Josep Tabernero es un referente internacional en investigación y tratamiento del cáncer. Estuvo en Buenos Aires e hizo hincapié en la prevención.
Cuando decidió dedicarse a tratar el cáncer, hace 30 años, la oncología era un área en la que estaba todo por hacer. El conocimiento sobre la enfermedad era limitado. Las herramientas para abordarla también. Pero los pronósticos tenían una arista promisoria: se sabía que la tecnología iba a mejorar, que la investigación básica daría frutos y que la posibilidad de estudiar el genoma era una realidad. “Teníamos claro que era una enfermedad genética direccionada, o sea que sin ninguna duda iba a haber una revolución”, dice Josep Tabernero, presidente electo de la Sociedad Europea de Oncología Clínica (ESMO) y referente a nivel mundial en la materia.
La revolución está en marcha pero recién arranca. Estamos dando los primeros pasos en el campo de la medicina personalizada; y de las posibilidades que ofrecerá la inmunoterapia hoy solo vemos la punta del iceberg, le dice a Clarín Tabernero, quien en su doble rol como jefe del Departamento de Oncología Médica del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona (España) y director del Instituto de Oncología (VHIO) de la prestigiosa institución se dedica tanto a la parte clínica como a la investigación en cáncer. Su equipo fue pionero en la implementación de la biopsia líquida, un simple análisis de sangre en el que se pueden buscar marcadores tumorales, uno de los últimos avances en los métodos diagnósticos.
Especialista en cáncer colorrectal, el catalán participó en Buenos Aires del Primer Congreso de Prevención y Genómica organizado por la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) en el marco de la celebración por sus 50 años. La entidad nació bajo el nombre de Sociedad Argentina de Quimioterapia Antineoplásica, una especialidad que buscaba independizarse de la medicina interna y de la cirugía con un objetivo claro, el tratamiento clínico del cáncer. El cambio de nombre responde a un signo de los tiempos: con el desarrollo de fármacos nuevos, métodos diagnósticos sensibles y terapéuticas ultraselectivas la quimioterapia dejó de ser la única alternativa para hacerle frente a la enfermedad.
—Dice que se volcó a la oncología “porque el cáncer era una tragedia humana y todavía lo es”. Cada año mueren 8,8 millones de personas por esa causa en todo el mundo, según la OMS. Si la incidencia y la mortalidad siguen siendo elevadas ¿en qué mejoramos en estas últimas décadas?
—La supervivencia del cáncer aumenta. Estamos ganando, pero no ganando para mañana. Vas ganando batallas, pero la guerra es muy larga. Creo que estamos en una buena situación de conocer la dimensión de la tragedia. Eso ya es importante. Sabemos de qué va esto. Hemos conocido mucho a la enfermedad, y cada día que pasa la conocemos mejor. La hemos subclasificado: el cáncer no es una sola enfermedad, son miles. Hoy en día un cáncer de mama, un cáncer colorrectal, ya sabemos que son a lo mejor 10 enfermedades diferentes. Gracias a este conocimiento hemos desarrollado muchos medicamentos dirigidos a alteraciones que tienen unos tumores sí y otros no, y cada uno tendrá un tratamiento diferente. Ya sabemos cómo actuar. El problema es que todavía no tenemos todas las herramientas que queremos. Estamos entrando en la medicina personalizada, de precisión, solo entrando —insiste.
Cómo optimizar los tratamientos adyuvantes en cáncer de colon, desarrollo de nuevos fármacos en etapas tempranas, y clasificación molecular de los tumores digestivos fueron los tres temas que abordó en el congreso. Avances, todos, relacionados con el abordaje de la enfermedad una vez que ya está instalada. Pero para Tabernero es crucial transmitir el mensaje de que es necesario llegar antes. “Nosotros vamos a mejorar el diagnóstico y el tratamiento, pero lo que tenemos que hacer es prevenirla. El 40% de los tumores se podrían evitar con cambios de hábitos, con 10 medidas, de las cuales siete tienen costo cero.”
—¿Qué tumores se pueden prevenir con cambios en el estilo de vida?
—Todos los relacionados con el tabaco, con el consumo excesivo de alcohol, con la obesidad, el exceso de grasas, el sedentarismo. Son muchos tumores. Los relacionados con el tabaco: pulmón, cáncer de cabeza y cuello, esófago, estómago, vejiga urinaria, que son muy frecuentes. Con el alcohol, sobre todo el cáncer de hígado, pero también otros en los que influye, como el de esófago. La obesidad incide en los más frecuentes: cáncer colorrectal, de mama. También son prevenibles los tumores provocados por la exposición al sol (melanoma y no melanoma) y las radiaciones ionizantes. Tenemos vacunas contra el VPH (causante del cuello de útero, anal y algunos orofaríngeos) y contra la hepatitis B (que puede provocar cáncer de hígado). Las vacunas requieren una inversión, pero son medidas que hay que implementar—afirma—. En Argentina, ambas vacunas están contempladas en el calendario nacional.
