La Justicia está investigando varios casos de desvío de cartuchos y municiones que se encontraron en cargamentos despachados hacia Bolivia y algunas ciudades argentinas.
El tráfico ilegal es un problema real. Y a pesar de las medidas que se toman para aumentar los controles, siempre surgen nuevos mercados y modalidades. Tal es el caso, por ejemplo, del desvío de municiones hacia un público que las adquiere y demanda de manera ilegal. Durante el 2012, la Gendarmería Nacional incautó más de un millón de balas y cartuchos que estaban siendo transportadas por organizaciones criminales. Pero la dimensión real de lo que sucede se debe contrastar con la comparación de las 90.000 municiones que secuestraron durante 2011. El crecimiento de este tipo de tráfico generó un alerta especial de los escuadrones de gendarmes desplegados en el norte del país, donde se desarrollan la mayor cantidad de operativos.
Gran parte de los cargamentos se detectó en controles de ruta y fueron descubiertos escondidos de diversas maneras, algo que obliga a los investigadores oficiales a pensar que las organizaciones utilizan las rutas y logísticas del narcotráfico para abrir este negocio.
En su mayoría, son balas calibre 22 y munición de escopetas calibres 20 y 28 milímetros. También hubo operativos en rutas salteñas, donde se incautaron cargamentos que se dirigían hacia Bolivia con la intención de pasar la frontera. Las investigaciones están a cargo del juez federal de Orán, Raúl Reynoso.
Las municiones no estarían destinadas únicamente a Bolivia, donde se generó un importante mercado negro después de la sanción de una ley que puso obstáculos para la compra legal de balas. También se dirigían a Argentina, donde luego de acopiarse se derivan al circuito ilegal. Algunos casos en 2012 mostraron rutas desde el norte del país con destino a Santa Fe. En un procedimiento, se incautaron 310.000 municiones en la ciudad santafesina de Ceres y con destino a Rosario, donde el último año se ha visto un inusitado crecimiento de la violencia y las muertes vinculadas al mundo “narco”. En octubre, otro embarque fue detenido por Gendarmería en Corrientes, pero con destino al sur. Era un cargamento de 938 municiones de calibre 9mm y 7.61; es decir, municiones de armas de guerra.
Se estima que quienes llevan adelante esta actividad no son nuevos en el negocio del contrabando, dado el elaborado reparto de funciones dentro de la banda, lo que los lleva a trabajar como células independientes. Al parecer, podrían vincularse a algunas organizaciones dedicadas al tráfico de precursores químicos; pero cuando empezaron los controles sobre ese rubro, decidieron cambiar.
Las rutas de este nuevo sistema de tráfico convergen en la provincia de Tucumán, donde se realiza el acopio de balas de los contrabandistas de frontera. El control de la comercialización de balas está bajo la órbita del Registro Nacional de Armas (RENAR), con normas que obligan a llevar un control estricto en la cantidad de municiones que son compradas por armerías y particulares. Incluso quienes son usuarios legítimos tienen asignado un cupo de munición, que se certifica mediante la utilización de una tarjeta especial en la que constan anteriores adquisiciones de balas y cartuchos. La información del RENAR indica que, junto con Fabricaciones Militares, destruyeron 1.500.000 municiones durante el último año.
Otra red de este estilo fue desarticulada la semana pasada en Bolivia, destino de varios de los contrabandos de municiones que se han detectado en Argentina. En Santa Cruz de la Sierra, cayó otra banda que acopiaba balas y armas para ser negociadas con la narco-organización brasileña “Primer Comando de la Capital” (PCC), con fuerte influencia en el delito más duro de San Pablo. La carga se transportó por las mismas líneas usadas para el tráfico de drogas.
La aparición del PCC como red narco en expansión regional no es un dato menor, ya que las fuerzas de seguridad argentinas establecieron en los últimos meses intentos de conexiones entre ese grupo y bandas de narcos que operan en la ciudad de Rosario, otro destino de las balas perdidas del control oficial.