Sergio Lambertucci, experto en cóndores, publicó un artículo en la revista “Science” en el que advierte sobre un crecimiento en los conflictos entre pájaros y aviones, torres de electricidad y otros objetos que ocupan el cielo.
Aviones, torres de electricidad, molinos de viento, edificios y drones se están adueñando del cielo que antes les pertenecía a los pájaros. Cada vez hay más conflictos entre los seres humanos y la vida salvaje por el espacio aéreo.
El investigador Sergio Lambertucci, de la Universidad Nacional del Comahue (Unco), publicó ayer un artículo en la revista científica Science en el que da detalles de “esta guerra en los cielos” y propone la creación de reservas o parques aéreos, entre otras medidas.
“El aumento exponencial en el uso del espacio aéreo por el hombre, especialmente en las últimas dos décadas, está generando conflictos con otras especies que usan el aire”, apunta el biólogo que trabaja en ecología y conservación de grandes voladores como cóndores y otras rapaces.
El trabajo de Lambertucci, del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma) de la Unco, también fue firmado por Rory Wilson y Emily Shepard, de la Universidad de Swansea (Reino Unido).
“Es importante que se haya publicado en Science, porque eso asegura una mejor difusión en los medios para que el tema llegue a la gente y a los políticos que son los que deben tomar decisiones”, asegura.
Muertes en los dos bandos
En EE.UU., el último reporte indica que hubo casi 39 mil choques de aves con aviones entre 1990 y 2004. La mayoría de los accidentes ocurrieron por debajo de los 150 metros. Este país pierde 900 millones de dólares anuales por este problema.
“El rango de altura en el que vuelan las aves se concentra en los primeros 200 metros, donde se producen casi todas las colisiones. Luego hay menos abundancia hasta los mil metros y de allí para arriba se reduce significativamente”, detalla Lambertucci.
Los choques también matan seres humanos, aunque en menor cantidad. Según el trabajo de Lambertucci, desde que vuelan los aviones, 200 personas fallecieron en el mundo por esta causa.
Según el investigador, todos los planes de manejo de la vida silvestre tienen en cuenta sólo la tierra con la creación de parques y reservas naturales. Lambertucci plantea crear lo mismo pero para proteger el espacio aéreo en forma permanente o temporal.
Pero antes apunta: “Primero hay que invertir en entender mejor cómo se mueven las especies para luego evitar tener que tomar medidas de mitigación”.
Y ejemplifica: “Muchos sitios en donde se están por instalar parques eólicos en la Patagonia pueden ser muy nocivos para los cóndores. Y a veces con sólo mover un poco el sitio donde se instalará el parque, se reduce el impacto en la fauna”.
Lambertucci sostiene lo mismo con la instalación de aeropuertos y precisa que deberían construirse en lugares donde los aviones van a tener menos interacción con las aves.
Señala que, además de los aviones, el principal problema de las aves son las colisiones con edificios. En Europa ya están pidiendo sistemas anticolisiones, por ejemplo, con la colocación de siluetas de aves rapaces en los vidrios para alejar a sus posibles presas o con el uso de luz ultravioleta, la cual es vista y evitada por las aves.
El investigador además apunta que no sólo las aves utilizan el espacio aéreo. El polen y algunas bacterias transitan por el aire. Todas estas partículas también intervienen en el clima.
Preocupación por los drones
A Lambertucci también le preocupa el uso de drones, pequeños vehículos aéreos no tripulados.
“No sabemos cuál es el impacto que tienen sobre las aves. Algunas rapaces atacan a los drones y pueden tener efectos fisiológicos o de comportamiento que desconocemos porque nadie lo estudia”, dice.
Amenazas
Aviones. Cerca de 39 mil colisiones de aves con aviones se reportaron entre 1990 y 2004 en EE.UU. Además de las muertes de los animales, las pérdidas son millonarias para las compañías aéreas.
Edificios. El choque con edificios es la segunda causa de muerte de las aves silvestres en EE.UU., luego de las que provocan los predadores domésticos como los gatos.
Drones. Estos pequeños vehículos aéreos no tripulados representan una nueva amenaza para las aves. Según Lambertucci, no hay estudios que indaguen sobre sus consecuencias en la fauna.