Una contaminación silenciosa y perjudicial

Además de la conocida contaminación ambiental, que es perjudicial para la salud de cualquier ser humano, existe otro tipo de contaminación: la de residuos tóxicos. Todos nacemos con una carga tóxica y con las posibles secuelas que esto genera en nuestros cuerpos.


compuestos toxicosMiquel Porta, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Barcelona, explica que “en los países industrializados es habitual que una persona acumule en su cuerpo 40, 70 o incluso más agentes tóxicos”.
El experto dirigió un estudio en Cataluña que reveló que el 100% de los catalanes tiene al menos tres compuestos tóxicos persistentes en su organismo y que el 72,5% de la población general catalana acumula 10 o más contaminantes en su cuerpo. “Y eso que solo se analizaron 19 compuestos químicos. Detectamos el pesticida DDT en el 88% de la población, pese a que han pasado 30 años desde que se prohibió en España”, señaló Porta.
Los compuestos tóxicos permanentes son sustancias diseñadas para resistir el paso del tiempo. Pese a que en 2004 se prohibieron los principales organoclorados, los estudios revelan que continúan presentes en el organismo de la población. “Pero no solo tenemos CTP’s”, aclara la doctora Pilar Muñoz Calero, especialista en Medicina Ambiental, presidenta de la Fundación Alborada y aquejada de Sensibilidad Química Múltiple: “si nos hicieran un análisis dirigido a encontrar contaminantes, hallarían en cualquiera de nosotros restos de pesticidas, derivados del benceno, talatos, metales pesados… Un auténtico vertedero. Un paciente muy gracioso me decía, cuando le di los resultados de sus análisis: ‘tengo miedo de que llegue alguien con un imán y me quede pegado a él’. Y otro me decía que tenía ganas de meterse en el contenedor del punto limpio… Es tener sentido del humor ante el drama que estamos viviendo”.
Un equipo de la Universidad de California realizó un estudio buscando contaminantes en mujeres embarazadas y observó que en el 99% de estas mujeres había pesticidas organoclorados, fenoles, hidrocarburos aromáticos policíclicos, perclorato, bifenilos policlorados.
Entre las sustancias presentes en nuestro cuerpo se encuentra una serie de tóxicos, denominados “disruptores endocrinos”, que son capaces de alterar nuestro sistema hormonal. “Están por todas partes. Tenemos, por ejemplo, los retardantes de llama, que se aplican a plásticos para retrasar que ardan, que han llegado a detectarse en los osos del Ártico o en los halcones peregrinos, así que imagínate en nosotros… Y tenemos las dioxinas, los furanos, las hormonas sintéticas empleadas para el engorde del ganado, los fenoles…”, explica Carlos de Prada, autor del libro “Hogar sin tóxicos” (Ediciones I). Los efectos de los disruptores endocrinos son perjudiciales sobre todo durante la gestación y la lactancia: “un adulto se puede exponer a un nivel alto de Bisfenol A, por ejemplo, y no sufrir aparentemente consecuencias; pero esa cantidad le puede crear problemas a un feto o a un lactante. El niño se está gestando en el útero mediante una interacción química hormonal muy compleja entre él y su madre. Si en ese momento tan delicado interfieres, puede haber consecuencias”, señala de Prada.
Para los científicos, estos tóxicos ambientales pueden ser una de las causas de los problemas de infertilidad masculina, ya que según los estudios actúan como falsos estrógenos y así propician niveles demasiado elevados de hormona femenina al feto varón. Los niveles que acumulamos en nuestro organismo ayudan a contraen un cáncer o desarrollan una enfermedad neurodegenerativa, o son infértiles.