El basquetbolista Patricio Garino sigue progresando en la vida universitaria estadounidense como estudiante-atleta en la George Washington University. Aunque la NBA está cerca, el joven surgido en Unión sueña con tener su chance en la selección argentina.
Apenas unos pocos días de mayo tiene Pato Garino en Mar del Plata antes de retornar a sus compromisos en Washington. Ya es uno más de la populosa comunidad universitaria de la capital estadounidense. A los 20 años, tiene por delante el gran desafío de crecer como basquetbolista en Estados Unidos. Y también la meta de avanzar en su carrera vinculada a la Economía, con una posible orientación a la Administración de Organizaciones Deportivas.
El marplatense Patricio Garino terminó la secundaria (high school) en Montverde Academy, Florida. Durante su primer año en la Universidad George Washington, evidenció un cambio sustancial en su vida social y deportiva.
-¿Cómo fue este primer año universitario?
-Cambió mucho la vida de la secundaria a la universidad. En Montverde era todo estricto, muchas reglas. Ahora tengo mucha libertad. Puedo hacer lo que quiero como cualquier chico que estudia, siempre que cumpla con mis responsabilidades. Estoy acostumbrado a la vida estadounidense. Ya la adaptación quedó atrás, crecí mucho en lo personal. No solo en lo deportivo sino también en la vida.
-¿Cómo es la vida de un estudiante-atleta en Washington?
-Elegí la Universidad de George Washington, que es un campus diferente a lo que se ve en las películas. Estamos en el medio de la ciudad, a tres cuadras de la Casa Blanca, así que el movimiento es constante. No hay fútbol americano, que es el deporte más importante de las universidades; después viene el básquet. Entonces nosotros somos como las “estrellas” de la universidad como jugadores de básquetbol. Socialmente, eso es muy bueno. Conocemos gente todos los días. Somos casi 35.000 estudiantes viviendo ahí adentro en once cuadras a la redonda. Lo que me encantó es que todos estamos en la misma situación: sin los padres, viviendo lejos y con el objetivo de todos de conocer gente nueva. Como es Washington, va gente de todo el mundo y de distintas culturas.
-¿Cómo juega tu condición de argentino en ese contexto?
-Tengo la suerte, en la universidad, de tener cinco chicos internacionales en el equipo. Hay de Dinamarca, Serbia, Grecia y Canadá; y yo de Argentina. Cuando nos nombran por la radio o la tele nos dicen que somos el equipo internacional porque no es algo muy común. Siempre me relacionan con Ginóbili y Scola; ahora también con Prigioni. He conocido chicos latinos o europeos a los que les gusta mucho el fútbol y me hablan de Messi. Cuando estábamos en Brooklyn me reconocieron por el Papa. Vinieron todos a decirme que el Papa era argentino…
-¿Qué idea tenés en relación a tu especialización universitaria?
-Estoy en la Facultad de Economía. A fines del año que viene se puede elegir la especialidad. Al final del segundo año ya se puede orientar hacia una carrera más específica. Antes de eso, se cursan materias más generales. En mi caso, sigo encaminado pero todavía no decidí. Pienso seguir Administración de Empresas, Marketing o algo nuevo que está orientado a Administración de Organizaciones Deportivas.
-¿Cómo es el ámbito de estudio?
-Tengo clases de inglés con 15 o 18 personas, o clases de Economía con 300 personas. Es algo increíble. Cuando llegué a la clase pensé que me había equivocado de lugar. Es en un gran auditorio con 300 asientos, con dos proyectores gigantes y una pizarra larguísima. Llega el profesor con una computadora, se pone el micrófono y da la clase. Dentro de la misma materia tenemos una clase aparte con un ayudante del profesor, donde podés hacer preguntas específicas.
-Otra vez, por tu rodilla no vas a poder acudir a la invitación de la selección argentina para participar de los entrenamientos. ¿Qué te provoca eso?
-Es un dolor en el alma que tengo, muy fuerte, cada vez que no puedo estar con la selección. En la universidad mis entrenadores saben que si llega una convocatoria, sea la época que sea, yo me vengo. Ahora, por la misma rodilla no puedo estar en los entrenamientos para la Copa Stankovic. Me operé hace casi un mes y tomé la decisión de mejorar la rodilla poco a poco para estar al 100% para futuras convocatorias. Hay que tener paciencia. Pienso a futuro. Espero que me sigan mirando; y si me va bien la próxima temporada, espero tener posibilidades. Es un pensamiento a futuro.
-¿Creés que estás listo para mostrarte en la selección mayor?
-Desde que estoy en la universidad, la cabeza me cambió mucho. Estoy mucho más confiado y me siento más seguro con mi físico. Ahora estoy pensando en la rodilla; pero una vez que esté bien, no tengo dudas de que puedo estar al mismo nivel que todos. Haber estado en la selección en Juveniles fue el “click” que me hizo pensar que las posibilidades están. No hay nada imposible, y ésa es mi motivación de cada día. Hablé con mis entrenadores y les dije que si voy a con selección quiero entrenarme al 200%. Quiero dejar todo ahí. Es una alegría saber que me están siguiendo. Si estoy con mis capacidades plenas en la próxima temporada, quiero demostrar en persona lo que soy de verdad.
-¿Qué sentiste cuando fuiste Unión, tu club, en este regreso a Mar del Plata?
-Me sentí como si hubiese sido ayer cuando me fui. Entrar al club es como entrar a mi casa. Todos me saludan. Hay muchos chicos nuevos también. Me encanta que el club se vaya expandiendo. Estuve con el equipo casi completo de aquellos cadetes que ganamos el torneo. En Estados Unidos son un poco más fríos. Después de los partidos, por ejemplo, siempre veo chiquitos jugando; yo me pongo a jugar con ellos, y eso allá no se ve todos los días. El lema de Unión es que la familia va primero, y esas bases las llevo conmigo cada día y son para toda la vida.