El ataque a tiros a un dirigente en Rosario esconde una pelea por “los negocios paralelos” del sindicato; la Justicia investiga nexos con La Plata, donde reinaba el Pata Medina.
La pistola Taurus de Diego, uno de los sicarios, se trabó. Juan Galván estaba tirado en el piso, inmóvil. Regalado. Estaba herido, con dos disparos, uno en el abdomen y otro que había destrozado su tibia. Adelante tenía a un hombre de 35 años que se preparaba para terminar el trabajo que le habían encargado: matarlo. Pero el arma, con numeración limada, obtenida en el mercado negro del barrio La Tablada, falló.
Julio Garcilazo, pariente de Galván, yacía muerto en la calle, donde Axel, el otro sicario, lo había acribillado unos segundos después de que Galván le dijo “andá a ver qué pasa afuera”. Los asesinos a sueldo habían gritado varias veces “Juan”, el nombre del sindicalista. Eran las 2.45 de la madrugada y las calles de Puerto General San Martín estaban desiertas.
Los diez disparos resonaron en el barrio Bella Vista, rodeado de terminales portuarias del complejo agroindustrial sojero, zona donde la Uocra pisa fuerte, con una red de “negocios paralelos” que maneja Galván. Entre ellos, el catering en las obras, como hacía en La Plata Juan Pablo “Pata” Medina, cuya detención, el 26 de septiembre pasado, dio lugar a la intervención de la seccional platense, que está ahora a cargo de Carlos Vergara, jefe del hombre de 53 años que estaba tirado en el piso esperando ser ejecutado el lunes pasado a la madrugada.
La sirena del patrullero del Comando Radioeléctrico salvó al gremialista. Diego y Axel, los dos sicarios, huyeron corriendo de la casa de Uruguay al 2200. Pero cuando salieron a la calle la camioneta roja que los había llevado desde el barrio La Tablada los había abandonado. Fueron atrapados a dos cuadras por la policía, mientras corrían empapados en sudor.
El mismo lunes, Galván fue operado en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Estaba muy grave. Mientras sus familiares esperaban en los pasillos su evolución, uno de los hijos de Galván recibió una misteriosa llamada a su celular. “¿Ya te diste cuenta de lo que le pasó a tu papá? Sabemos que tenés un hijo”, dijo un hombre con voz firme. Minutos después sonó otra vez el teléfono: “Ya te voy a ir a visitar. Y lo que prometo lo cumplo”.
La esposa de Galván había relatado a otros miembros de la Uocra un mensaje que escuchó de boca de los sicarios que provocó preocupación y también sembró dudas. “Dejen de romper las pelotas con La Plata”. Ese mensaje genera incertidumbre sobre si se trata de algo relacionado con la intervención en la delegación platense o si tiene que ver con dinero.
Después de que su hijo recibió las amenazas decidieron omitir esa declaración ante el fiscal Leandro Lucente, a cargo del caso, quien el jueves imputó a los dos detenidos por “homicidio premeditado”. La familia de Galván pidió custodia policial. Vergara, el interventor del gremio en La Plata, también trató de alejar el ataque de la interna gremial, tras concurrir al hospital rodeado de cuatro hombres robustos con remeras de la Uocra.
Los investigadores están convencidos de que se trató de un crimen por encargo, pero aún no hay certezas sobre la motivación del ataque. Los teléfonos celulares secuestrados a los sicarios podrían ser claves para establecer quién contrató a los asesinos a sueldo para ejecutar a Galván, un dirigente que en la zona del cordón agroindustrial del Gran Rosario -de donde salen el 85 por ciento de las exportaciones granarias- se manejaba con aprietes y negocios paralelos a la actividad sindical, similares a los que el Pata Medina armó en La Plata. Otra hipótesis es que la emboscada esté vinculada al narcotráfico.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ordenó que la Policía Federal se haga cargo de la investigación. Consideran que el episodio encierra un hecho muy grave, debido a que se tramó la ejecución de un dirigente gremial. La principal hipótesis apunta a que el ataque está vinculado a la interna que se desató tras la intervención del gremio en La Plata y la detención de Medina, que está procesado por asociación ilícita, extorsión y lavado de activos.
Esa línea de investigación apunta a que los sicarios fueron contratados en Rosario, donde hay mano de obra accesible y a bajo precio debido al know how narco que armaron Los Monos. Por entre 10.000 y 50.000 pesos -de acuerdo con la logística que se tenga que utilizar- se puede mandar a asesinar a alguien.
El ataque a tiros del colaborador del interventor de la Uocra despertó todo tipo de hipótesis en la conducción del sindicato de la construcción. “Es un caso terrible y grave”, dijo a LA NACION Gerardo Martínez, el jefe nacional de la Uocra. Martínez se enteró en Ginebra, Suiza, del ataque a balazos. “Que la Justicia investigue y que juzgue a todos los culpables. Que nadie quede impune”, dijo.
Vergara, el interventor en la seccional donde reinaba el Pata Medina, buscó desvincular al viejo líder, que hoy está preso. “No lo vinculo con el Pata. Para mí está muy lejos de ser así”, dijo el interventor. “Si los detenidos tienen vínculos con Los Monos o Los Gorilas no lo sé. Yo soy de Rosario, vivo allí, pero desconozco la vida de los detenidos”.
Martínez convirtió durante los últimos años a Vergara en uno de los dirigentes más poderosos del interior del país. Maneja las delegaciones de Rosario, San Lorenzo, Cañada de Gómez y El Trébol, en Santa Fe, y desde hace unos meses, las de La Plata y Bahía Blanca.
Hace dos semanas, Martínez designó a Carlos Boer, otro dirigente del riñón de Vergara, en la intervención de la sede de Bahía Blanca, luego de que en enero pasado fueron detenidos 14 dirigentes de la cúpula del sindicato en esa ciudad.
“Esto no es para mí. Tiene alguna otra connotación que desconozco. No tengo guardaespaldas. No voy a estar escondiéndome”, sostuvo el interventor en La Plata, quien advirtió que en esa ciudad “el clima [en la Uocra] se calmó. No hay ataques ni persecuciones. Puede haber a lo sumo un corte de calle o de ruta por una obra nada más”.
“No le están haciendo la vida fácil a la intervención en La Plata. Hay un sector que responde a Medina que quedó en libertad, que son los que sostienen viejas prácticas porque necesitan financiamiento”, dijo una alta fuente de la Justicia Federal. La misma fuente señaló que “los sicarios que les dispararon a Galván y a su cuñado hablaron de plata. Pero aún no está claro si se referían a la ciudad o al dinero”.
El Pata Medina se defendió de las versiones que lo vinculan con el ataque a través de su abogado, César Albarracín: “Es absurdo que se lo quiera vincular. Es una nueva movida para generar presión a la Justicia”.