta y esperar la selección final. “Una vez que eligen a los equipos, se realiza una revisión preliminar de diseño, que sea algo lógico desde lo conceptual, luego una revisión crítica (seguridad del cohete) y, por último, antes de ir y con el cohete armado, se entrega en paralelo un documento que se llama technical report”, reveló a El Cronista.

No obstante, se sinceró y explicó que en la competencia “uno gana por la performance, pero también por la calidad y la ingeniería de diseño, incluida en ese documento”.

Estudiantes del ITBA: cómo sigue el proyecto sobre el cohete Lanín I
Los estudiantes del ITBA finalizaron entre los tres primeros equipos del Spaceport America Cup. A la espera del puntaje final, que determinará su ubicación en el podio, Lorenzo Colace, otro estudiante que integró el proyecto, aseguró que fueron “uno de los pocos en lanzar y recuperar el cohete, dentro de una de las categorías más desafiantes”.

Teniendo en cuenta que el cohete fue 100% desarrollado en la facultad, Juan Bautista Valero ratificó que son los primeros (alumnos universitarios) en diseñar un proyecto de este calibre en la historia de Argentina. “Hay cosas que son infinitamente más fáciles de comprar en el exterior que acá”, expresó.

Algunos de los estudiantes, con los que El Cronista conversó, no pueden dimensionar semejante logro. “Lo repetís y no parece cierto que hayamos participado en el Mundial de Cohetería”, describió Felipe Ranftl.

Asimismo, confirmaron que el proyecto no queda en “stand by”, dado que volverán a competir el próximo año y atenderán otro tipo de cuestiones.

“Aunque nos fue bien, no llegamos a la altura estipulada, nos quedamos un poco por debajo de los 3.000 metros. El cohete voló un poco más bajo de lo esperado por algunas cuestiones de la combustión, pero los objetivos del proyecto los cumplimos al 100%”, confesó Santiago Ponte, quien valoró la iniciativa y afirmó que se dedicarán a refinar la propulsión de cara al 2025.