Rolando Goldstein es propietario de una casa que fue demolida por Inspección Municipal bajo orden de Eduardo Bruzzetta, pero sin justificativo alguno y mucho menos notificación previa. Encima denunció que fueron a pedirle “lo que vulgarmente se llama coima”, relató en la 99.9.
El avance de titular de Inspección Municipal, Eduardo Bruzzetta llegó a un punto tal, que aunque parezca increíble terminó con la demolición de una propiedad sin siquiera tener la autorización para hacerlo y mucho menos haberle informado al propietario.
El dueño es Rolando Goldstein que habló en la 99.9 contando incrédulamente lo que había sucedido: “un día me llamaron de Mar del Plata y me dijeron “parece que te están demoliendo la casa”. Le respondí que era imposible, pero me terminaron demoliendo la casa”, señaló.
La historia no terminó allí porque después de haber realizado semejante atropello, encima desde el área de inspección le pidieron una coima. “Me enviaron una persona a nombre de Bruzzeta pidiendo un dinero, lo que vulgarmente se llama coima para no seguir con las actuaciones”, aseguró.
Goldstein está radicado en Buenos Aires y realmente no podía entender lo que estaba sucediendo porque conoció otra ciudad: “me demolieron una casa sin avisarme absolutamente nada. Toda mi vida fui hombre de Mar del Plata y la ciudad me hizo esta jugada. Uno no puede creer que un funcionario se sienta dueño de un municipio y haga lo que hizo Bruzzeta”, señaló.
Incluso se mostró sorprendido por haber recibido a una persona pidiéndole dinero: “estaba en un hotel porque viajé para ver qué había sucedido y se me acercó una persona para pedirme ese dinero. No sé ni como se enteraron que estaba hospedado en ese hotel”, dijo anonadado.
Si bien no tiene su casa en pie, por decantación ahora el municipio tendrá que darle un resarcimiento económico que de todas maneras no compensa la atrocidad realizada. “La intención era transformar ese hogar en esa casa y ahora no puedo dar un número de compensación. Está la parte afectiva, la económica, es algo increíble pero todavía no hice la evaluación”, comentó.
Lejos de ser la ciudad en la cuál veranea hace 25 años, Goldstein no cae a cuenta de lo que le tocó vivir y como una persona puede tomar decisiones tan autoritarias sin ningún reparo. “Cuando no se respetan las indicaciones de la función que uno está cumpliendo, no es sólo un exceso sino un estado dictatorial. No puede decidir que se puede hacer”, concluyó.