Agustina Fainguersch creó una aplicación para que la gente pueda hacer exámenes de sangre a otros, con el objetivo es incentivar el chequeo médico.
Los teléfonos celulares cada vez tienen más funciones y ahora es el turno de la medicina. En el medio de esta revolución digital, Agustina Fainguersch, una argentina de 26 años, desarrolló “Muzi”, una aplicación similar a Uber para que la gente pueda hacer exámenes de sangre a otros, con la intención de incentivar los chequeos médicos y mejorar los diagnósticos tempranos.
El proyecto que creó junto a un biólogo sudafricano en Sillicon Valley y presentó la semana pasada en la Feria Mundial de Singularity University busca democratizar y descentralizar los diagnósticos médicos. “Es básicamente un modelo similar a Uber para que la gente pueda hacer diagnósticos médicos de sangre a otro”, explica a LA NACION.
Con esta plataforma, una persona puede solicitar un examen médico mediante la aplicación de su smartphone y un “tester” se acerca al domicilio del usuario y le realiza el chequeo en su casa. Para poder hacer esto, el tester tiene que realizar un entrenamiento en la plataforma del servicio y se le entrega un kit para detectar puerta a puerta las distintas enfermedades.
“Con Muzi intentamos migrar a un sistema médico digitalizado, generar información valiosa para epidemiología, generar empleo y ayudar con predicciones socio-culturales”, cuenta.
Agustina confirma que luego de presentarlo en Silicon Valley, está ultimando detalles para lanzar el producto terminado, tras una prueba con 30 testers en Sudáfrica en enero, donde cuentan con el apoyo de GetHealth, una clínica que va a colaborar con ellos. “El primer lugar donde lo vamos a lanzar va a ser en Sudáfrica. La gente vive lejos de los centros de salud, no tiene un incentivo para hacerse un tipo de diagnóstico y además carga con un estigma social muy pesado”, cuenta Agustina, y agrega. “Los pilotos arrancan en enero y esperan tener 50.000 diagnósticos tempranos de HIV”.
A su vez, remarca la importancia de los diagnósticos tempranos, uno de los principales objetivos de la aplicación. “Lo trágico es que recientes estudios han mostrado que detectar y tratar HIV de forma temprana reducen el riesgo de transmisión en un 96%”, detalla a LA NACION.
Agustina Fainguersch es una ingeniera informática del ITBA y fue la última argentina en participar del Programa GSP de Singularity University, una universidad no tradicional que nació hace seis años en el campus de la NASA, en pleno Silicon Valley, con el objetivo de empoderar a su comunidad de estudiantes con tecnologías exponenciales para resolver los grandes problemas de la humanidad. Fue seleccionada dentro de un grupo de 80 personas de todo el mundo para armar un proyecto que en 10 años logre impactar a más de 1 billón de personas.
Con tan sólo 26 años, no solo participó de esta experiencia en la NASA, sino que fundó Wolox, una empresa de desarrollos tecnológicos, es una de las fundadoras de las comunidades Buenos Aires Tech y Code for Buenos Aires, y embajadora en el país de iniciativas globales como NASA Space App Challenge. Tras conocerse este proyecto, tanto la Universidad de Washington como el Connectivity Lab de Facebook mostraron interés en trabajar con ellos para distintos proyectos.
¿Quién puede sacar sangre?
Los diagnósticos clínicos suelen ser realizados por médicos y enfermeros y a simple vista no parece algo sencillo. Agustina es consciente de esto y aclara lo que van a hacer con Muzi. “Es cierto hay que tener cuidad tratándose de diagnostico de sangre pero lo que hicimos fue arrancar con tests de diagnostico rápido, que en la mayoría de los países ya se puede realizar en el hogar y son fáciles de implementar”.
“En Sudáfrica, nuestros “early adopters” van a ser los enfermeros de estas clínicas GetHealth que hoy ya realizan estos tests en las clínicas con lo cual, lo único que estamos haciendo es que estas personas que ya están autorizadas a hacerlo lo hagan de forma remota y no en lugares centralizados”, explica, y agrega. “La idea es sacar de las clínicas sobre pobladas a la gente que no necesita estar en una clínica”.
Agustina cree que en el país africano no se va a repetir la situación que se vivió en la Argentina con los taxistas, que protestaron de manera contundente a la llegada de Uber, en esta ocasión con los enfermeros. “No creo que haya huelga de enfermeros porque hay tanta necesidad de hacer esto fuera de la clínica que están tan colapsadas que creo que les estás haciendo un bien a todos”, opina.
Su experiencia en Singularity
Singularity University no estaba en los planes de 2016 para Agustina. Aunque conocía el programa hace algunos años y le parecía maravilloso, fue el empujón de un profesor que conoció en Silicon Valley lo que finalmente la motivó a animarse este año. “Siempre tuve expectativas altas de Singularity porque sabía bien lo que era pero cuando finalmente llegué ahí fueron superadas por completo. La dimensión, interacción y el condimento humana que los profesores imprimen sobre materias como robótica, bioquímica o inteligencia artificial es lo que hace que sea un aprendizaje único y creativo”, sostiene.
“Si tengo que describirlo con una palabra, sería ‘intensa’. La experiencia de vivir acá es de lo más inspirador que me pasó en mi vida”, dice Agustina a LA NACION.
Durante el tiempo que estuvo en Silicon Valley, Agustina no sólo se empapó de nuevos conocimientos sino que compartió charlas y almuerzos con las mentes más brillantes del mundo. “Lo mejor es la combinación de vivir en la NASA, estar en Silicon Valley donde las principales eminencias del mundo te dan clases y principalmente, la gente”, sostiene.
“La gente hace que Singularity University sea lo que es. Es increíble el hecho de que cada persona está elegida por alguna razón; el aporte científico, el conocimiento de algún problema, la forma de dar una clase, el valor emocional que aporta. Cada uno tiene un valor infinito, desde tu compañero de banco al profesor a cargo de la materia”.
La argentina resalta la importancia de convivir en ese entorno por las discusiones que surgen una vez que terminan las clases. “Hay problemas en el mundo que no terminás de conocer y entender hasta que no te los cuentan en primera persona y estar ahí te expone a gente que está tratando de solucionar temáticas muy pesadas del mundo, ya sea una crisis energéticas, enfermedades o la oferta de comida en el mundo”, cuenta a LA NACION.
“Más allá de que aprendas un montón,quieren que estés bien vos, que hagas ejercicio, que comas sano. Los lunes no se podía comer carne y al mediodía hacíamos cinco minutos de meditación, que a mí me ayudó un montón. Lo que te suele pasar ahí, la cantidad de información que recibís por minuto es impresionante, te estimula un montón pero te sobrepasa. Llega un momento que necesitas procesar todo lo que aprendes, no tenes tiempo. El programa es súper intensivo, de 8 a 22, después de las diez te quedas haciendo brainstorming, discutiendo, no tenés tiempo para bajar a tierra, para nada. Lo que tratan de hacer es balancear tu bienestar para que no explotes porque si no explotas”.
Agustina sueña poder aplicar todo lo que aprendió en Silicon Valley en la Argentina y espera que alguna vez se pueda replicar este programa en distintas partes del mundo. “Yo ahora estoy dando charlas en la Argentina y voy a seguir trabajando acá. Todos los que estuvimos en Singularity University queremos volcar todo lo que aprendimos en nuestro país”, aclara. Por ahora, continúa con otro proyecto que le asignaron en Singularity University que espera lograr el impacto que sueña.