Un ensayo administra Viagra en recién nacidos, a pesar del trágico final de un experimento anterior

El nuevo estudio afirma que el sildenafilo puede reparar el daño cerebral en neonatos a los que les faltó oxígeno durante el embarazo o al nacer.

La aplicación más popular del sildenafilo, más conocido como Viagra, es el tratamiento de la disfunción eréctil. Pero conviene recordar que surgió primero como una posible solución para la hipertensión arterial. Las dos aplicaciones se basan en que es un vasodilatador; es decir, incrementa el flujo de la sangre. Esto provoca erecciones, aunque también aumenta el riego sanguíneo más allá del órgano sexual masculino.

Esta capacidad suscitó el interés de un equipo de científicos ubicado en Holanda, que administró sildenafilo a mujeres embarazadas con riesgo de parto prematuro por mal desarrollo placentario. El objetivo de este prometedor trabajo experimental era mejorar el flujo sanguíneo a la placenta. Más de 180 embarazadas participaron en el ensayo, que comenzó en 2015. Pero, tras el parto, el estudio tuvo que ser suspendido: murieron 11 bebés, todos del grupo de 90 mujeres que habían recibido el fármaco y no un placebo. Al parecer, los neonatos fallecieron por daños pulmonares graves (hipertensión pulmonar ) que pudieron ser agravados por el medicamento, según trascendió a la prensa.

El estudio, que debía continuar hasta 2020, fue cancelado. Pero también se detuvo temporalmente un ensayo similar que se estaba llevando a cabo en Canadá. Hoy, se presentan los resultados de este estudio clínico, que finalmente siguió para adelante. El equipo de investigadores del Hospital Infantil de Montreal (MCH) dice haber demostrado que administrar Viagra a los recién nacidos puede reparar buena parte del daño cerebral causado por la encefalopatía neonatal.

La encefalopatía neonatal aparece cuando los bebés se quedan sin oxígeno durante el embarazo o al nacer. Se trata de un tipo de daño cerebral que puede dejar secuelas neurológicas muy graves. El problema es que los tratamientos son escasos. La única opción que se utiliza para prevenir el daño cerebral en estos casos es la hipotermia terapéutica, pero casi el 30% de los bebés que la reciben siguen desarrollando grandes secuelas. En este escenario, el sildenafilo oViagra podría ser una opción interesante.

Publicado en The Journal of Pediatrics, se trata del primer estudio de prueba de concepto que intenta “restaurar” el cerebro dañado tras una encefalopatía neonatal. Los resultados indican que el uso de sildenafilo en bebés que han desarrollado estas secuelas a pesar de la hipotermia terapéutica es “factible y seguro”. Esta primera fase también muestra signos alentadores de eficacia, por lo que se seguirá investigando en este campo.

“En la actualidad, cuando un bebé tiene lesiones cerebrales, poco podemos ofrecerle aparte de cuidados de apoyo como fisioterapia, terapia ocupacional o atención especializada. Si tuviéramos un fármaco que pudiera reparar el cerebro, podría cambiar el futuro de estos bebés. Sería una victoria para ellos, para su familia y para la sociedad en general”, explica la Dra. Pia Wintermark, autora principal del estudio, neonatóloga del MCH y científica del Programa de Salud Infantil y Desarrollo Humano del Instituto de Investigación del Centro Universitario de Salud McGill (RI-MUHC).

La investigación en modelos de rata ha demostrado que el sildenafilo puede tener propiedades neurorrestauradoras en pacientes adultos con ictus. Por eso, dicen, era importante saber si este fármaco podía tener efectos similares en el cerebro de los recién nacidos. Los primeros experimentos de laboratorio comenzaron en 2010.

¿El resultado? A los 30 días de vida, cinco recién nacidos tratados con sildenafilo mostraron una curación parcial de la lesión, menos signos de pérdida de volumen cerebral y un aumento de la materia gris profunda. No se observó nada parecido en el grupo placebo.

Nueve de cada diez pacientes también fueron examinados a los 18 meses para evaluar su desarrollo neurológico. En el grupo de sildenafilo, uno de cada seis bebés desarrolló parálisis cerebral, frente a tres de cada tres en el grupo placebo. También se observaron retrasos globales del desarrollo y de la motricidad fina en dos de cada seis niños a los que se administró el fármaco, mientras que todos los niños del grupo placebo (3/3) los sufrieron.

Las evaluaciones a los 30 días y 18 meses descartaron cualquier efecto adverso a largo plazo y mostraron “resultados alentadores para el futuro”. Se llevarán a cabo nuevos estudios en cohortes más amplias de neonatos para confirmar los resultados de la fase I, definir la dosis óptima de sildenafilo y establecer su potencial neuroprotector y neurorrestaurador.

Un bebé murió durante el ensayo, por causas ajenas
Entre 2016 y 2019, la Dra. Wintermark y su equipo pudieron finalmente proceder a la primera fase del estudio clínico. En ella participaron 24 bebés nacidos a las 36 semanas de gestación o más, con encefalopatía neonatal de moderada a grave, que habían sido sometidos a hipotermia terapéutica y presentaban daño cerebral a pesar del tratamiento. Del grupo, ocho recibieron sildenafilo a partir del segundo o tercer día de vida, dos veces al día durante siete días (un total de 14 dosis). A otros tres bebés se les administró un placebo.

Durante los 10 primeros días de vida de los niños, los investigadores evaluaron la seguridad del tratamiento registrando la aparición de acontecimientos adversos como hipotensión, empeoramiento de la función hepática, hipertensión pulmonar persistente o muerte. La presión arterial disminuyó ligeramente en dos de los ocho bebés tras la primera dosis de sildenafilo, pero esto no se repitió posteriormente.

Un recién nacido que recibió el fármaco falleció después de que su familia decidiera pasar a cuidados paliativos, una elección que a veces hacen los padres cuando su hijo tiene un daño cerebral importante. Sin embargo, este acontecimiento no se considera relacionado con la administración de sildenafilo.

Ningún niño del grupo placebo murió. Por tanto, el estudio concluye que el sildenafilo es seguro y “se absorbe bien en bebés que han desarrollado daño cerebral debido a encefalopatía neonatal y en los que la hipotermia terapéutica ha resultado ineficaz”.