Ocurrió ayer en La Plata. Los delincuentes entraron a la vivienda cuando su dueño estaba en el trabajo.
Una nueva modalidad ya entró en la tipificación policial. Los “quemacasas” se empezaron a convertir en un híbrido de ladrones que saquean casas desocupadas para luego incendiarlas con el fin de no dejar rastros. Aunque a la vista de otros hechos su actividad no tiene otra explicación más que la malicia más pura.
Luego de que en Punta Lara se registraran cuatro episodios de esta clase en tan sólo 150 metros y en el lapso de un mes, ahora el que sufrió un ataque de estas características fue un joven de la localidad de San Carlos.
Por 41 entre 140 y 141, ayer cerca de las 2 de la madrugada, pasaron por ahí “al menos dos delincuentes”, que detectaron que en una de las casas de la cuadra no había movimientos. Su dueño estaba trabajando en un restaurante cercano y todos los vecinos estaban durmiendo.
En ese marco los vándalos no tuvieron impedimentos para filtrarse en la vivienda y empezar a quemarla. Ninguna de las fuentes consultadas pudo explicar si lo hicieron rociando el lugar con combustible o qué otro método usaron.
EN RUINAS
Desde la subcomisaría La Unión, que tiene jurisdicción en el barrio, explicaron a EL DIA que según los testimonios recibidos “no se trató de un intento de robo, si no de un incendio intencional, de tinte vandálico”.
“Se le quemó toda la casa y por eso perdió varias pertenencias de valor”, siguió ese oficial. Desde la calle podían verse las paredes, mesas y sillas tapadas por las cenizas y algunos materiales carbonizados. Una heladera, un termo y un equipo de DVD también lucían chamuscados.
Para cuando todo eso empezaba a arder, los primeros vecinos en despertarse llamaron a los bomberos, al 911 y al dueño de todo, que tuvo que abandonar su trabajo para ver qué pasaba. “Encima había un perro atado en el fondo, que por suerte se salvó”, aportó una mujer que vive enfrente.
Ayer a la tarde en la cuadra contaron un episodio inédito: “Un hombre que vive al lado se acercó cuando vio todo abierto y preguntó si estaba todo bien. De adentro le contestaron que sí, que no había problemas. Después se dio cuenta de que era uno de los ladrones”.
Ni él ni su presunto acompañante estaban para la llegada de los oficiales. Aparentemente se habrían escapado en moto, aunque ese comentario no fue confirmado por los voceros de la Policía.
El damnificado, de 27 años y empleado gastronómico, dio un breve testimonio a los uniformados de La Unión, en donde anoche aguardaban la ampliación de su declaración para añadir más elementos a la investigación.
El expediente está catalogado como “incendio y otros estragos”. Teniendo en cuenta la preponderancia de este y los otros casos parecidos que hubo en la Región, en la seguidilla interviene con especial atención la fiscalía de turno.