Al artículo publicado en el diario La Capital de Mar del plata el 16 de febrero de 2016 y que lleva la firma de Gerardo Gómez Muñoz.
Los horizontes de la emancipación son los de la verdad, en este sentido, si la verdad nos hace libres la mentira nos esclaviza.
Afirmaba John Henry Newman “El presente es un texto, el pasado su interpretación”. Newman es exacto. Sin embargo, las mismas palabras según el contexto, pueden entenderse de manera distinta. A veces proyectamos injustamente sobre el pasado lo que hoy nosotros pensamos o que pretendemos justificar, miramos hacia atrás no para descubrir los valores permanentes sino para confirmar nuestras propias teorías, o para defender lo que hoy a toda costa queremos mostrar.
En este caso no escuchamos dócil y honestamente al pasado, ni nos dejamos iluminar por él, sino que le hacemos decir lo que nosotros querríamos escuchar y lo que en definitiva, oímos, es el eco de nuestras propias reflexiones. El mismo Newman advertía del peligro de “sepultarnos bajo las ilusiones de la historia”.
La historia es una cierta búsqueda de la sabiduría y requiere seriedad.
La recta interpretación debe tener en cuenta la libertad y la dignidad de las personas.
Responder es un deber cuando el engaño daña la convivencia y fomenta la enemistad contra personas o grupo de personas, vincular a los que pertenecieron a Concentración Nacional Universitaria, agrupación política disuelta hace ya algo más de cuarenta años, con hechos de neonazismo ocurridos en Mar del Plata en la actualidad, es una calumnia.
Y se hace culpable de calumnia el que con palabras contrarias a la verdad daña la reputación de otro y da ocasión a juicios falsos con respecto a ellos.
Si el que dice la verdad libera el que miente esclaviza, aliena, destruye la convivencia armónica necesaria para la vida en comunidad.
El periodista que afirma una conexión entre CNU y lo actuado por grupos neonazis se comporta en forma indecente y contraria a la veracidad de la información.
Al formar parte en su momento del Movimiento Justicialista no podría CNU ser incoherente con la doctrina propia que postulaba la superación de todo conflicto de raza o clase, de izquierda o derecha, y se planteaba como una de las alternativas superadoras del capitalismo y del socialismo.
Podrá discutirse el ideario político, pero nadie en su sano juicio puede afirmar que se haya adherido a teorías demenciales de supuestas superioridades raciales ni que se haya hecho uso de símbolos o liturgias propias de la ideología nazi.
La ley 23.592 (Actos discriminatorios) establece penas: “para quienes por cualquier medio alentaren o incitaren a la persecución o el odio contra una persona o grupo de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas”.
En este sentido, el periodista que vincula CNU con los neonazis y el director que alienta su publicación no se diferencian en nada de los autores de la apología del holocausto.
Mario Durquet
Alcaidía Penitenciaria
Batán
Marzo de 2016