Los acreedores extranjeros de Estados Unidos, el país del mundo con mayor deuda, empiezan a preocuparse. El problema ya no es solamente el cierre parcial del presupuesto federal, sino también la fecha del 17 de octubre, cuando el país llegará a su techo legal de deuda de 16,7 billones de dólares y 12,3 billones de euros. Sin acuerdo con los republicanos para elevar este techo, el Estado se declararía en suspensión de pagos.
Los principales acreedores son las propias instituciones estadounidenses, empezando por la Reserva Federal. Pero los países asiáticos también sostienen una parte importante de esa deuda. Principalmente China, con 946 millones de euros, según datos de julio. Le sigue Japón, con 840 millones. Ambos países se intercambian habitualmente el primer puesto. Por detrás, están los paraísos fiscales caribeños, los países exportadores de petróleo y Brasil.
La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ya se ha puesto en guardia. En un discurso en Washington, previo a la reunión de otoño del FMI y el Banco Mundial, alertó sobre las consecuencias. “La actual incertidumbre política sobre el presupuesto, además de lo que pueda ocurrir con el techo de la deuda, no ayuda”, aseveró. “El cierre del gobierno ya es malo, pero el fracaso en elevar el techo de deuda sería mucho peor. Y podría dañar seriamente no solo la economía estadounidense, sino también la economía global”, agregó.
La interrelación entre la deuda estadounidense y los bonos propiedad de los bancos centrales asiáticos hace que una posible bancarrota sea, ahora, mucho más peligrosa que en épocas anteriores. Hasta 1979, Estados Unidos hizo cinco veces suspensión de pagos. Pero, en ese momento, ni la deuda era tan alta ni dependía tanto de países terceros. Los analistas también observan que hay una lenta retirada de asiáticos de los bonos estadounidenses.