La esgrimista Ibtihaj Muhammad se ha convertido un símbolo en su país ya que será la primera deportista estadounidense que compita en unos Juegos con hiyab.
Ibtihaj Muhammad lució radiante en el podio de Budapest 2013 con su medalla de bronce en el campeonato mundial de esgrima y el hiyab de color rojo, blanco y azul que delataba su condición de musulmana.
Esta tiradora nacida en Nueva Jersey se está convirtiendo en un símbolo del deporte estadounidense ya que se convertirá en Río de Janeiro en la primera atleta de esta nacionalidad que compite en unos Juegos Olímpicos con hiyab.
La hija mediana de un detective y de una maestra de educación especial, reivindica con igual pasión su condición de estadounidense y musulmana. Y a sus 30 años espera que su ejemplo sirva para apaciguar la ola anti islamista que prolifera en su país y que no deja de alimentar el candidato republicano a la presidencia Donald Trump.
“Siento que he sido bendecida para estar en esta situación, en esta plataforma. Cuando pienso en mis antecesores, la gente que se han manifestado contra la intolerancia y el odio, pienso que no debo luchar por mí misma, sino también por mi comunicad”, señala la séptima del mundo en la clasificación de sable femenino.
“Hay gente –continúa– que no se siente segura yendo al trabajo cada día, que no se sienten seguros siendo ellos mismos. Y éste es el problema”.
Ibtihaj siguió el camino lógico de una niña en Estados Unidos, probando primero en el clásico béisbol y también con el tenis. Tenía el problema, recuerda, del uniforme, de las mangas y perneras largas. A los 12 años vio cómo practicaban esgrima en una escuela secundaria, vio a los tiradores cubiertos de pies a cabeza y nació su vocación.
Contactó con la Fundación Westbrook, una organización dirigida por el ex olímpico Peter Westbrook para enseñar esgrima a comunidades en el área metropolitana de Nueva York y después obtuvo una beca en Duke, donde fue tres veces elegida All-American.
Muhammad debutó en un Mundial en 2010, colaborando en la conquista del bronce por equipos, y en 2012 ese metal se convirtió en oro. Siempre luciendo su hiyab, el pañuelo en la cabeza que diseña con diferentes colores, lo que le ha llevado incluso a crear una empresa de venta de ropa por internet con sus hermanos, para dar más color a las prendas que visten las musulmans.
Está lista para hacer historia en Río y también contribuir a la integración de la comunidad musulmana en Estados Unidos, “mi casa. Yo soy estadounidense, mi familia siempre ha estado aquí. Así que cuando oigo a alguien decir cosas como que ‘vamos a enviar a los musulmanes de vuelta a su país’, yo pienso ¿y dónde voy a ir? si soy americana”.