La decisión ha desatado polémica pero la escuela quiere proteger a los niños de familias homosexuales, monoparentales y con padres fallecidos.
Un colegio de Bruselas ha sido duramente criticado por su decisión de que los alumnos no preparen regalos para conmemorar el Día de la Madre, que en Bélgica se ha celebrado este domingo. La escuela Singelijn, que presume de ser una de las más vanguardistas educativamente de la ciudad, envió días atrás un correo electrónico a los padres para explicarles que, por primera vez, los menores no elaborarían en horario escolar el tradicional obsequio. La medida —que aplican colegios de toda Europa, también en España— no ha sido una ocurrencia espontánea. Los responsables del centro llevaban meditando sobre ello desde hace años, y con el cambio afirman querer adaptarse a la transformación de la sociedad.
“En la escuela Singelijn estamos orgullosos de tener una amplia diversidad de familias y culturas con toda su riqueza y complejidad. Para permitirles celebrar —o no hacerlo— los días de la madre y del padre de la manera que estimen oportuno, hemos decidido que los niños no preparen regalos en el horario escolar. Os deseamos buenos momentos en familia. Sea del tipo que sea”, dice el mensaje enviado por el colegio.
El anuncio ha despertado la indignación de algunos padres de la escuela, en la que estudian 620 alumnos. “Hay padres que han fallecido, otros con los que los niños no tienen contacto, familias monoparentales u homosexuales, o padres que no reconocen al menor”, justificó Dominique Paquot, director del centro, en declaraciones a la cadena de televisión belga RTBF. Paquot ha reconocido al diario Le Soir que subestimaron “el impacto emocional” que la medida podía generar en los padres.
Tras conocerse la decisión. el debate ha adquirido una dimensión nacional con las redes sociales como epicentro. La polarización es clara: al colegio han llegado correos electrónicos insultantes y otros de agradecimiento. “¿Qué tiene de malo celebrar a los padres? Es absurdo”, opina en Facebook una mujer crítica con la norma. “¿Acaso es culpa de mis hijos que otros niños no puedan celebrar a sus madres?”, lamenta otra.
“Me gusta recibir regalos. ¿Pero debemos mantenerlos aun a costa del sufrimiento de algunos niños?”, rebate un padre. “Cuando una amiga murió a los 37 años dejando atrás dos hijos pequeños fue cuando me di cuenta de la crueldad de estas celebraciones”, añade una mujer en la discusión abierta en redes sociales. La guerra dialéctica entre ambas partes también ha dado pie a comentarios que ignoran los nuevos modelos de familia: “Madre solo hay una. Y si eso le molesta a alguien peor para él. Las escuelas que hagan esto deberían ser sancionadas”, defiende una internauta.
El colegio quiere que los niños que han vivido el trauma de perder a uno de sus padres, los que forman parte de una familia homosexual o los que no tienen contacto con su progenitor por otros motivos, eviten el sufrimiento de ver a sus compañeros preparando cuidadosamente el presente que ellos no podrán entregar reviviendo así en algunos casos el golpe que supuso su pérdida o simplemente sintiéndose diferentes del resto. La solución que han dado otros colegios belgas —y que siguen muchos centros europeos— es la de cambiarle la denominación a la actividad. Cuando se acerca una de estas festividades, lo llaman el regalo “para el ser querido” o “para la familia”, sin especificar quién lo recibirá. Así, el menor puede entregárselo a quien prefiera al llegar a casa.
La polémica está servida. La escuela, situada en el barrio de Woluwe-Saint-Lambert, uno de los más acomodados de la capital belga, ha abierto un debate que genera posiciones encontradas al entrar de lleno en el delicado terreno de la tradición, las relaciones familiares y la empatía.