Gobiernos de todo el mundo alertan de un alarmante incremento de la desinformación en internet durante la grave crisis del coronavirus.
El mensaje se distribuyó e WhatsApp esta semana, alertando de un desembarco militar de Estados Unidos en Europa. «Mientras nos distraemos con el coronavirus, 20.000 soldados estadounidenses están desembarcando en Europa sin que nos enteremos, y no queda nada claro lo que se está tramando», decía. «El fenómeno coronavirus es una herramienta útil para distraer y preparar a una gran parte de los ciudadanos del mundo para algo más importante que debe suceder o que alguien está preparando para hacer que suceda, y que tiene más que ver con una ruptura del sistema geopolítico global, que con encontrar una solución a un virus de la gripe», añadía.
Ese mensaje es un ejemplo más, entre millones, de la ola de desinformación que se ha superpuesto a la pandemia del coronavirus, que a día de ayer contaba a nivel global a 678.720 infectados y 31.734 muertos. Las autoridades a ambos lados del Atlántico, incluidas la Casa Blanca y la Comisión Europea, han alertado en los pasados días de un preocupante aumento de las noticias falsas. Algunos ejemplos son simples engaños que pueden resultar dañinos para la salud, como que beber agua hirivendo protege del contagio. Otros ejemplos son parte de una gran campaña mundial de propaganda que esconde intereses geopolíticos y que sobre todo procede de estados autoritarios que invierten fuertemente en medios estatales como China, Rusia o Irán.
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jourova, ha denunciado abiertamente que «hay actores externos específicos, a saber, Rusia y cada vez más China, que utilizan activamente la desinformación y otras tácticas de injerencia para socavar la democracia europea». Por su parte, la OTAN y EE.UU. ya se enfrentan a la crisis de la desinformación como un desafío de corte militar, creando gabinetes de crisis y desimientiendo ac tivamente las mentiras más peligrosas.
Respecto al ejemplo de WhatsApp, visto antes, como muchos casos de desinformación, contiene algún elemento de verdad. En realidad sí iban a participar 20.000 soldados estadounidenses en un gran ejercicio conocido como Defender Europe 2020, pactado desde hace años por los aliados de la OTAN, incluida España. Su objetivo no era ninguna invasión sino preparar al continente ante una posible agresión externa. Pero desde que se declaró la pandemia de coronavirus esos ejercicios fueron suspendidos y los 6.000 soldados norteamericanos que se habían desplazado a Europa han regresado ya a EE.UU. Mucho antes, los medios de propaganda rusa Sputnik o RT ya denunciaban que el ejercicio Defender Europe era poco más que una provocación.
Otros medios en apariencia privados radicados en territorio ruso, como News Front, han difundido información falsa, como que el virus en realidad fue plantado en China por medio de un consulado estadounidense en la ciudad de Wuhan en el que se hacían pruebas en laboratorios escondidos. De hecho, varios de esos medios publicaron que quienes llevaron el virus fueron 300 soldados norteamericanos que el 19 de octubre visitaron esa ciudad china o para participar en unas Olimpiadas Militares. Dos semanas después se registró allí el primer caso.
Estrategia coordinada
Según un informe interno del Departamento de Estado al que ha tenido acceso ABC, el 20 de enero cuentas rusas en redes sociales comenzaron a compartir de forma coordinada informaciones falsas sobre el coronavirus en varios idiomas, en especial inglés y español. Según Philip Reeker, subsecretario de Estado norteamericano para Europa y Eurasia, «la intención de Rusia es sembrar discordia y socavar las instituciones y alianzas de EE.UU. desde dentro, incluso a través de campañas encubiertas y coercitivas».
Si 2016 fue el año en que Rusia interfirió en el referéndum del Brexit y en las elecciones de EE.UU. con noticias falsas, en 2020 China ha tenido un papel mucho más predominante en la esfera de la desinformación. La diferencia es que el Kremlin dejó la distribución digital de las noticias falsas en manos de empresarios cercanos al Kremlin, como Sergei Prighozin, y en el caso chino, el estado al completo se ha puesto al servicio de una campaña para lavar la imagen del propio país y culpar a EE.UU. de ser el verdadero instigador de esta crisis.
Por ejemplo: el 12 de marzo, el portavoz del ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian, dijo, abiertamente que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades del Gobierno de EE.UU. «ha sido sorprendido». «¿Quién es el paciente cero en EE.UU.? ¿Cuántos infectados hay? ¿Cuáles son los nombres de los hospitales? Puede que el ejército de EE.UU. trajera esta epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan pública su información! ¡Nos deben una explicación!», dijo.
El gran entramado de medios estatales chino, por medio de sus muchas cabeceras en varios idiomas, incluido el español, se hizo eco de esas afirmaciones y de una teoría avanzada por el investigador Zhong Nanshang de que en realidad el coronavirus no había comenzado en China. En las principales redes sociales chinas, como Weibo, comenzaron a proliferar los lemas #VirusJapones #VirusIraní o #VirusItaliano.
Curiosamente, un diario del Partido Comunista, The Global Times, recuperó la teoría de que los soldados estadounidenses que participaron en las Olimpiadas Militares trajeron consigo el virus. Citando a una serie de teóricos de la conspiración y desconocidos profesores de relaciones internacionales, afirmaba que de hecho era un uniformado de EE.UU. que participó en la competición de ciclismo el que había traído la muestra.
Sin embargo, lo que más preocupa a las agencias de inteligencia de EE.UU. ahora es la desinformación dedicada a desestabilizar internamente el país, como sucedió en las elecciones de 2016. Varias cuentas falsas en redes sociales han intentado hacer que cunda el pánico alertando de la movilización de tropas en suelo norteamericano, algo que la ley reserva para casos extremadamente graves como una insurrección. Cuando el domingo pasado Trump ordenó la movilización de la Guardia Nacional (fuerza de reserva estadounidense), numerosos perfiles en Twitter compartieron fotos de tanquetas y tanques afirmando falsamente que correspondían a calles de grandes ciudades norteamericanas como San Diego o Nueva York, junto al lema #MartialLaw, o #LeyMarcial.
Falsos mensajes de WhatsApp, supuestamente escritos por agentes de policía afirmaban tener «información fiable de un jefe de policía de dos condados de Florida de que la Guardia Nacional se va a desplegar en todo el país a las 3.00 de la madrugada del próximo lunes (23 de marzo)». Otros decían provenir del hijo de «alguien que trabaja en seguridad nacional» y alertaban del «despliegue del ejército durante al menos un mes».
Reacción del Pentágono
A diferencia de la gran campaña de desinformación de las elecciones de 2016, en esta ocasión las agencias de inteligencia detectaron el aumento de bulos. El departamento de Seguridad Nacional creó un gabinete de crisis, que ha llamado «Control de Rumores del Coronavirus», cuya misión es detectar todas esas falsedades y desmentirlas. El Pentágono ha hecho lo propio, y ha mantenido una serie de reuniones en las que se ha tomado el problema de la desinformación como una amenaza de corte bélico para el país. Tan en serio se tomó el departamento de Defensa el rumor de la ley marcial que el lunes el jefe del Pentágono, Mark Esper, compareció en una teleconferencia para decir, claramente, «esto no es un movimiento para decretar la ley marcial, como han dicho algunos falsamente».
El general Joseph Lengyel, al mando de la Guardia Nacional, participó el domingo en una conversación telefónica con un reducido grupo de periodistas para asegurar que «no hay nada de cierto en esos rumores».