Dinamarca, Suiza y Alemania defienden que se confisquen los bienes a los refugiados. Alemania también ‘desvalijará’ a los refugiados, tras Dinamarca y Suiza.
Max Weber, sociólogo alemán, escribió en 1905 un libro titulado La ética protestante y el espíritu del capitalismo en el que analiza la influencia del modo de vida protestante en la constitución del espíritu capitalista. Y de forma tangencial, en las leyes, pues teólogos y juristas coinciden, con matices, en que la Reforma favoreció la evolución del Derecho hacia el individualismo en los países donde esta doctrina y sus variantes habían arraigado: Lutero en Alemania y Dinamarca, Calvino en Suiza.
Tiene explicación teológica, que en esos tres países, por ejemplo, la mendicidad no sólo esté socialmente mal vista en tanto que Dios bendice lo que el hombre consigue en la vida terrenal, sino que esté prohibida por las leyes inspiradas en esa creencia y cuyo espíritu prevalece. En la Europa católica, al contrario, se entiende que el trabajo, el ahorro y el esfuerzo no abren las puertas del paraíso, más bien al contrario, la pobreza es signo de humildad y sencillez.
Dinamarca, Suiza y Alemania, tres países de la protestante y más rica Europa, están procediendo a la confiscación de objetos de valor y dinero a los refugiados porque entienden que es obligación y responsabilidad de todo individuo poner su granito de arena. “Quienes soliciten asilo deben aportar a su manutención, ya sea con un porcentaje de su salario o con joyas de familia, en tanto que la percepción y monto de ayudas sociales depende según la ley, de la situación de cada uno”, explicó el comisionado para Integración del Gobierno, Aydan Özoguz.
Agregó que la medida, además, evita agravios comparativos respecto a los demandantes de las prestaciones Hartz IV, paquete de ayudas a desempleados de larga duración y desfavorecidos establecido en época del ex canciller Gerhard Schroeder.
Dicho en clave teológica, ética de la responsabilidad y leyes que ponen énfasis en la responsabilidad individual para asegurar que todos somos iguales ante la ley.En Dinamarca y Suiza no ha habido protesta social por “el peaje” a los refugiados y es de prever que tampoco la haya en Alemania, aunque llama la atención la discreción con la que en este país se ha estado aplicando esta medida.
Es más, no se tenía conocimiento de ello hasta este miércoles, cuando en entrevista con el diario Bild, el ministro bávaro de Interior, Joachim Hermann, declaró que la confiscación de bienes y objetos de valor a los refugiados se aplica en los estados federados de Baviera y Baden-Wüttemberg desde el pasado año.
“La praxis en Baviera y las leyes federales sobre prestaciones a los demandantes de asilo son similares a las de Suiza. Los refugiados, cuando llegan al centro de acogida, deben mostrar para su inspección sus documentos y todos los objetos de valor y dinero en metálico que lleven encima. Cuando el valor supera los 750 euros, deben entregarlo”, dijo Hermann. También en Baden-Wüttemberg, la Policía está procediendo a requisar objetos de valor y dinero en metálico, aunque en este caso cuando con más “desamor egoísta”, a partir de 350 euros.
No hay datos de cuántos refugiados llegan con dinero y con cuánto, menos aún del monto requisado para las arcas públicas. Pero algo si está claro y es que la confiscación de objetos de valor a los refugiados, aunque evite agravios comparativos respecto a los alemanes dependientes de las ayudas sociales y fomente la “responsabilidad individual”, cierra las puertas al retorno voluntario y por sus propios medios, como están haciendo muchos demandantes de asilo iraquíes. Un millar en los últimos meses.
“Somos un matrimonio joven, llevamos nueve meses viviendo en una nave con cientos de personas, sin intimidad, sin trabajo, sin saber si podremos quedarnos, viendo cómo los ánimos se calientan entre quienes están como nosotros. No podemos más”, explicó el hombre a la ARD.
La pareja, como casi todos los que han decidido regresar al punto del que partieron, se ha financiado los pasajes de avión con la venta de las joyas de ella en una tienda de compra-venta de oro de Berlín que funciona como agencia de viajes. “Más que negociación hay trueque. Piden lo que cuesta el pasaje, unos 235 euros por cabeza”, declaró el responsable de la tienda.