El magnate, que prometió sortear un millón de dólares diarios, no se presenta ante el tribunal de Filadelfia.
Hay muchas cosas que se pueden comprar con dinero, pero las elecciones presidenciales de un país no están entre ellas, a pesar de que el multimillonario Elon Musk lo esté intentado con las estadounidenses. Con el objetivo de impulsar la campaña electoral de Donald Trump, el propietario de Tesla prometió dar $1 millón de dólares diariamente a personas seleccionadas al azar que hubieran firmado un documento en el que se comprometían a apoyar la libertad de expresión y el derecho a las armas, una iniciativa electoral que rozaba la ilegalidad. La Fiscalía de Filadelfia demandó al magnate asegurando que ¨estaba indiscutiblemente violando leyes específicas de Pensilvania¨, y ayer un juez había citado a las partes para una primera audiencia. Musk, acostumbrado a ser el quien da las órdenes, desafió al sistema legal y no se presentó a la vista, arriesgándose a que la justicia lo acuse de desacato. Sin embargo, se podría decir que la jugada no le fue del todo mal, porque el magistrado ha decidido que de momento la demanda no avanzará, lo que deja la puerta abierta para que Musk siga regalando cheques hasta después de las elecciones.
El hombre más rico del mundo hizo público su apoyo a Trump poco después del primer intento de asesinato contra el republicano, desde entonces se ha sumado a los agresivos mensajes de su líder contra la inmigración ilegal y se ha mostrado fuertemente en contra de las ¨fronteras abiertas¨. ¨Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra¨, dice el refranero español, pues bien, Musk la lleva lanzando varias semanas y parece que olvidándose de su pasado, porque él mismo inició su carrera empresarial en este país trabajando ilegalmente.
El propietario de la red social X llegó en 1995 a Palo Alto, en California, para realizar un posgrado en la Universidad de Stanford. Nunca se matriculó, sino que se puso a trabajar en su nueva empresa. En 1999, abandonó el programa y se dedicó en exclusiva a construir su compañía Zip2, que más tarde vendió por $300 millones de dólares. Es ilegal trabajar en Estados Unidos sin permiso de trabajo o con un visado de estudiante que él nunca tuvo porque no se presentó al programa, así que Musk trabajó ilegalmente en EE. UU. durante sus primeros años en el país. Cuando la firma de capital de riesgo Mohr Davidow Ventures invirtió $3 millones de dólares en la empresa que el sudafricano había montado con su hermano, una de las condiciones del acuerdo era que ambos tenían 45 días para obtener un estatus migratorio legal. En esto, explica The Washington Post, los inversores estuvieron de acuerdo, ¨nadie quería que deportaran a nuestro fundador¨, reveló Derek Proudian, entonces miembro de la junta directiva de Zip2 al medio.
A pesar de haber vivido un pasado de complicaciones migratorias, el magnate de 53 años ya ha invertido más de $119 millones de dólares en la causa `trumpista´ a través de su organización América PAC, convirtiéndose en el mayor donante de la carrera electoral. Se ha sumado a la fuerte retórica antiinmigrante del expresidente acusando a Kamala Harris de ¨importar votantes¨. Pero su inversión en la campaña republicana no irá a parar a fondo perdido. Si Donald Trump ganas las elecciones el próximo 5 de noviembre, Musk quiere su parte del premio, que básicamente pasa por aprobar políticas que favorezcan sus negocios, que como muchas otras tecnológicas, se han visto afectados por las medidas gubernamentales impuestas por los demócratas los últimos 4 años para luchar contra el cambio climático. En 2018, él mismo dijo que era ¨la mayor amenaza que enfrenta la humanidad¨, pero en una entrevista reciente con The Wall Street criticó el plan de Biden que ofrecía incentivos para aumentar las cadenas de suministro nacionales en la energía solar y eólica. El mismo líder del partido demócrata al que había estado apoyando hasta hace unos meses.
Musk se cobrará su cambio de tendencia política si el exmandatario regresa a la Casa Blanca. Trump en algún momento incluso ha sugerido que su nuevo e íntimo amigo podría encargarse de supervisar ¨la reducción de costes del gobierno estadounidense¨, algo que, en principio, entraría en conflicto con los muchos contratos gubernamentales que tienen sus empresas SpaceX y Tesla. Ambos han hablado también de la creación de un ¨Departamento de Eficiencia Gubernamental¨ que auditaría las agencias federales y eliminaría las regulaciones que no sean necesarias. Los intereses del magnate parecen ir más por una desregulación gubernamental ambiciosa en el ámbito de la exploración espacial, algo de lo que Musk se ha quejado en varias ocasiones asegurando que las medidas de control son excesivas y obstaculizan la innovación, además de impedir su visión futurista de una especie multiplanetaria. ¨Votar por Trump es votar por Marte¨, ha llegado a decir.
El también fundador de empresas como Paypal (que vendió hace 12 años), lleva tiempo tratando de conquistar el espacio con su compañía SpaceX y el subsuelo con su empresa Boring Company, que construye túneles rápidos, seguros y de bajo coste para transporte, servicios públicos y mercancías. Ahora su objetivo es manejar los hilos de la idiosincrasia estadounidense para poder seguir avanzando en sus cruzadas empresariales. Por eso se ha volcado de lleno en la causa trumpista, de hecho, está recogiendo en esta inusual campaña electoral casi la misma cobertura mediática que el compañero de fórmula de Donald Trump, JD Vance, quien trata de llamar la atención del público a golpe de titular, pero no parece funcionarle tan bien como el despilfarro de dólares de Musk. Entre multimillonarios se entienden y hay expertos que aseguran que Trump incluso estaría interesado en conocer la opinión de Musk en algunas temas y decisiones económicas de cara a futuras a leyes estadounidenses.