A pesar de las especulaciones sobre cuándo China sobrepasará a Estados Unidos como la mayor potencia económica del mundo, el país asiático se centra más en la calidad de su economía que en el puro tamaño.
El PIB de China fue casi el 87% del de EEUU en 2011, según la paridad de poder de compra (PPP, siglas en inglés). El dato surge de un informe del Banco Mundial publicado la semana pasada. Apenas divulgado el dato, los titulares de todo el mundo comenzaron a pregonar que luego de más de un siglo de dominio la economía estadounidense estaba a punto de perder su liderazgo.
China ha superado a los EEUU en el terreno de la expansión económica durante los últimos años, registrando tasas de crecimiento del PIB del 7,4 y el 0,1% respectivamente en el primer trimestre de 2014. Pero en términos reales, sigue existiendo una enorme separación. El año pasado, el PIB de China fue de 9,3 billones de dólares, mientras que el de EEUU alcanzó los 16,8 billones.
La medida PPP considera el poder adquisitivo de la moneda de un país más que los tipos de cambio de divisas del mercado, pero es un cálculo hipotético que asume un nivel de precios para todos los países. La PPP se considera de relevancia secundaria para los propósitos de la mayoría de los negocios y los mercados financieros, y vale la pena señalar que el Buró Nacional de Estadísticas de China (BNE) ha expresado sus reservas con respecto a la metodología utilizada, negándose a publicar los resultados para China, de acuerdo con el informe del Banco Mundial.
El PIB per cápita es más relevante para el pueblo chino. Según esta medida, China se encuentra aún muy por detrás del mundo industrializado en cuanto a producción económica y otros indicadores económicos. Las cifras absolutas revelan pocas de las diferencias que existen entre las calles principales de China y otras. Este país ha avanzado mucho, pero sigue siendo indudablemente un país en vías de desarrollo.
China se enfrenta a algunos desafíos que amenazan la sostenibilidad de su desarrollo y la empujan a pensar menos sobre el crecimiento. Por ejemplo, en la industria del hierro y el acero, la espina dorsal del país en otros tiempos, existe un serio exceso de capacidad y las sucias fundiciones están devorando energía y contaminando el medio ambiente. Simplemente, ya no es viable impulsar la producción en nombre de las buenas cifras de resultados. De hecho, China ha llegado a la conclusión de que es momento de dejar atrás la obsesión con el PIB, algo de lo que vale la pena extraer una o dos lecciones, para aquellos que todavía no se han enterado.