Uno de los motivos del éxito de esta iniciativa es que el queso parmesano necesita un largo proceso de maduración, que va desde los 18 a los 36 meses.
El banco italiano Credito Emiliano ha sido estudiado por la Universidad de Harvard debido a que acepta como garantía de los préstamos ruedas gigantes de queso Parmigiano-Reggiano, una esta extraña modalidad de aval que lleva practicando desde 1953. En el estudio Credem: Banking on Cheese, la universidad analiza cómo este banco permite a los productores locales de queso avalar sus préstamos con este producto, tan demandado en todo el mundo. Pero esto no es todo, la propia entidad cuenta ya con cámaras climatizadas para tratar estos productos y adquirir experiencia en un nuevo sector de riesgo para diversificar el negocio.
Uno de los motivos del éxito de esta iniciativa es que el queso parmesano necesita un largo proceso de maduración, que va desde los 18 a los 36 meses. Cuanto más tiempo madura más sabor tiene y más caro es, por eso “los productores se enfrentan a plazos de entrega muy largos”, explica Nikolaos Trichakis, uno de los investigadores de Harvard a Forbes. “Básicamente, tienen capital circulante vinculado a existencias durante dos años. Podrían acortar la maduración para reducir costes, pero entonces el queso que comemos no sería tan sabroso”.
Todo ello, teniendo en cuenta que las empresas de Parmigiano-Reggiano suelen ser compañías pequeñas, familiares y muy atomizadas, el acceso al crédito es fundamental. Por eso, este banco regional italiano ha visto una buena oportunidad en aceptar estas ruedas de queso como garantía de préstamo. De hecho, para ello ha instalado en la región una planta de almacenaje de última tecnología, mucho mejor de la que pueden poseer estos productores locales.
Según explican en Forbes, como el queso se madura bajo el propio techo del banco, este está constantemente al tanto de lo que vale el producto. Si los productores no pagan sus préstamos, el banco vende su garantía en el momento de la maduración.
“Desde el punto de vista del banco, casi no hay riesgo”, cuenta el profesor Trichakis. “Tienen la garantía en su poder todo el tiempo que está envejeciendo. Así que en el momento en que ven algún problema -como burbujas, por ejemplo- pueden decir: ‘Oh, esa garantía no vale tanto como pensábamos’. Y pueden llamar inmediatamente a los productores y advertirles de este problema”.