Todos los detalles sobre la base que Europa planea construir en la Luna

El director de la Agencia Espacial Europea explica su proyecto «Moon Village», que se levantará en el lado oculto del satélite.

Modulo-lunes-Europa«La gente nos ha enviado mensajes a través de las redes sociales preguntando si en Moon Village habrá una iglesia o si los astronautas vivirán cada uno en una casa. Nada será seguramente así, pero lo cierto es que todavía no podemos decir qué aspecto tendrá», reconoce Johann-Dietrich Woerner, el director de la Agencia Espacial Europea (ESA) desde julio de 2015, sobre su proyecto para construir un poblado en la Luna que inicialmente apoyaría a la Estación Espacial Europea y que podría terminar sustituyéndola.
«Cuando hablé en voz alta por primera vez de esta idea lo hice a modo de globo sonda, para ver si podía haber un interés internacional que permitiese financiar el proyecto, pero ahora puedo decir que esa cuestión será posiblemente resuelta porque hay un gran interés alrededor del planeta en explorar juntos la Luna», se felicita.
Woerner prefiere no poner, fecha. La única referencia disponible es la vida planeada por ahora para la Estación Espacial Europea (ISS), hasta 2014, pero la ESA solo está por ahora en la fase de recibir bocetos de diferentes diseñadores sobre cómo podría ser un Moon Village que cumpliese con todos los requisitos para un escenario post-ISS. «Y la lista es enorme», reconoce. Uno de los detalles que ya ha quedado definido es que debería estar instalada en la parte de la Luna que nunca es visible desde la Tierra, en el lado oscuro… «Al contrario», rectifica Worner, «ese es el lado brillante, en el que la superficie está más tiempo bañada por la luz solar».
La estación lunar estaría abierta a los países de todo el mundo que quieran participar. El objetivo es que la humanidad entera pueda explotar los recursos disponibles en la Luna y según reconoce Worner en el vídeo de presentación de la ESA «estarían incluidos los estadounidenses, los rusos, los chinos, los indios, los japoneses, e incluso otros países con menores contribuciones». Y no solo está abierto a la inversión privada, sino que tiene muchas esperanzas puestas en ella.

Agua helada

El Centro Europeo de Astronautas, con sede en la ciudad alemana de Colonia, ya está trabajando en las aplicaciones de los recursos existentes en el satélite que garanticen la supervivencia de sus ocupantes y que puedan resultar atractivas para la empresa privada. «Hemos encontrado hielo en los polos lunares y áreas expuestas constantemente a la luz del día. Estos lugares nos pueden ofrecer los recursos que necesitamos para la construcción y el sostenimiento de los astronautas en la base lunar», explica Bernard Foing, director del Grupo Internacional de Exploración Lunar.
La situación de la base lunar, además, tendría la ventaja de evitar las interferencias de la radiación procedente de la Tierra de todas nuestras antenas y radios. «Tendríamos una bonita vista del Universo y completamente limpia», sueña Woerner, que señala además que esa base sería la escala ideal para el lanzamiento de la misión a Marte.

A partir de 2020

La ESA cuenta ya con ideas para hacer frente a las principales amenazas para cualquier base lunar, que son las radiaciones solar y cósmica, los micrometeoritos y las temperaturas extremas. El científico irlandés Aidan Cowley ha propuesto utilizar el propio suelo lunar para construir cúpulas protectoras utilizando como material el polvo lunar, logrando una estructura o módulo habitable. Sería un vehículo robot el que aterrice en la superficie de la Luna e infle una especie de cúpula que serviría de base a esa estructura.
De este modo, las primeras misiones que diesen comienzo a partir de 2020 serían no tripuladas. Antes de que ningún astronauta volviese a pisar la Luna por primera vez desde 1972, los harían varias sondas robóticas controladas desde la Tierra que ayudarían a realizar los primeros trabajos.
El primer lanzamiento, previsto para 2020, servirá para probar un nuevo sistema de aterrizaje seguro denominado PILOT y llevará la sonda rusa Luna 27 a posarse sobre la superficie del satélite en su polo sur, un área muy poco explorada hasta ahora.

Colaboración internacional

Su objetivo sería además confirmar la cantidad suficiente de moléculas de agua. Con la suficiente colaboración internacional, 2020 se presenta como una fecha plausible. «Lo hicimos en la década de los sesenta en un plazo de diez años.
Así que hoy con una tecnología mucho más desarrollada, estamos más que preparados para conseguirlo de nuevo», dice Andreas Mogensen, astronauta de la ESA, sobre el plazo en el que contaremos con la tecnología necesaria, «se trata de un gran ciclo de desarrollo que se tiene que volver a reiniciar, desde los cohetes que nos lleven a la órbita, hasta las naves espaciales que transporten a los astronautas a la luna y les ayuden a aterrizar. Y luego, por supuesto, las bases que permanecerán en la luna».
Una de las primeras tareas pendientes es la búsqueda de lugares con rocas y polvo similares a la superficie lunar, como el parque volcánico de Eifel, cerca de Colonia, para simular las condiciones lunares y dar comienzo a los ensayos. Además, la cápsula Orión de la NASA debería estar volando alrededor de la Luna antes de 2020 y China trabaja ya en una misión para recogida de muestras que oriente los objetivos científicos con mayor precisión.
La estrategia de la ESA, al abrir el proyecto a la participación de todos los países que lo deseen, ha creado una situación de competencia en la que nadie quiere quedarse fuera. El país que lidere, por ejemplo, la extracción de Helio-3 en la Luna, obtendrá una posición privilegiada en cuestión de materias primas que puede determinar el liderazgo económico global de un futuro no tan lejano.

Problemas energéticos

Según Ouyang Ziyuan, científico jefe del Programa de Exploración Lunar chino, el satélite está lleno de helio-3 y la minería de ese isótopo en la Luna podría resolver los problemas energéticos del mundo, proporcionando energía renovable a través de la fusión nuclear. Rusia, por su parte, a pesar de la crisis económica, considera prioritaria su aportación al proyecto de las «trincheras lunares» de un metro y medio de profundidad para protegerse de los rayos cósmicos. La construcción de esta base podría comenzar en 2019 con la misión Luna 25 o Luna-Glob. Sin olvidar que este mismo mes lanzará la misión ExoMars hacia Marte en busca de signos de metano con el instrumento NOMD, capaz de analizar la composición de la atmósfera del Planeta Rojo.
«La cuestión es que varios países están planeando misiones a la Luna o a Marte y han encontrado en nuestro proyecto una palanca sobre la que sumar esfuerzos», concluye Woerner, que presentará este mismo año la idea al consejo ministerial.