La filosofa Diana Cohen Agrest, habló en la 99.9 sobre las reformas que se realizarán en el Nuevo Código Penal de nuestro país y apuntó las responsabilidades hacia los funcionarios de todos los partidos. “Vivimos una anomia generalizada donde hay una falta de legitimidad del discurso penal y de la dirigencia política”, remarcó.
La reforma en el Código Penal ha traído un amplia discusión sobre la permisividad en ciertas cuestiones que terminan ratificando la idea garantista que hoy se ve en la justicia argentina.
Al respecto, en la 99.9, brindó su punto de vista la filosofa Diana Cohen Agrest que ha sido víctima directa del delito después de que en una entradera asesinaran a su hijo. La primera responsabilidad de la permisividad en el nuevo Código la delegó en los funcionarios y los integrantes de la comisión encargada de la redacción del mismo: “no se si están mirando hacia otro lado o son cómplices porque han puesto la firma y forman parte de distintos partidos políticos. Toda la clase dirigente es cómplice de un experimento social cuyos resultados están a la vista”.
Los esfuerzos, parecen estar destinados a otros sectores y eso también llena de impotencia: “ponen perros en la AFIP, saben perfectamente lo que cada uno hace y deshace en el banco y no pueden tener una conexión via Internet con los distintos estadíos del procedimiento penal, se están privilegiando mal los valores. No es prioridad la vida, las familias destrozadas o vivir con miedo”. Todo termina redundando en una sociedad con un alto nivel de violencia: “estamos creando una sociedad donde todos desconfiamos de todos y cuando no pasa nada aparece la justicia por mano propia, los linchamientos, el incendio de la casa de los victimarios. ¿Esta es la justicia que queremos?”, se preguntó Cohen Agrest.
Nunca habrá una posibilidad de emparejar los daños de una persona que mata, pero la filosofa insistió en que las penas deben acercarse lo más posible a esa condición: “en Argentina se habla de la proporcionalidad de la pena, pero no hay una proporción real es un eufemismo. Es imposible que haya proporción en la pena de alguien que quitó una vida. Se debe llegar a una pena lo más cercano a esa vida arrancada. Creo que ante un asesinato, se debería penar con una pena perpetua. Después de la vida, el valor más importante de una persona es la libertad porque debe quedar encerrado y no salir más”, afirmó.
Una de las razones para que esto suceda, según Cohen Agrest, tiene que ver con el negocio que funciona dentro de las Unidades Penales: “cuando una persona ingresa a la cárcel empieza a correr el relojito del negocio penal. Los beneficios que son optativos, ahora se transformaron en obligatorio. Ni bien entran empiezan a negociar el costo de su libertad con los integrantes del Servicio Penitenciario y los abogados. Vivimos una anomia generalizada donde hay una falta de legitimidad del discurso penal y de la dirigencia política”, explicó.
Lo peor de todo y como última conclusión, señaló la razón por la que los políticos no reaccionan en este sentido: “no se alza la voz contra la inseguridad porque el temor es perder votos. Se permiten medidas como los piquetes por el temor a perder votos, curiosamente la mayor parte de los chicos que mueren son los que mueren en las villas”, finalizó.