Un inmigrante cubano en Alabama y su socio instalarán una planta con un valor de entre 5 y 10 millones de dólares en la isla, un hito en la relación comercial entre ambos países.
Una empresa de tractores con sede en Alabama será la primera fábrica estadounidense en instalarse y operar en Cuba en más de 50 años, a partir de las medidas ejecutivas adoptadas por el Gobierno del presidente Barack Obama para relajar el embargo económico que pesa sobre la isla.
La compañía podrá fabricar legalmente hasta mil tractores pequeños al año y otro equipo pesado en una zona económica especial habilitada por el gobierno cubano para atraer inversión extranjera, informó la semana pasada el Departamento del Tesoro a los socios de la compañía, Horace Clemmons y Saul Berenthal.
Berenthal, de 72 años y que emigró desde Cuba a Estados Unidos con 16 años, explicó que con esta iniciativa, además de hacer negocio, quiere sentirse “orgulloso” de poder contribuir a que los “pueblos de ambos países se acerquen y se conozcan mejor”.
Las autoridades cubanas ya han respaldado el proyecto de forma pública y entusiasta. Los socios esperan tener en marcha la producción de tractores en Cuba para el primer trimestre de 2017.
“Todo el mundo quiere ir a Cuba a vender algo, pero nosotros no intentamos hacer eso. Estudiamos el problema y cómo ayudar a Cuba a resolver los problemas que ellos consideran que son los más importantes de resolver”, dijo Clemmons. “Creemos que ambos ganaremos a largo plazo si hacemos cosas que son beneficiosas para ambos países”, agregó.
La planta, con un valor de entre cinco y 10 millones de dólares, sería la primera inversión corporativa significativa de una empresa de Estados Unidos en territorio cubano desde que Fidel Castro asumió el poder en 1959 y nacionalizó miles de millones de dólares de propiedad privada y corporativa estadounidense.
Esa confiscación provocó un embargo estadounidense sobre Cuba que prohibió prácticamente todas las formas de comercio y que multó a aquellas firmas no estadounidenses con millones de dólares si hacían negocios con la isla.
El permitir que una empresa estadounidense de tractores operara en instalaciones del gobierno cubano habría sido inimaginable antes de que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro declararan el 17 de diciembre de 2014 que restaurarían las relaciones diplomáticas y que actuarían para normalizar el comercio, los viajes y otros aspectos de unos lazos bilaterales que estuvieron rotos durante décadas.
Desde entonces, Obama ha introducido varias excepciones en el embargo a través de acciones ejecutivas, cláusulas que según señala ahora Washington, permiten la manufactura estadounidense en el puerto de Mariel y una zona económica especial situada unos 50 kilómetros al oeste de La Habana. Una excepción permite a las empresas estadounidenses exportar productos que beneficien a agricultores particulares o de cooperativas en Cuba. Berenthal y Clemmons dijeron que sólo venderían al sector privado.
La planta de tractores de Oggun, que lleva el nombre de un dios de la santería afrocubana, ensamblará piezas disponibles de forma comercial para fabricar un tractor de 25 caballos, duradero y de fácil mantenimiento, que se venderá por menos de 10.000 dólares, afirmaron Clemmons y Berenthal.
Los empresarios creen que pueden vender cientos de tractores al año a agricultores cubanos que cuenten con financiamiento de parientes fuera del país o de organizaciones no gubernamentales que intenten ayudar a mejorar la agricultura cubana, que sufre de una baja productividad debido principalmente a un control excesivo de suministros básicos y de los precios por parte de una ineficiente burocracia estatal de planificación central.
Berenthal dijo ser optimista sobre la posibilidad de que también puedan exportar los tractores Oggun a otros países latinoamericanos que tienen poco o ningún arancel sobre productos cubanos, lo que los hará competitivos en precio. Los empresarios esperan obtener un beneficio de entre el 10 y el 20% por cada tractor.
En los primeros tres años del proyecto, Clemmons y Berenthal informaron que exportarían piezas de Estados Unidos para ensamblarlas en Cuba. En algún momento esperan empezar a fabricar muchas de las piezas en la isla. Sus planes incluyen empezar con 30 obreros cubanos y, si todo va según lo previsto, crecer en cinco años hasta tener 300.
Más anuncios
El gobierno de Obama dice estar muy interesado en que la apertura con Cuba sea irreversible para cualquier futuro gobierno norteamericano. Desde principios de año, Estados Unidos y Cuba han hecho una serie de anuncios que parecen tratar de crear una sensación de inercia imparable en su nueva relación.
Cuba anunció el mes pasado que este año aumentará a más del doble el número de puntos de acceso público WiFi a más de 100 en todo el país y que llevará la conexión de internet de banda ancha a un pequeño número de viviendas cubanas, algo que es ilegal actualmente. Obama dijo en 2014 que Castro había prometido aumentar el acceso de los cubanos a Internet como parte del nuevo entendimiento bilateral.
El sábado, Cuba anunció que había devuelto un misil Hellfire estadounidense que, según informó, se envió por error a La Habana desde París en 2014.
110 vuelos diarios
En tanto, Estados Unidos y Cuba darán hoy un nuevo paso en su reaproximación, con la firma de un entendimiento sobre aviación civil que autoriza nada menos que hasta 110 vuelos regulares diarios a La Habana y otros nueve destinos en la isla.
De acuerdo con funcionarios de los departamentos de Estado y de Transportes, las autoridades locales comenzarán de inmediato el proceso de invitación a las empresas aéreas estadounidenses interesadas en operar esas frecuencias, y esperan atribuir los destinos ya en el próximo verano boreal.