Ricardo es un padre que está privado de ver a su hijo por el tribunal de Familia Nº 1 a pesar de cumplir con todos los pasos legales correspondientes. Contó su caso a través de la 99.9.
Los Tribunales de Familia tienen cotidianamente historias increíbles de padre y madres que ven limitados sus derechos. Principalmente los padres sobre los que recae un peso mayor. Ricardo es uno de los que está sufriendo las injusticias del Tribunal de Familia 1 y decidió contar su experiencia a través de la 99.9: “me separé en 2011 de la mamá de mi único hijo, hasta mediados de 2013 tuve contacto con él normalmente. Venía los fines de semana a casa, lo pasaba a buscar, le di la cuota alimentaria sin arreglo porque teníamos un buen trato con la madre”.
Después de dos años de esa situación, apareció una tercera persona en escena que cambió el panorama: “a mediados de agosto de 2013 la mamá formó una nueva pareja y a partir de entonces, los fines de semana no podía tener contactos conmigo siempre con alguna excusa. En diciembre me entero que en realidad lo llevaban a la casa de su padrino los fines de semana y no me dejaban verlo”, agregó.
El tema se judicializó desde todo punto de vista y las complicaciones empezaron a ir de menor a mayor, generando que además Ricardo no pudiera tener más contacto con su hijo: “cuando traté de ir a verlo, me llegó una denuncia por lesiones y amenazas. En la comisaría de la mujer, me decían que yo sabía lo que había hecho, pero todavía no se que lesiones le hice. Me hizo un juicio por alimentos y con el juzgado de por medio, tenía que darle menos dinero del que le estaba dando antes. Dentro de ese juicio, empecé a manifestar que había perdido el contacto por parte unilateral”.
Decidió entonces ir por los caminos judiciales hasta las últimas consecuencias para no generar ninguna situación que pudiera empeorar el proceso, pero tampoco tuvo respuestas: “a mediados de 2014 recién tuvimos las primeras audiencias para hacer un régimen de visitas y resulta que no sólo no encuentro solución, sino que la madre no presentó en alrededor de 7 audiencias. Cada tanto mandaba un escrito y solicité que le hagan pericias psicológicas porque la madre no trabaja. Tuve reunión con el cuerpo técnico en octubre de 2014 y la psicóloga me dijo que no podía perder el contacto con mi hijo porque era muy importante y le dije que debía pelearlo por la vía legal”, explicó.
Harto de lo que le tocaba atravesar, para uno de los cumpleaños de su hijo, trató de verlo y terminó con una restricción de acercamiento: “cuando cumplió 15 años, vino mi hermana del exterior para verlo y le dije que no podíamos. Recuerdo que terminamos hablando con él en su domicilio detrás de una reja y grabé todo el encuentro mientras la madre gritaba que nos iba a denunciar. A la semana me vino una restricción de acercamiento por 60 días y por violencia familiar, sin presentar testigos ni nada”, indicó sobre otra de las injusticias a la cuál lo sometió el Tribunal.
Ahora, sigue sin ver a su hijo pero se ha cambiado la responsable del juzgado y están empezando a darle la razón, aunque los tiempos se dilatan, su hijo es mayor de edad y ya tiene incluso un abogado que lo representa: “los tiempos son super largos en estos casos y cada reclamo lleva mucho tiempo. Ir al juzgado me destroza todo el tiempo y no quiero estar más ahí. En el Juzgado de Familia 1 cambió la jueza hace poco y ahora se ha impulsado un poco más, lo último que sé es que lo citaron a mi hijo a declarar”, relató finalmente.
Esperando y sin ver a su hijo, así se desarrolla la vida de Ricardo sólo uno de los casos que se repiten cotidianamente y que forman parte, al parecer de una estructura que actúa inescrupulosamente en la justicia.