Nace un peculiar barrio rojo en Ámsterdam tras el cierre de varios prostíbulos. Con el apoyo de entidades como Rabobank y aseguradoras sanitarias, busca una industria “más limpia y segura”.
Nadie sabrá gestionar mejor el negocio de la prostitución como quienes lo ejercen. Son ellas las que conocen todos los problemas con los que tienen que lidiar, las carencias del día a día y los impedimentos legales que afrontan o sufren a fin de mes. Es la conclusión a la que ha llegado el Ayuntamiento de Ámsterdam para decidirse a aceptar a idea de un “burdel municipal” en manos de un grupo de profesionales del sexo, para que ellas mismas se hagan cargo de su gestión, y no funcionarios ajenos al negocio.
Una fundación formada por prostitutas, My Red Light, propuso a la alcaldía abrir este peculiar barrio rojo, que incluirá escaparates para mujeres, hombres y transexuales que se dediquen o quieran dedicarse a la prostitución. Estará situado en la zona de Wallen, donde las autoridades han tenido que cerrar ya varios prostíbulos por escándalos de explotación sexuales. Los mismos edificios fueron vendidos a un fondo de inversión social, y cuatro de ellos están siendo ahora gestionados por esta agrupación de trabajadoras sexuales.
“Esta manera de autogestión significa que somos conscientes de lo que es importante para las trabajadores sexuales en cuanto a su ámbito de trabajo. El dinero que se obtenga del alquiler de los 14 escaparates será invertido en iniciativas para mejorar la situación social de las prostitutas. Además, se ofrecerán talleres para ayudar en cuestiones de seguridad y profesionales”, explicó Richard Bouwman, un portavoz de My Red Light. La iniciativa, añaden desde el municipio de Ámsterdam, tiene el objetivo de hacer de la industria de la prostitución una “más limpia” y “segura”. De hecho, se ha establecido también un espacio común en el que las trabajadoras puedan relacionarse, hablar, tomarse algo y compartir sus experiencias. De momento, el proyecto ya cuentan con el apoyo de importantes prestamistas, como el holandés Rabobank, y de aseguradoras sanitarias que ofrecen cobertura a las prostitutas.
My Red Light se hará cargo de cuatro edificios totalmente renovados, todos en el mismo área, lo que supone 14 escaparates donde hombres y mujeres podrán ofrecen sus servicios, y unas 26 habitaciones de trabajo. Según la institución, todo está amueblado “a deseo de las trabajadoras” sexuales, de forma más atractiva. Con ayuda de arquitectos profesionales, las habitaciones tiene un toque “más lujoso” que en el resto de barrios rojos del país. Los suelos son de azulejos de colores oscuros, y las paredes de unos 1,60 metros, lo que las hace más fáciles de limpiar. Con unas cortinas de tela de aspecto de cuerpo, siempre -especifica la fundación en una nota- adaptándose a los requisitos de higiene. El acceso también es más discreto, lo cual hará del negocio en esta zona céntrica de Ámsterdam mucho más atractivo para los clientes.
Una empresa “como otra cualquiera”
Las prostitutas pueden también ajustar la iluminación, que tendrá más opciones y colores que la habitual luz roja que siempre ha caracterizado a estos lugares. Aunque, naturalmente, también se utiliza el color rojo para varias cosas, como los asientos, las sábanas o las cortinas. Las habitaciones tienen diferentes colores y diseños, además de un espacio y facilidades para personas discapacitadas, y una sala de sexo en grupo. La fundación está compuesta por trabajadores sexuales que legalmente comparten una propiedad y regulan sus propias actividades, precios y condiciones de trabajo. Jurídicamente, se trata de una empresa como otra cualquiera, lo que según el Ayuntamiento tiene el objetivo de normalizar el negocio y fortalecer la posición de las trabajadores sexuales. Por eso, el ayuntamiento solo tendrá el papel de inspección y vigilancia. Según el diario holandés ‘Trouw’, el precio de alquiler para cada trabajadora será de 80€ para un turno de día y el doble si es por la tarde o noche.
En declaraciones a El Confidencial, Caja, una prostituta holandesa que prefiere mantener su apellido en el anonimato, denuncia la escasez de derechos que tiene ella y sus compañeras a la hora de ejercer esta profesión, a la que ella se dedica desde hace 18 años. “Legalmente, somos trabajadoras como todos los demás: pagamos nuestros impuestos y nos tenemos que dar de alta en la Cámara de Comercio como autónomas. Pero nuestros derechos no son los mismos. No es nada fácil tener un seguro médico, ni acceder a las pensiones. No tenemos derecho a ponernos enfermas”, asegura. Sin embargo, la situación de las prostitutas que trabajen en este nuevo barrio será distinta: recibirán apoyo para el emprendimiento, tendrán acceso a múltiples cursos y formación, y no pagarán el alquiler durante las vacaciones ni cuando estén enfermas.
La idea de este nuevo barrio, en el que las prostitutas sean dueñas de sí mismas, es un paso más hacia el fin de la explotación sexual que sigue existiendo entre las calles de Ámsterdam, a pesar de la legalización de esta profesión. Son muchas las mafias, especialmente de Europa del Este, que trafican con mujeres y las obligan a prostituirse contra su voluntad, y en contra de todos los esfuerzos policiales para frenar este crimen. “En Holanda, cerca del 8% de las prostitutas ejercen obligadas, pero ese ese número es aún mayor en los estudios que tienen en cuenta la “fuerza financiera” que lleva a muchas mujeres a dedicarse a la prostitución solo para ganar dinero”, añade Caja, para quien los barrios rojos deben ser considerados como cualquier otra atracción más. “Como un cine, un teatro, o un bar…”, afirma esta prostituta que también fundó una asociación para luchar por los derechos de sus compañeras.
Según My Red Light, muchas profesionales han mostrado ya su interés en regentar escaparates en este nuevo barrio, aunque se desconoce cuántas personas hay hasta ahora en este proyecto y quiénes comenzarán a trabajar al abrir sus puertas. El prostíbulo ya ha logrado su licencia y puede ponerse en marcha de inmediato, pero aún se están llevando a cabo las entrevistas de admisión y los procedimientos sanitarios previos. Todas las personas son bienvenidas, dicen la fundación.
En los Países Bajos, la prostitución es legal desde el año 2000, siempre que el sexo sea consensual y entre dos adultos. Los propietarios de los “burdeles” pasan un proceso de selección bastante estricto y la edad mínima de las prostitutas es de 21 años. “Hay todo tipo de gente interesada, mujeres de diferentes orígenes y nacionalidades se han puesto ya en contacto con nosotros, y algún que otro hombre nos ha escrito por email”, declaró a la prensa Justine le Clercq, de la fundación que busca hacer historia en los derechos de la profesión más antigua del mundo.