El ingeniero de la NASA Adam Steltzner fue el responsable de aterrizar con éxito sobre Marte la mayor misión de investigación de la historia.
Cuando el fotógrafo entra y ve a Adam Steltzner (Alameda County, California, EE UU, 1963), se plantea por unos segundos si ha apuntado bien quién era el tipo al que venía a retratar. El ingeniero de la NASA, alto, fornido, con un peinado a lo rockabilly y gestualidad teatral, podría estar preparando un concierto en el Palacio de los Deportes y no una conferencia inspiradora para gente de negocios en el marco del World Business Forum.
Ayer, mientras Steltzner hablaba con este periódico en el Teatro Real de Madrid, la Agencia Espacial Europea (ESA) se preparaba para tratar de posar sobre Marte una nave espacial con la que probar las tecnologías que deberían llevar allí una misión de exploración en 2021. El estadounidense no se atrevía a dar un pronóstico optimista sobre el resultado del intento europeo de conquista marciana. “La mitad de las misiones que lo han intentado han fallado, creo que es un gran reto”, decía. “Nosotros hemos tenido suerte y hemos tenido éxito. Esta noche [por ayer] estaré con los dedos cruzados por nuestros hermanos europeos”, añadía.
Steltzner es, probablemente, la gran autoridad mundial si hablamos de colocar grandes y carísimas máquinas de exploración sobre la superficie marciana. El título se lo ganó en 2012 cuando culminó su trabajo como líder del equipo de ingenieros de la NASA que posó allí, con precisión y suavidad, el rover Curiosity, un aparato que había costado casi 2.000 millones de euros. El sistema de aterrizaje, una apuesta demencial para muchos, nunca se había probado por completo en la Tierra fuera de los simuladores informáticos. Curiosity sigue hoy enviando información e imágenes espectaculares.
Pregunta. EE UU ha demostrado ser mucho más hábil que otras potencias espaciales a la hora de llevar con éxito sus misiones a Marte. ¿Tiene alguna teoría que lo explique?
Respuesta. Creo que tiene que ver con la propia historia de EE UU, que nos hace excepcionalmente capaces como ingenieros. En la cultura estadounidense, valoramos hasta el extremo al individuo y lo que puede aportar. Y no ponemos límites a esa contribución. Eso fomenta la innovación, el desafío al statu quo. Cualquiera puede hacerlo, pero lo tienes que hacer de una manera práctica si quieres tener éxito en la exploración espacial.
La cultura estadounidense se forjó en gran parte durante la expansión de EE UU a lo largo del continente norteamericano. Estabas operando en los bordes de la sociedad, y tenías que ser muy práctico, porque no tenías el tejido social que te protege frente a las malas decisiones. Tienes que elegir con inteligencia. Es una combinación de centrarse en el individuo y también de ser muy práctico, algo que nos hace ingenieros muy capaces. Esa es una de las razones, además de mucha suerte.
P. La última vez que la ESA intentó poner una sonda sobre un cuerpo extraterrestre, en concreto sobre un cometa, no fue exactamente un aterrizaje suave. ¿Qué le pareció?
R. Fue un gran éxito que Philae hiciese contacto con el cometa, pero si hubiese sido mi trabajo, nunca diría que había tenido éxito. Un coche con las ruedas para arriba no es un coche funcional. Aunque hacer lo que se hizo con el presupuesto limitado que Rosetta tenía es bastante impresionante.
P. ¿Ha encontrado algo interesante que hacer en la NASA desde el logro de Curiosity?
R. Queremos regresar a Marte en 2020, con otro rover enorme, como Curiosity, pero esta vez vamos a tomar muestras de una forma muy cuidadosa sobre la superficie de Marte, las vamos a poner en un contenedor especial, muy estéril y herméticamente sellado, y después otra misión llegará y pondrá esos contenedores en órbita alrededor de Marte. Una tercera misión traerá esos trozos de Marte de vuelta a la Tierra. En 2020 comenzaremos esta misión para traer muestras a la Tierra, y soy el ingeniero jefe de esa primera parte del proyecto.
P. ¿A qué lugar del Sistema Solar le gustaría ayudar a llevar una sonda?
R. En mi lista de cosas que hacer, me encantaría colocar una sonda sobre la superficie de Europa, la luna de Júpiter. Tiene una corteza de hielo y un océano subterráneo con más del doble de volumen de agua que todos los mares de la Tierra. Los científicos, amigos míos, astrobiólogos, creen que en esos mares son el sitio donde más probabilidades tenemos de encontrar vida hoy. Me encantaría poner una sonda sobre ese hielo.
