A 3 semanas de su final, aún circulan 10 por habitante. Y hay sólo una moneda de ese valor cada 5 papeles que serán eliminados. En los locales, los clientes intentan usarlos y se generan discusiones.
“¡Parece que brotaron del suelo! Nunca vi tantos billetes de $ 5 circulando”. “No tenía ninguno en la billetera, y de repente pasé a tener un montón: me los están encajando”. “Vino una señora y me pagó 100 mangos en billetes de 5… ahí empezó la Tercera Guerra Mundial”. “Una kiosquera me quiso ver la cara de boluda y me dio un billete de $ 5”. “Un kiosco te lo acepta, el otro no”. “Querés pagar con un billete de $ 5 y no te lo toman, pero al darte vuelto te meten $ 95 en billetes de $ 5”.
Esta breve selección de posteos catárticos, entre cientos publicados en Twitter y otras redes sociales, basta para ilustrar la tensión que se instaló en las calles esta semana, desde que la nueva conducción del Banco Central (BCRA) confirmó que el 1° de febrero los billetes de $ 5 perderán su poder cancelatorio. Es decir, que estos papeles con la figura José de San Martín no podrán usarse más para comprar.
Todavía faltan tres semanas para que se vuelvan “papel pintado”, pero la noticia desató entre la gente una fiebre por deshacerse cuanto antes de todos los que se tengan en el bolsillo, que son muchísimos.
Ocurre que, aunque en agosto el Central empezó a sacar de circulación estos papeles, hasta ahora sólo logró retirar el 10% de los que había: 50,2 millones de unidades. Se llegó a este 2020 con 459,6 millones en la calle, unos 10,2 billetes de $ 5 por habitante.
Según observó Clarín en una recorrida, taxis, kioscos, almacenes, autoservicios, verdulerías, casas de quiniela, ferreterías y otros locales con alto uso de efectivo están entre los escenarios de esta puja por “encajar”, “enchufar” o “embocarle” al prójimo -esas son las palabras más usadas- todos los billetes de $ 5 que se pueda, al hacer pagos y vueltos. Lo que genera inevitables rispideces, en la medida en que cada vez son menos los que aceptan recibirlos (algo obligatorio por ley hasta el 31 de enero).
“Todos empezaron a sacárselos de encima. Y hoy, si te dan un vuelto de $ 30, $ 50 o hasta $ 100, quizás todos son billetes de $ 5. El consumidor los debe aceptar. El problema es que luego, al querer gastarlos, hay negocios que empezaron a rechazarlos, incluso colocando un cartelito de aviso. Eso hay que denunciarlo”, comenta Sandra González, titular de la asociación de consumidores Adecua.
“Algunos kiosqueros dejaron de aceptarlos“, reconoce Néstor Adrián Palacios, titular de la Unión de Kiosqueros de Argentina (UKRA), aunque aclara que no son la mayoría.
“Lo que sí vemos -agrega- es que los clientes tratan de pagar con varios billetes de $ 5. Y que muchos no los quieren en su vuelto: la población comenzó a rechazarlos. Incluso, algunos ahora piden el cambio en caramelos con tal de no recibir uno.”
Desde la cámara de supermercadistas chinos Cedeapsa, Yolanda Durán pinta un panorama similar: “La circulación creció porque mucha gente está tratando de gastar todos los que tiene. Ya había pasado con el billete de $ 2: cuando falte una semana para el final, seguro que ya nadie va a quererlos, y tendremos que llevar al banco los que nos queden“.
Entre los comerciantes, sin embargo, hoy la gran preocupación es cómo harán para dar cambio desde febrero, porque coinciden en que este papel se volvió esencial para la operatoria diaria, ante una cantidad de monedas que perciben insuficiente.
“Son importantísimos. No tenerlos traería un gran inconveniente porque, al ir a buscar monedas, los bancos nos dicen que no tienen. Y si tampoco está este billete, habrá que redondear, con pérdidas constantes”, protesta Durán.
“No hay aún en todo el país la cantidad de monedas necesaria. En especial en el Norte, desde Santa Fe hasta Jujuy, conseguirlas es muy difícil para kiosqueros y almaceneros”, suma Palacios.
Sucede que, aunque en 2019 el Central casi cuadruplicó las monedas de $ 5 circulantes -las ilustradas con un arrayán-, hoy sólo hay 94,3 millones, contra casi 460 millones de billetes de igual valor. Es decir, que hay sólo 1 “arrayán” cada 5 “sanmartines” que se perderán.
Ante esto, el BCRA responde que el canje disponible desde agosto en los bancos no es necesariamente de un billete de $ 5 por una moneda de $ 5, sino que pueden cambiarse por billetes de mayor denominación o monedas de menor valor.
“Si llevás dos billetes de $ 5, te pueden dar uno de $ 10. Y si das uno de $ 5, te pueden entregar dos monedas de $ 2 y una de $ 1″, ejemplifican, ante la consulta de Clarín. Y recuerdan que la entidad da monedas a empresas y asociaciones empresarias, si se las solicitan.
De todos modos, según datos de la propia entidad monetaria, la falta de cambio sería notoria. Porque los “San Martín” por destruir suman $ 2.298 millones, monto equivalente al 52% de lo que valen, juntas, todas las monedas de $ 1, $ 2, $ 5 y $ 10 en circulación ($ 4.391 millones).
Frente a esto, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) acaba de enviarle una carta al titular del Central, Miguel Ángel Pesce, para pedirle una prórroga de seis meses, “ya que el billete sigue usándose con frecuencia, ante la falta de la moneda que lo reemplaza”.
“Le va a generar un problema al comercio, que no tendrá con qué dar vuelto y deberá redondear, siempre hacia abajo“, explica a Clarín Pedro Cascales, secretario de Prensa de CAME.
“Es la primera vez que notamos que la gente masivamente no quiere que desaparezca un billete. Jubilados, taxistas y verduleros nos han llamado enojados, porque se quedan sin cambio para dar en billetes“, destaca Claudia Collado, presidenta de Acción del Consumidor (Adelco).
Por ahora, el BCRA sostiene el cronograma original, según el cual los billetes de $ 5 podrán usarse hasta el 31 de enero en comercios y habrá un mes más, hasta el 28 de febrero, para ir a los bancos a depositarlos o a canjearlos por monedas u otros billetes.
Emitido por primera vez en 1998, el de $ 5 es el billete de menor valor desde que, en mayo de 2018, el de $ 2 salió de circulación. En ambos casos, la decisión de reemplazarlos se debió a su alto nivel de deterioro y a la enorme pérdida de valor que sufrieron. El “San Martín”, durante la Convertibilidad, equivalía a 5 dólares. Hoy, en cambio, se despide con un poder de compra menor a 8 centavos de dólar al cambio oficial. Y con los argentinos tratando de sacárselos de encima.