Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, corre el riesgo de desaparecer si la “traga” la mina que corre por debajo de ella. Está en el lugar de extracción de hierro más grande del mundo. La solución será trasladar los edificios pequeños y reconstruir los grandes en un lugar más seguro.
Kiruna es un poblado sueco junto al Ártico con una semblanza bucólica propia de la serie Heidi, con un paisaje que combina el blanco nieve con las coloridas fachadas de las casitas, los bares y edificios de baja altura. Pero la acción de las tuberías de una mina de hierro próxima pudrió el suelo a punto tal que el pueblo corría el riesgo de desaparecer. La propuesta fue generar una ciudad futurista a dos kilómetros, mudando la actual Kiruna completa pero agregando construcciones contemporáneas. El proyecto del ayuntamiento fue encargado a un equipo de urbanistas encabezado por Göran Cars, profesor de planificación urbanística del Instituto Real de Tecnología de Estocolmo. Pero el municipio no pondrá un peso ya que la obra, de US$ 3.400 millones, será en buena parte costeado por el consorcio minero.
Para la mudanza de 33 edificios y un número similar de casas particulares, se plantean dos escenarios. “Si se trata de un edificio relativamente pequeño -explica Cars-, el procedimiento es excavar debajo de la infraestructura y levantarlo desde sus fundaciones para moverlo con grúas gigantes a su nuevo hogar. Pero para los edificios más grandes -la catedral, por ejemplo-, el procedimiento es mucho más complejo, ya que es necesario desmantelar una a una sus paredes y columnas para reconstruirlas, ladrillo a ladrillo”.
Por su parte, todo el sistema de tuberías y cañerías que conforma la nueva infraestructura de servicios ya está terminado. “Hemos construido un túnel muy grande a través de los cuales viajarán los conductos de electricidad, agua potable y residuales, cloacas y fibra óptica. Ahora es todo más sencillo y económico, ya que antes había que diseñar una tubería para cada cosa”. Además, parte de la estrategia ambiental es aprovechar el humo de las chimeneas de la mina para calentar el agua, logrando un ahorro en el 30 por ciento de la energía utilizada y las construcciones también estarán mejor calefaccionadas.
El costo de mudar Kiruna será cubierto en su mayoría por el consorcio minero, que ya aportó US$ 2.250 millones. Los US$ 1.100 millones restantes provendrán de un fondo conformado por la industria privada “Cuando la empresa minera tuvo que decidir si cerrar la mina o continuar operando y pagar una compensación, estimaron que les salía más barato cubrir la reubicación que el cierre del emprendimiento”.