Cuando tenía 7 meses, le colocaron una prótesis que solo se autorizaba a mayores de 1 año. Pudo volver a oír. Había perdido la audición por una meningitis.
Facundo Chávez fue intervenido a los siete meses de edad y se convirtió en el primer bebé en recibir un implante coclear bilateral a tan temprana edad en Latinoamérica. Apenas Noelia dio a luz, Facundo contrajo meningitis, lo que le produjo una sordera completa. Sucede que esta enfermedad tiene un alto riesgo de generar alteraciones en la cóclea. En el caso de Facundo, empezó a “rellenarse de hueso”. Si ese proceso de osificación avanzaba, hubiese sido imposible le colocación del implante. Con el tiempo en contra, la familia de Facundo y un equipo médico aceleraron los trámites porque las normas internacionales no permiten este tipo de intervenciones en menores de un año. Hoy, Facundo está “aprendiendo” a escuchar y podrá vivir una vida normal.
“Estaban por darnos el alta cuando el bebé levantó mucha fiebre. Había nacido hacía 48 horas y lo llevaron de urgencia a neonatología. Nos dijeron que era meningitos y que debía pasar tres semanas internado. La primera fue crítica, porque la bacteria recorría su cuerpo por el torrente sanguíneo”, repasa Noelia, mamá de Facundo, que tiene 29 años, vive en Laferrere y es docente de escuela especial.
El primer milagro es que su hijo pudo recuperarse. Lo que vino después fue una peregrinación por distintos especialistas. En ese largo camino, Noelia intentaba averiguar qué secuelas le habían quedado. Primero descartaron trastornos neurológicos y, después, dificultades en la visión. Hasta que encontraron dónde la meningitis había dejado su huella. El nene padecía de una sordera total post meningitis por neumococo.
“Facundo nació en una familia de músicos, y cuando supe que había perdido la audición pensé que era un castigo. Hasta que repasé esas tres semanas de internación por la meningitis y nada podía ser más grave”, dice Noelia. Facundo tenía tres meses cuando le confirmaron que no escuchaba. Su mamá sospechaba algo: “tenía un sueño muy profundo de noche, ni las bocinas lo despertaban. También le hablábamos alto, y nada”. Facundo solo podía percibir vibraciones –así lo determinaban los estudios–, y nada más.
En ese momento, los especialistas del Hospital Italiano le hablaron de la posibilidad de un implante coclear con el que podría escuchar y, luego de un entrenamiento, poder hablar, comunicarse. Pero también había riesgos. Carlos Boccio, Jefe del Servicio de Otorrinolaringología del hospital, explica: “las cirugías en personas cuyo peso está por debajo de los 10 kilos son complejas, por las pérdidas sanguíneas y la anestesia que debe administrase. La recuperación de Facundo fue fantástica para un procedimiento que no es para nada básico”. Además, hubo que pedirle autorización a la ANMAT que, como se rige por normas internacionales, no hubiese permitido la cirugía si el hospital no acreditaba un equipo médico especializado ni explicaba por qué debía hacerlo rápido.
Un niño con funciones auditivas normales, primero balbucea y luego ensaya un silabeo hasta que reconoce su propio lenguaje y, por repetición, lo incorpora. Con el tiempo, lo hace más fluido y lo complejiza. Ahora, Facundo está entrenando su vía coclear, que debe generar una respuesta en función de la información auditiva que le dan ambos implantes. Los hace a través de juegos, con un fonoaudiólogo.
“Pensaba, también, que a alguien que no escucha hay sentimientos que podés manifestarle, como un abrazo, por ejemplo. Pero nada que tenga que ver con la música.
Hoy las canciones forman parte del entrenamiento, entonces, más que un castigo parece una bendición. Mi hijo, a partir de ahora, tiene posibilidades”, dice su mamá, que hasta que quedó embarazada era cantante en una banda. Un avance es éste: “si él está jugando en su cuna, yo me acerco y la golpeo. Facundo se da vuelta, me mira y sonríe. Eso antes no pasaba”, cuenta Noelia.