El oncólogo repasa el decálogo. Dejar de fumar es lo primero que se le viene a la cabeza. “El tabaco es malo desde el primer cigarrillo y debería ser más caro. Argentina lo sigue produciendo y esa es una decisión política”. Sigue: “Combatir la obesidad es muy importante. El exceso de grasas actúa como iniciador de muchos tumores. Ustedes tienen un problema con el consumo de carne roja, que deberíamos consumir una o dos veces por semana. Es muy buena, pero tiene grasa dentro de la fibra”. Elevar el consumo de frutas y verduras, disminuir el de alcohol y evitar la exposición al sol, agrega. “Otras cosas importantes: el screening y el diagnóstico precoz: las mamografías, el test de sangre oculta en heces (que aquí se está implementando muy bien) y la colonoscopia asociada.”
—¿Cómo podemos mejorar en prevención?
—Es un tema de toda la sociedad. Pero sobre todo de los gobiernos. Debemos contribuir a tener un mejor estado de salud. Yo creo que tenemos que hacer alianzas estratégicas entre los gobiernos, las sociedades médicas, las aseguradoras, los reembolsadores para invertir mucho más en esto, porque es mucho más rentable. El problema de todos los sistemas de salud es que miran de cuadrar el presupuesto anual y no piensan en lo que podemos hacer a 10 y a 20 años. Hay que planificar. Hacer estrategias activas. Esto no sirve solo para cáncer. Enfermedades cardiovasculares, oncológicas y ortopédicas se pueden prevenir en gran parte. Con el envejecimiento de la población esto es importantísimo.
—¿Qué importancia tiene la detección precoz en lo que no se puede prevenir?
—Muchísima. Esto está claro en todos los tumores. Cuanto más precoz es un tumor, más posibilidades de supervivencia. Hay tumores fáciles de diagnosticar precozmente (mama, colon). Y hay tumores más complicados, el cáncer de páncreas por ejemplo. Diagnosticar precozmente un cáncer de páncreas hoy es difícil. Pero hay luces de esperanza.
—¿Cuáles son esas luces de esperanza?
La biopsia líquida, por ejemplo. El 90% de los tumores de páncreas tienen una mutación exclusiva en un solo codón (KRAS G12V) de un gen. Si con tecnología -que será mucho más barata- somos capaces de incorporar en poblaciones de riesgo (a partir de los 65 años) una determinación de mutaciones de KRAS, y de otros genes para otros tumores, seremos capaces de diagnosticarlos en forma precoz. Radiológica y clínicamente va a ser difícil mejorar. Molecularmente podemos mejorar, con un simple análisis de sangre.
—En 2013 la revista Science eligió a la inmunoterapia como avance científico del año. ¿Marcará el futuro del tratamiento del cáncer?
—Es el mejor armamento que tenemos para destruir la enfermedad. Y resulta que lo tenemos dentro —se refiere al sistema inmunológico—. Lo tenemos apagado, escondido, que no se entera. Sin embargo, lo que ha salido hasta ahora sobre inmunoterapia solo sirve para aquellos tumores que ya tienen células inmunes infiltrando el tumor pero están dormidas. El tratamiento hace que se despierten. Eso pasa en un 30% de los tumores. Pero en el 70% restante el problema es más grave: no hay células inmunes, no hay nada que despertar. Lo que tenemos que lograr en estos casos es que las células inmunes entren en el tumor y lo reconozcan como algo anormal. Y aquí hay un campo de investigación enorme. La revolución de la inmunoterapia llegó para quedarse y será el mejor tratamiento que tendremos. Pero por ahora es solo la punta del iceberg.
—Hay tumores en los que la quimioterapia ya no es primera línea de tratamiento. ¿Se podrá prescindir de ella definitivamente?
—Hay tumores en los que sí, porque conocemos bien los drivers (mutaciones conductoras) de la enfermedad y podemos tratarlos con productos biológicos dirigidos a ellos. Pero hay tumores en los que no. Si la podremos eliminar para siempre, no lo sé. Soy muy cauto. Pero en todo caso la podremos mejorar, combinarla con otras terapias y hacer que el tratamiento sea más sostenible.
—¿Qué mensaje le transmite a los pacientes?
—Lo primero que hay que transmitirle al enfermo es coraje. Hay muchos profesionales detrás tratándolos, investigando, luchando para controlar la enfermedad, para prevenirla. Pero sobre todo, para cuando ya está diagnosticada, tratarla mejor.