Los cuidados inadecuados en los primeros años de vida hacen que los niños sean más ansiosos y les impide regular de forma óptima sus emociones cuando llegan a ser adultos.
Un estudio publicado en el último número de PNAS indica que el estrés sufrido en los primeros años de vida puede generar efectos adversos sobre el comportamiento y el desarrollo del cerebro, que perduran a lo largo de la vida adulta.
Además, se sabe que detrás de más de la tercera parte de los trastornos de ansiedad se esconden factores estresantes como la falta de cuidados, los abusos físicos o de otro tipo, que luego pueden producir alteraciones emocionales y de conducta.
Un trabajo realizado por investigadores de la Facultad de Medicina Weill Corner, en Nueva York, y de la Universidad de California, muestra que el cuidado inadecuado de los pequeños altera de forma permanente los circuitos cerebrales que procesan las respuestas de temor, haciéndolos emocionalmente más reactivos.
En dicho trabajo, se destacan las alteraciones persistentes en el circuito y la función de la amígdala, la estructura cerebral encargada de procesar el miedo y las emociones. Además, se señala que estos efectos no son reversibles cuando se elimina la causa del estrés ni disminuyen al desarrollarse otras áreas del cerebro implicadas en la regulación emocional, como la corteza prefrontal.
Según los investigadores, los resultados indican que recibir cuidados en los primeros años de vida de forma desorganizada e imprevisible puede alterar la regulación emocional de forma permanente, con independencia de los factores genéticos y ambientales.
Aún no está claro si los efectos del estrés temprano mejoran tras la adopción de un niño, pero sí se cree que cuanto antes se produzca la adopción, mejor es el resultado.