Estaba en juego un negocio de u$s700 millones anuales para la industria nacional. Los detalles de la medida se darán a conocer en breve.
El Gobierno de Estados Unidos finalmente alcanzó un acuerdo con la Argentina para eximirla de los nuevos aranceles al acero y al aluminio impuestos por el presidente Donald Trump.
Los aranceles del 10% al aluminio y del 25% al acero entraron en vigor a finales de marzo, pero Estados Unidos eximió temporalmente a algunos de sus principales socios para negociar con ellos acuerdos comerciales paralelos.
El Gobierno de Estados Unidos aclaró que el pacto con Argentina -y en el que también están incluidos Brasil y Australia- son “principios de acuerdo” cuyos detalles se darán a conocer próximamente.
“En todas estas negociaciones, el Gobierno se centra en cuotas que restrinjan las importaciones, eviten el transbordo y protejan la seguridad nacional”, afirmó la Casa Blanca mediante un comunicado.
Cabe destacar que estaba en juego un negocio de u$s700 millones anuales para la industria nacional, dado que el país exporta hacia Estados Unidos más de u$s500 millones en aluminio y u$s200 millones en acero.
Algunas de las empresas que podían haberse visto afectadas eran Aluar (principal productora de aluminio) y el Grupo Techint.
La estrategia del Ministerio de Producción y la Cancillería Argentina frente al Departamento de Comercio de los Estados Unidos fue demostrar la baja participación que tienen las ventas nacionales en el mercado norteamericano.
Según datos oficiales, las exportaciones argentinas representan sólo 0,6% del acero y 2,3% del aluminio de todas las importaciones que hace EE.UU. en ambos rubros y por lo tanto, según ratificó el Gobierno de Macri, la Argentina no es causante ni contribuye a las distorsiones que afectan a los mercados mundiales.
Durante las negociaciones, la Casa Blanca había dicho que estaban reevaluando el caso porque “EE.UU. tiene una importante relación de seguridad con Argentina”.
Además, destacaba “el compromiso compartido de apoyar mutuamente temas de seguridad nacional en Latinoamérica, particularmente la amenaza por la inestabilidad en Venezuela; el compromiso compartido de afrontar los excesos globales de capacidad de producción de acero; la inversión recíproca en nuestras respectivas bases industriales y la fuerte integración económica entre nuestros países”.
Una ley controvertida
Cabe destacar que Trump invocó una ley comercial de 1962 para levantar protecciones para los productores de acero y aluminio de Estados Unidos por motivos de seguridad nacional, en medio de un exceso de oferta global de ambos metales que es atribuido principalmente a la enorme producción de China.
Durante el anuncio que hiciera en marzo, Trump -que se mostró rodeado por obreros metalúrgicos y miembros de su gabinete- dijo que Estados Unidos quiere “que venga mucho acero a nuestro país. Pero queremos que venga de forma justa. Y queremos que nuestros trabajadores estén protegidos”.
La industria del acero y el aluminio en EE.UU. ha sido “devastada por prácticas comerciales extranjeras agresivas”, apuntó el mandatario, para añadir que se trató de una “verdadera agresión contra nuestro país”.
En la visión de Trump, la masiva importación de acero y aluminio hizo que “las fábricas hayan sido abandonadas para que se pudran y se cubran de herrumbre. Las comunidades se tornaron pueblos fantasmas. Eso se terminó”.