A esta modalidad se la denomina “Efecto Wanda”, tras el ataque con alcohol y fuego a principios de 2010 sufrido por Wanda Taddei a manos de su esposo Eduardo Vásquez, el ex baterista de Callejeros.
Se denomina “Efecto Wanda”, porque tras el ataque con alcohol y fuego a principios de 2010 sufrido por Wanda Taddei a manos de su esposo Eduardo Vásquez, el ex baterista de la banda Callejeros, los episodios de violencia de género con características similares se multiplicaron, al punto que desde ese femicidio una mujer muere quemada cada 19 días, en hechos perpetrados en su enorme mayoría por parejas o ex. Así se desprende de las cifras del Observatorio de Femicidios ‘Marisel Zambrano’, organismo de la Casa del Encuentro que desde 2008 realiza un seguimiento pormenorizado de los crímenes de mujeres y niñas en el país, a un promedio de una víctima cada 35 horas bajo las distintas modalidades.
Tras el caso en Santo Tomé, que tuvo como víctima fatal a Inés Dos Santos, el fuego una vez más es motivo de análisis en los crímenes de mujeres que se registran en Argentina. Es que desde el femicidio de Wanda Taddei, ocurrido el 21 de febrero de 2010, en ese año con posterioridad se registraron otros 11 hechos similares; luego se registraron 29 casos en 2011; 19 en 2012 y 17 en 2013, año del último estudio de femicidios, con un total de 76 mujeres asesinadas mediante la utilización de fuego en el ataque machista.
Acerca de lo que denominan ‘el efecto imitación y la impunidad’, las coordinadoras de La Casa del Encuentro, Fabiana Túñez y Ada Rico indicaron que ‘en estos femicidios, con estas mujeres incineradas, desde el asesinato de Wanda Taddei como un efecto espejo, como una seguidilla de casualidades que no son tales, el agresor habla de accidente y todas las familias hablan de antecedentes previos de violencia sexista’. “Dominar, controlar, poseer el cuerpo, la vida, la historia y marcar a fuego el objeto de posesión que es la mujer para el agresor‘, señalaron las expertas como objetivo de los varones violentos. Asimismo, dijeron que hace falta, aún más en la Justicia, ‘saber escuchar los relatos y los antecedentes, entender el circulo de la violencia y sus implicancias individuales y colectivas’.