El 13 de enero, una mujer con un bebe a su espalda y dos niñas, todos ellos con explosivos, estalló al ser interceptada cuando se dirigía a un mercado.
Una de las habituales estampas africanas es la de una mujer con un bebé a la espalda. Puede que sea su madre o puede que se trate de su hermana mayor. En cualquier caso, se trata de una imagen tan arraigada que, lejos de suscitar temor, evoca una habitual ternura. Hasta ahora. Las autoridades nigerianas alertaron a principios de semana de una nueva práctica del terrorismo suicida para burlar los controles policiales: mujeres con bebés a la espalda.
El lunes, la BBC difundía que a principios de enero se llevó a cabo un fatal ataque suicida en la ciudad de Madagali, en el estado de Adamawa, en el que una mujer llevaba a la espalda un bebé cuando detonó los explosivos que llevaba atados a su cuerpo. La explosión costó la vida a varias personas y al bebé que llevaba consigo.
EL MUNDO ha hablado con la delegación del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Abuja, Nigeria, para esclarecer los hechos. “Fuentes locales de renombre han declarado que el 13 de enero, cerca de Madagali, una mujer con un bebé en la espalda y dos niñas, cada una llevando explosivos que estaban destinados a ser detonados en un mercado local, fueron interceptadas por los efectivos de seguridad. Al menos uno de los juegos de explosivos detonó y varias personas murieron, incluidas la mujer y el bebé”, explica el director de comunicación Doune Porter.
“Ésta es la primera vez en el conflicto en el noreste de Nigeria que UNICEF ha oído hablar de un bebé presuntamente utilizado en un intento de engañar a las fuerzas de seguridad. De ser cierto, UNICEF está sumamente preocupada por esta evolución”, continúa Porter. Las autoridades nigerianas coinciden en que el uso de bebés es una tendencia “peligrosa” en el devenir de los ataques de Boko Haram, ya que muchas víctimas inocentes entrarían a formar parte del escuadrón de atacantes. Condenando la barbarie, UNICEF mantiene que los menores son las víctimas y no los verdugos de esta devastadora práctica.
Hace dos años, el grupo terrorista Boko Haram, que ataca principalmente en el norte de Nigeria pero también en Chad, Camerún y Níger, cambiaba su modus operandi en los ataques hacia la población. Si bien sus referentes a atacar seguían siendo los mercados, algunos lugares de culto y de educación, cambiaban al ejecutante. UNICEF dio la primera alerta en mayo de 2015 sobre la generalización del uso de mujeres y menores como terroristas suicidas. “Desde enero de 2014, aproximadamente 50 niños, al menos 40 de ellos niñas, han sido utilizados en los llamados ataques suicidas en el noreste de Nigeria”, expone Porter. En 2014, fueron cuatro niñas; en 2015, 21; en 2016, 15 niñas y cuatro niños; y en lo que llevamos de 2016, tres niños y tres niñas.
Aumenta la cifra de muertos
El Gobierno de Nigeria asegura que se encuentra próximo a acabar con el grupo terrorista, aunque la limpieza de los insurgentes en el noreste esté siendo más complicada de lo previsto. Los yihadistas siguen reivindicando su actividad y han multiplicado sus ataques contra la población local a medida que las operaciones militares han mermado su territorio y efectivos.
La semana pasada, las Fuerzas Aéreas nigerianas lanzaron por error dos bombas en un campamento de refugiados de la localidad de Rann, en el estado de Borno, confundiendo el lugar con una zona en la que supuestamente se encontraba un grupo de milicianos de Boko Haram. El imprevisible ataque costó la vida a 90 personas, entre ellas nueve trabajadores humanitarios vinculados a Médicos Sin Fronteras (MSF) y al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), según las últimas informaciones de MSF. Sin embargo, los diarios locales elevan el número de muertos hasta 236, la mayoría mujeres y niños.
Miles de personas han fallecido desde 2009, fecha en la que Boko Haram comenzó a perpetrar sus ataques contra la población civil. Además, casi tres millones se han visto obligados a abandonar sus hogares hacia campos de desplazados tanto en el interior del país como en otros países vecinos. A esta situación de horror que asola el norte de Nigeria y los estados colindantes, se le añade la grave crisis alimentaria que ya afecta a más de cinco millones de personas en los tres estados.