En una semana, Bonadío indagó a Moreno y pidió capturar a Jaime; procesó a otros ex funcionarios.
En menos de una semana, el juez federal Claudio Bonadío dictó la captura de Ricardo Jaime, secretario de Estado durante seis años y hombre de confianza de Néstor Kirchner, e indagó por abuso de autoridad a Guillermo Moreno, hombre fuerte del Gobierno, protegido por Cristina Kirchner. Todo hace pensar que lo procesará. En los últimos seis meses, elevó a juicio oral la causa de la tragedia de Once y procesó en ese expediente a cinco ex secretarios y subsecretarios del Gobierno.
El magistrado, que está por cumplir 20 años como juez federal, es uno de los más experimentados del fuero y conoce como pocos los pliegues de la política. Por eso estos gestos no pasaron inadvertidos.
Esta actividad judicial en un año electoral alteró la rutina de los tribunales de Comodoro Py 2002, donde hasta hace poco tiempo primaba un ánimo menos belicoso. La reforma judicial impulsada por el Gobierno, que afecta directamente a jueces y fiscales, y los tiempos electorales, provocaron cambios de humor.
De diálogo con referentes políticos nacionales y bonaerenses, Bonadío supo compartir más de un café con el cardenal Jorge Bergoglio, antes de que se convirtiera en el papa Francisco. Peronista, Bonadío, de 58 años, tuvo cercanía con allegados a militantes de Guardia de Hierro en los años 70 y en el inicio de la democracia se acercó al Frente de Unidad Peronista (FUP), de donde surgió como intendente Carlos Grosso. Ahí conoció a Carlos Corach, ministro del Interior de Carlos Menem. Durante ese gobierno fue subsecretario legal técnico de la Secretaría Legal y Técnica y su pliego fue enviado por Menem al Senado para ocupar el cargo de juez federal de Morón en 1993. Finalmente fue designado juez federal en el Juzgado Federal N» 11 de la Capital, el 1° de mayo de 1994.
Bonadío no le teme a la política. Manejó casos donde el poder lo buscó como interlocutor. En otra década, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo difundió la famosa “servilleta” en la que, según contó, Corach había anotado a los jueces que le eran fieles, entre los que incluyó a Bonadío.
Durante la Alianza, tuvo la causa por las irregularidades del atentado contra la AMIA. En septiembre de 2001, se enfrentó a tiros con dos hombres que habían querido robarle cuando llegaba a una casa ,junto con un amigo, en Florida. Mató a uno de ellos con una arma Glock calibre 40 que portaba.
Bonadio abrió una investigación sobre el camionero Hugo Moyano, un ex aliado del Gobierno, en una causa por irregularidades en la obra social. Tuvo el caso Skanska, sobreseyó a los ex secretarios privados de Kirchner por enriquecimiento, investigó a la ex cúpula montonera y también la represión del 20 de diciembre de 2001, entre otros casos sensibles al poder.
Hay opiniones diversas sobre su actuación judicial: valiente, imprevisible , leal o arbitrario, al punto de que quienes no lo quieren en tribunales lo apodan Luis XIV. De carácter firme, sus colegas le reconocen audacia en sus decisiones que pueden desatar polémicas. Por ejemplo, solicitó la lista de llamadas de un periodista del diario Financial Times, Thomas Catan, que escribió que senadores pidieron coimas a banqueros. Ahora, el día en que se inició la campaña electoral, pidió la primera captura de un ex funcionario kirchnerista. No dudó.