En su reglamento, la Universidad Brigham Young estipula que estudiantes y empleados deben estar bien afeitados. La normativa data de los ‘60 y según un docente ya es tiempo de que sea abolida.
Bajo el eslogan “¡Devuelvan las barbas!”, un profesor emérito de la Universidad Brigham Young, establecida y financiada por la iglesia mormona, lanzó una petición para abolir el reglamento que obliga a estudiantes y empleados a estar bien afeitados.
La prohibición de llevar barbas en el campus de la universidad data de los años 1960, cuando el vello facial y el cabello largo eran asociados a los hippies y a los movimientos contraculturales, incompatibles con los valores de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida como iglesia mormona. El código de vestimenta de la universidad Brigham Young aún carga con los prejuicios de aquella época y estipula que “los hombres deben estar afeitados, no se aceptan barbas”.
En términos de vello facial, sostiene que las patillas son permitidas pero “no pueden extenderse más abajo de los lóbulos o hacia las mejillas”, y los bigotes “deben estar bien delineados y no pueden pasar las comisuras de la boca”. Algunos grupos de estudiantes intentaron sin efecto derogar estas normas, ante las cuales se abrieron pocas excepciones como en casos por motivos religiosos -estudiantes musulmanes, por ejemplo- o por razones médicas.
Warner Woodworth, profesor emérito de la universidad, cree que es hora de acabar con esto, y lanzó a través de la página charge.org una petición para demandar una “política más ética y humana que autorice el uso de barbas en el campus”, tal como la llevan “millones de hombres en el mundo que no pertenecen a la iglesia” mormona. Woodworth argumenta en su petición que “las barbas son claramente proféticas” y “son usadas por los hombres de bien desde los tiempos de Adán”.
“Aunque Joseph Smith, fundador de la iglesia mormona, no conseguía tener una barba grande, la mayoría de sus hermanos dirigentes sí podía y lo hacía”, escribió en su pedido. Hasta el jueves, la petición había recolectado poco más de 700 firmas, una proporción pequeña en consideración a los 36.000 estudiantes inscritos en la universidad.