El teórico español sostiene que vivimos en la era de la “autocomunicación de masas” y destaca que, si bien no hay un control absoluto de contenidos, sí existe un estado de “vigilancia permanente”. “La política hoy es mediática“, asegura.
Obsesionado con las diversas manifestaciones del poder y la forma en que se ha valido de las herramientas de la comunicación, a lo largo de la historia, el sociólogo Manuel Castells destaca el nivel de penetración y horizontalidad que tiene Internet en la constitución de nuevos movimientos sociales y expresiones contestatarias. El teórico español visitó la Argentina esta semana que pasó para recibir el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de San Martín (UNSAM) y expuso sus análisis en una conferencia sobre “La teoría del poder en la sociedad red”, donde habló sobre las formas de ejercicio del poder en lo que denomina la era de la “autocomunicación de masas” y, previamente, contó algunas de estas ideas a la prensa.
Castells expuso que “una de las formas centrales del poder ha sido la construcción del sentido en las mentes humanas a través del control de la información. En la medida en que hay una transformación en la información y la comunicación, hay una transformación en que se ejerce el poder y el contrapoder, también”. En ese sentido, el sociólogo propuso que “estamos más inmersos que nunca en ese universo de la comunicación y que los contenidos, las señales, las imágenes que pueblan ese universo son absolutamente determinantes en las formas de poder que vivimos. Por ejemplo, la política hoy es mediática. Lo que no es mediático no existe en política. Al mismo tiempo, se ha desarrollado una forma de comunicación que yo llamo autocomunicación de masas, basada en Internet y redes móviles. Al mismo tiempo que el universo de la comunicación hacía más importante la capacidad de los poderes existentes –económico, militar, político– de penetrar en las mentes de las personas, todos hemos recibido una capacidad de crear imágenes, informaciones en redes horizontales que escapan al control del poder y proyectan imágenes, ideas, posibilidades alternativas”, dijo.
Para Castells, los movimientos sociales surgidos a través de la red “son las formas más eficaces de contrapoder que han existido, porque escapan al control de la información, no pueden ser detectados antes de que exploten y están constantemente en evolución. El poder de comunicación es cada vez más importante, tanto en el ejercicio del poder de control sobre las personas como en la capacidad de las personas de sustraerse a ese control y proponer sus propios proyectos transformados en imágenes.”
El teórico español propuso una reveladora forma de entender la supuesta dicotomía entre virtual y real. “Lo real es todo”, define. “Hoy día, cuando usted está en las redes sociales, es usted. De lo más real que hay en nuestra vida es lo que vivimos en Internet. Y vivimos siempre en un plano híbrido entre los planos de la realidad, de contacto directo y de contacto virtual “. Lo mismo ocurre en la conformación de los nuevos movimientos sociales, según Castells. “Empiezan siempre en Internet, en el espacio público de Internet, y siempre se conectan a un espacio público urbano, que ocupan y desarrollan finalmente un espacio institucional. Son tres tipos de espacios pero construidos a través de una autonomía que representa ocupar el espacio en Internet. Lo que suele suceder es que cuando un movimiento no autorizado que representa un desafío al orden establecido ocupa un espacio público físico es relativamente fácil para la policía dispersarlo, pero nunca pueden del ciberespacio, donde sigue existiendo, se reorganiza y toma nuevas iniciativas que se van expresando de otras formas, tanto en el espacio físico como en el virtual.”
Acerca de posibles controles de las acciones públicas en la red, Castells planteó que no existe un “control” real, aunque sí un estado de “vigilancia” permanente. “En Internet todos podemos decir lo que queremos cuando queremos y de la manera que queremos. El tema es qué pasa después. Internet no está controlado, pero está vigilado. Eso quiere decir que al mensajero se lo puede identificar, localizar y reprimir. Según los casos, una multa, la cárcel o la ejecución. Pero al mensaje no, entonces el mensaje se difunde y es eterno. Los mensajeros caen, pero no los mensajes. El problema es para los mensajeros. Lo que también prueban las experiencias de los últimos años es que la intimidación no detiene a los movimientos sociales políticos. El hecho de que podamos ser vigilados y, por tanto, reprimidos no detiene a los movimientos sociales, lo mismo que la gente está dispuesta a tomar riesgos en una situación de indignación o presión, de la misma forma, la expresión en Internet es una llamada que tiene riesgos, pero si el mensaje tiene un contenido al que muchas personas son sensibles, se expande rápidamente.”
Una de las características más salientes de Internet es lo que se llama “viralidad”. Es decir, la posibilidad de que un mensaje se reproduzca a través de la replicación masiva de los usuarios. “No hay ningún tipo de comunicación en la historia con mayor viralidad que Internet. No se puede controlar, se difunde rápidamente y todo depende de cuánto resuena o no en las mentes de millones de personas”, dice Castells.
“Sabemos que todos los movimientos sociales de nuestro siglo surgirán así. Por Internet”, aseguró Castells, pero aclaró: “No es Internet el que los hace los movimientos. Es la sociedad que utiliza el espacio de Internet para desarrollar esos movimientos. Sabemos que los movimientos de nuestro tiempo nacen en Internet, de forma autónoma, espontáneamente, y no necesitan líderes, porque tienen la capacidad de articulación, de organización y debate propias. Habrá más o menos movimientos, depende de las tensiones, humillaciones y opresiones que haya en cada sociedad y de la capacidad de la clase política de integrar o no esas tensiones”.
La exclusión de la red, la peor
El sociólogo Manuel Castells considera que lo que se conoce como “brecha digital”, que es la distancia entre los que tienen acceso a la tecnología y los que no, está marcada por una cuestión etaria más que económica. “La exclusión de la red es hoy la peor exclusión del mundo en este momento”, comienza, y luego describe: “La principal divisoria digital, hoy día, es por edad. Datos y calidad de acceso, pero no el nivel de acceso. Hay 3 mil millones de usuarios de Internet en el mundo, hay 6800 millones de números de teléfonos móviles en activo. Toda la humanidad está conectada, prácticamente. Argentina, por cierto, tiene la tasa mayor de números móviles por persona en el mundo: 125 por ciento. Claro que hay desigualdad en la calidad, en el equipamiento, pero hay menos desigualdad que en el patrimonio y el ingreso. Las sociedades son desiguales, por lo tanto, el que es más tiene mejor acceso a Internet. Pero en el acceso y la difusión la divisoria es por edad. Cuando mi generación haya desaparecido, no habrá divisoria.”