La empresa japonesa ampliará su capacidad de producción. La alemana, en cambio, la reducirá.
Flexibilidad, organización “justo a tiempo” y trabajo en equipo. El modelo de producción japonés se parece mucho al que impulsa el Gobierno en sus acuerdos de productividad. Pero además presenta un rasgo distintivo: Toyota es la única terminal que se expande y hasta capta personal de otras fábricas, mientras varias automotrices suspenden o aguardan señales de Brasil. Así, acaban de firmar un acuerdo por el que podrían absorber personal que tenga que dejar la planta de Volkswagen.
Después de invertir US$ 800 millones y modernizar su planta de Zárate, la firma nipona busca ahora cubrir 300 puestos en las próximas semanas. Y a pedido del sindicato metalmecánico (Smata), la compañía abrió un plan el 31 de enero para que se candidateen operarios de Volkswagen de la planta de General Pacheco. El plazo es hasta el 20 de febrero.
“Hubo una iniciativa del gremio de buscar personal de otras fábricas que estuviera capacitado y estamos incorporando gente para aumentar la producción”, confirmó a Clarín Daniel Afione, gerente general de asuntos corporativos de Toyota.
El plan de Toyota es pasar de las 97.000 unidades fabricadas en 2016 a 130.000 este año.
La propuesta del Smata, encabezado por Ricardo Pignanelli, apunta a descomprimir la situación en Pacheco, donde Volkswagen recortó el tercer turno y ya redujo la mitad de 1.200 empleos “sobrantes”.
Además, tal como anticipó Clarín, la terminal alemana extendió la semana pasada 600 suspensiones hasta junio del 2018, a cambio de “estabilidad laboral”. Por los problemas en Brasil, Fiat también anunció suspensiones desde el 8 de febrero en Córdoba. Es el mismo caso de Renault.
El caso de Toyota es diferente. El año pasado logró colocar el 70% de sus Hilux (simple cabina, doble, y SW4) en nuevos mercados: Perú, Chile y Ecuador. Mientras que Panamá, Nicaragua, Costa Rica y el Caribe se abrirán en 2017. Una inserción internacional despierta admiración en el Gobierno.
El 30 por ciento restante de la producción de la empresa se vendió en el mercado interno, gracias al repunte del campo que demanda más pick up. De Brasil, en tanto, importan el Corolla y el Etíos.
La empresa japonesa viene de robotizar gran parte de sus líneas y ampliar la sección de pintura, distribución y motores. Construyó además depósitos para piezas y sumó nuevas matrices en su planta, donde trabajan 4.100 operarios, 400 más que en 2016.
La apuesta de la terminal motivó tanto al Gobierno que el Presidente realizó un acto en marzo del año pasado en la fábrica, donde elogió la “cultura del trabajo” y felicitó a Pignanelli.
El ritmo de trabajo es otra de las claves del modelo fundado por el ingeniero Taiichi Ohnor. Mientras otras terminales producen una unidad cada 2,30 minutos, Toyota lo hace en 1,50 minutos. Los operarios trabajan en turnos de 9 horas y 10 minutos, con dos paradas de 10 minutos y una de 40 para almorzar. Un respiro menor del permitido por ejemplo en la planta de Ford, el emblema de la industria automotriz en tiempos de keynesianismo.
La firma modificó su convenio en 2016. Una de las pocas variaciones fue el premio por presentismo: el empleado lo pierde con solo faltar un día en tres meses. Así, el esquema toyotista tiende a una mayor intensificación del trabajo. Por ello, el desgaste y el recambio de personal es mayor que en otros casos.
Según fuentes gremiales, cerca de 300 operarios con enfermedades laborales están fuera de la fábrica a la espera de ser “reubicados”, mientras reciben un sueldo por el plazo de un año. Una cifra similar a la que se busca cubrir ahora con incorporaciones.