Es un reto porque Júpiter es una bestia de planeta, es casi tan grande como una estrella. Produce una intensa radiación que fríe y destruye las naves espaciales. Europa orbita dentro de ese cinturón de radiación, así que para sobrevivir, una nave no puede permanecer durante mucho tiempo sobre su superficie y ni siquiera puede estar en órbita a su alrededor. La misión que lleve un artefacto a la superficie de Europa tienen que orbitar Júpiter y dejarse caer sobre la luna, cartografiándola lentamente, decidiendo dónde dejar caer la sonda y cuándo, y después la tienes que dejar caer y tiene que aterrizar en este superficie tortuosa, rota, fractal, helada. Tiene que aterrizar y llevar a cabo su trabajo en muy pocos días, porque estará siendo abrasada hasta la muerte, bañada en la intensa radiación de Júpiter.
P. ¿Qué piensa sobre los proyectos que se están planeando para llevar humanos a Marte, como el de Elon Musk? ¿Son realistas?
R. Creo que exploramos por algún impulso humano básico. Exploramos como una expresión de nuestra humanidad. Creo que es importante. He pasado mi vida construyendo robots para explorar, pero si la exploración es como creo, una expresión de nuestra humanidad, que los humanos se involucren en eso tiene sentido para mí. Quiero ver humanos sobre Marte, explorando, unos pocos.
¿Que colonicemos Marte? No soy fan de la idea. Creo que la mayor parte de la gente sostiene que deberíamos colonizar Marte porque estamos haciendo la Tierra inhabitable. Eso para mí es absurdo, porque todo el cuidado, la comprensión, la disciplina, o los retos de ingeniería, toda la atención social necesaria para hacer Marte habitable y mantenerlo así, es exactamente lo que necesitamos para mantener la Tierra habitable. Si no podemos hacer eso aquí, no seremos capaces de hacerlo allí.
P. Y a más largo plazo. ¿Seremos capaces de llegar a planetas que orbitan otras estrellas, como Proxima Centauri b, descubierto hace poco?
R. Tengo muy claro que nuestra especie sufre de lo que los financieros pueden llamar riesgo de concentración. Toda nuestra inversión está en este planeta. No tenemos una cartera de inversiones muy diversificada y sería genial cambiar eso en algún momento. El telescopio Kepler, que mira a otras estrellas en busca de otros planetas, ha encontrado miles de planetas alrededor de otras estrellas, muchos de los cuales se encuentran en el espacio habitable, donde puede haber agua líquida. Tenemos alrededor de 20 planetas identificados en nuestro vecindario que podría ser habitables desde ese punto de vista. Pero aún están infinitamente lejos con las tecnologías actuales.
Necesitaríamos miles de años para llegar a esos lugares y no soy capaz de imaginarme un viaje así. Dime qué país ha permanecido estable durante mil años. Y entonces imagina un país dentro de una nave espacial que permanezca estable durante mil o dos mil años y que durante ese tiempo no se maten todos o decidan que no querían ir donde iban cuando partieron.
Lo que no me sorprendería es que algún día sepamos más. El campo de la mecánica cuántica, el entrelazamiento cuántico. Nuestra comprensión básica sobre lo que es el espacio tiempo está subdesarrollado, estamos aprendiendo cosas nuevas y algunas de ellas cambiarán nuestra comprensión sobre las barreras y las distancias en el espacio-tiempo. Según entendemos el espacio y el tiempo hoy, es imposible pensar que seremos capaces de viajar a años luz de distancia, pero de la forma en que lo entenderemos mañana, puede que deje de ser un reto inalcanzable.
P. Usted cuenta que la primera vez que le dedicó un pensamiento serio a la astronomía tenía ya 21 años. ¿Esto es un mito como lo de que Einstein no tenía buenas notas en la escuela? Si es cierto, ¿qué nos dice esto sobre la educación, que sea posible que un talento importante surja tan tarde?
R. Creo que no dice tanto sobre la educación como sobre la importancia de la psique. Ahora soy un matemático relativamente capaz y un ingeniero muy decente, pero no habrías sido capaz de percibir eso en mí cuando era más joven porque, psicológicamente, no era capaz de sacar a la luz esos elementos de mi mismo.
P. Pero usted tuvo la posibilidad de realizar ese cambio, porque su familia le podía ayudar. ¿Sería interesante que los Estados, por ejemplo, planteasen alguna forma de apoyar a personas que pueden desarrollar sus talentos más tarde?
R. Es un planteamiento interesante. He pensado mucho sobre las escuelas, la educación, la enseñanza. En mi experiencia vital, entre los 13 y los casi 23, en todo lo que pensaba era sexo, drogas y rock and roll. Intentar enseñarme algo distinto de eso no daba resultado. Por eso, cuando ya como veinteañero regresé a la escuela, era muy capaz de centrarme, porque sabía lo que quería. Estaba listo. Muchos de mis compatriotas en la universidad no lo estaban. Ellos dijeron entonces, ¡oh, sexo, drogas y rock and roll! ¡Mi madre no está cerca para vigilarme, soy libre por primera vez! Yo había experimentado esa libertad antes.
Eso me ha hecho pensar sobre cuándo los jóvenes, o los humanos en general, estamos listos para entender una serie de cosas. Es interesante preguntarse cuándo estamos listos para aprender qué. Creo que es importante para una nación, una sociedad, ayudar a educar a las personas cuando están listas para aprender.