Gabriela González es la vocera del experimento, pero hay más; varios de ellos son cordobeses.
Hija de un contador y licenciado en Ciencias Económicas, y de una profesora de matemática, física y astronomía, la cordobesa Gabriela González, que lidera desde hace casi seis años la detección directa de ondas gravitacionales como vocera del consorcio LIGO, se enamoró de la ciencia desde muy joven.
Educada en una escuela con orientación técnica, el Instituto Sarmiento, recuerda que le gustaba mucho la matemática. “Disfrutaba de la ciencia en general -cuenta, desde Luisiana, donde ocupa un puesto como profesora de la universidad estatal-, pero con la física me parecía que podía explicar todo.”
Gaby, como la presentaron durante la conferencia de prensa realizada ayer en Washington, todavía tiene a su familia en el país y trata de volver todos los años.
Pero no es la única representante argentina en la colaboración LIGO. Entre los más de 1000 investigadores de 15 países y 90 universidades que firman el trabajo publicado ayer en Physical Review Letters, se cuentan varios colegas nacidos y formados en estas tierras. Desarrollan tecnología para el detector y analizan datos.
Uno de ellos es Carlos Lousto, profesor en el Instituto Tecnológico de Rochester del estado de Nueva York, que obtuvo un doble doctorado, en Física en la UBA y en Astronomía en la Universidad Nacional de La Plata.
Sus cálculos con supercomputadoras reproducen la observación de la fusión de agujeros negros. “Las ondas detectadas concuerdan fuertemente con nuestras predicciones teóricas”, afirmó. Otro es Mario Díaz, director del Centro de Astronomía de Ondas Gravitacionales de la Universidad de Texas del Valle del Río Grande, que destacó las dificultades que hubo que sortear para llegar a la meta.
Graduado en Física por la Universidad Nacional de Córdoba, aseguró que “nunca antes en la historia de la física moderna la predicción de un fenómeno ha sido tan difícil de observar experimentalmente ni ha llevado tanto tiempo lograrlo”.
Los astrónomos complementan el trabajo en los detectores con la búsqueda de contrapartes ópticas de las señales registradas por LIGO. En esa tarea participó Diego García Lambas, compañero de facultad de Gabriela y de Mario, y actualmente director del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC). Un grupo de astrónomos que lidera García Lambas utilizó el telescopio de la Estación Astrofísica de Bosque Alegre para hacer un seguimiento en las horas inmediatamente posteriores al evento, buscando en el cielo señales visibles del drama cósmico detectado por LIGO. El grupo del OAC fue uno de los 20 de todo el mundo que se ocupó de esa tarea.
“Con Mario nos propusimos armar un consorcio con la idea de complementar las alertas de LIGO -cuenta desde Córdoba García Lambas-, porque el interferómetro no puede saber de dónde llegan las señales. Uno siente, pero lógicamente después quiere ver. En este caso no pudimos encontrar una contraparte visible.” Cuando se le menciona la curiosidad de que haya tantos cordobeses en el proyecto LIGO, el científico explica que en Córdoba el tema de la relatividad general clásica tiene una larga tradición.