Prevén que el número de víctimas aumente.
Las bolsas con cadáveres se colocan una al lado de la otra en una fosa común que voluntarios excavaron este lunes en la ciudad indonesia de Palu para enterrar a los muertos tras el terremoto de magnitud 7,5 y el tsunami de hasta 6 metros que azotaron el viernes último la isla de Célebes.
Según el último balance de la agencia de gestión de desastres, hay al menos 844 muertos y 48.000 desplazados. Pero se prevé que el número de víctimas fatales aumente. Y de hecho la ONG local Aksi Cepat Tanggap ya contó 1.203 los cuerpos entre Palu y Donggala.
Mientras, socorristas siguen tratando de encontrar sobrevivientes entre los escombros y el gobierno solicitó ayuda internacional.
La fosa en Palu es de unos 10 por 100 metros y su tamaño puede aumentar si es necesario, comentó Willem Rampangilei, jefe de la Agencia Nacional de Mitigación de Desastres.
“Esto debe hacerse lo más pronto posible por motivos de salud y religiosos”, dijo. Indonesia es de mayoría musulmana y las costumbres dictan que los entierros se llevan a cabo poco después del deceso, por lo regular en el primer día.
Decenas de agencias humanitarias y otras entidades se brindaron para asistir, aunque los envíos resultan complicados porque hay carreteras cortadas y aeropuertos dañados.
“No tenemos mucha comida. Sólo pudimos tomar lo que teníamos en casa. Y necesitamos agua potable”, declaró Samsinar Zaid Moga, una mujer de 46 años.
“Lo más importante son las tiendas, porque ha llovido y hay muchos niños aquí”, añadió su hermana, Siti Damra.
“¡Llevamos 3 días sin comer!”, gritó otra mujer. “¡Sólo queremos estar a salvo!”
Oxfam “prevé aportar ayuda a potencialmente 100.000 personas”, alimentos instantáneos, equipos de purificación del agua y de tiendas, indicó Ancilla Bere, una responsable de esa ONG.
Pero “el acceso es un gran problema”, destacó el director del programa de Save The Children, Tom Howells.
El presidente indonesio Joko Widodo autorizó la ayuda internacional de urgencia y las autoridades declararon un estado de emergencia de 14 días.
La mayoría de las víctimas se registraron en Palu, una ciudad de 350.000 habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes, en cuyas colinas de Poboya se dispuso la gigantesca fosa común, con capacidad para 1.300 cuerpos.
3 camiones cargados de cadáveres envueltos en bolsas naranjas, amarillas y negras llegaron al lugar. Los metieron en la fosa y los taparon con tierra.
Todas las víctimas fatales fueron fotografiadas para que sus familiares sepan dónde se encuentran enterrados sus seres queridos. Videos muestran a vecinos caminando de bolsa en bolsa y abriéndolas para ver si pueden identificar rostros.
En Balaroa, un barrio periférico de Palu, los daños fueron catastróficos. La zona se transformó en un terreno baldío cubierto de árboles arrancados, bloques de hormigón, restos de tejado y trozos de muebles.
Este lunes los socorristas buscaban entre los restos del hotel Roa Roa, donde se cree que entre 50 y 60 personas quedaron sepultadas. Ya salvaron a 2, de acuerdo con una fuente oficial.
Muchos vecinos siguen tratando de encontrar allegados, desaparecidos, en los hospitales o en las morgues improvisadas.
Aprovecharon el desastre
El gobierno indicó en las últimas horas que alrededor de 1.200 presos escaparon de 3 cárceles de la región.
En un centro de detención de Palu, construido para acoger 120 personas pero con 581 detenidos, la mayoría salió cuando los muros se derrumbaron.
En la cárcel de Donggala se produjo un incendio, aparentemente provocado por los propios prisioneros. Huyeron 343.
“Se asustaron cuando supieron que el terremoto había sacudido fuertemente Donggala”, según Sri Puguh Utami, una funcionaria del Ministerio de la Justicia.
“Los responsables de la cárcel negociaron con los detenidos para permitirles ir a informarse sobre la situación de sus familias. Pero algunos de los detenidos no tuvieron suficiente paciencia y prendieron fuego.”
Cuando el desastre ocurrió había en Palu 71 extranjeros, la mayoría de los cuales son repatriados, sostuvo el vocero de la agencia de gestión de catástrofes, Sutopo Purwo Nugroho.
Este terremoto fue más potente que los temblores que dejaron más de 500 muertos y unos 1.500 heridos en la isla indonesia de Lombok en agosto último.
Indonesia, un archipiélago de 17.000 islas e islotes, se encuentra en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico: es uno de los países del mundo más propensos a sufrir desastres naturales.