Le gana a las gaseosas, la cerveza y al vino. Y es bueno para la salud.
En el 98 por ciento de los hogares argentinos se toma mate. Y mucho. Tanto, que un estudio del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), midió que cada argentino ingiere un promedio de 100 litros de mate al año, una cantidad altísima si se la compara con otras bebidas, ya que lo siguen de lejos las gaseosas, con 50 litros “per cápita”; la cerveza, con 34; el vino, con 30; y el agua mineral, con 18.
Consagrada como la bebida argentina por excelencia, otra investigación, en este caso de Navarro Market Research, precisó que se consume mate a un promedio de tres preparaciones diarias.
Según los especialistas, al tomar mate uno se hidrata y la infusión, además, tiene múltiples beneficios para la salud, como que es anticolesterolémica -arrastra el colesterol malo gracias a sus taninos, que también hacen que la infusión sea antioxidante- y asimismo, facilita la diuresis, por lo que está indicado para personas con hipertensión arterial.
Sus fanáticos, además, señalan que no sólo es una bebida sino que también es un alimento, ya que tiene una gran concentración de vitaminas del grupo B, y tiene, además, una sustancia que se llama “xantina”, que es un “aminodespertador” o energizante natural.
Valeria Trapaga, la primera sommelier del mundo especializada en cata de yerba mate, apunta que “lo queremos tanto al mate, se convirtió en un ritual tan incorporado a nuestras vidas, que no nos detenemos a observarlo, mirarlo, olerlo y tocarlo, porque para disfrutar una buena infusión es necesario usar los cinco sentidos”.
En cuanto a la vista, la especialista explica que “el color de la yerba tiene que ser verde claro con tonalidades amarillentas, mientras que las hojas deben exhibir un aspecto limpio y parejo en su color y formas, y los palos tienen que estar lo más enteros posible”.
“A la hora de pensar en el tacto -dice- sabemos que la hoja de yerba mate debe ser bien seca y que el polvo debe desprenderse fácilmente de la palma de la mano, mientras que en cuanto al olfato debe sentirse un aroma a hierba seca con un leve dejo tostado que puede apreciarse pleno, puro y hasta complejo según su procedencia. Y al tomar un puñado de yerba y presionarlo acercándolo al oído, debe percibirse un crujido sutil. Eso es algo virtuoso, porque indica que dicha yerba pasó por un buen proceso de secanza”.