La NSA habría pinchado la oficina del primer ministro, Shinzo Abe.
Tras Alemania y Francia, ahora Japón. Estados Unidos también habría espiado a ese estrecho aliado, según documentos clasificados publicados este viernes por el portal Wikileaks. La Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas inglesas) pinchó durante años las comunicaciones de la cúpula del Gobierno japonés -incluido el primer ministro Shinzo Abe-, del Banco Central nipón y de grandes empresas.
Según Wikileaks, Washington obtuvo un “conocimiento íntimo de las deliberaciones internas” de Tokio en su relación bilateral con EE UU, asuntos comerciales, y su política nuclear y de lucha contra el cambio climático. El espionaje se inició en el primer mandato de Abe, que comenzó en 2006, e incluyó 35 objetivos, principalmente económicos. Wikileaks no especifica la duración del espionaje.
EE UU compartió alguna de la información obtenida con Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Reino Unido. Esos países anglosajones integran la alianza de los llamados five eyes (cinco ojos), los mayores socios de Washington en asuntos de inteligencia.
Un portavoz del Consejo Nacional de Seguridad Casa Blanca consultado por este periódico declinó valorar el supuesto espionaje. Y se remitió a un comunicado del máximo responsable de las agencias de inteligencia estadounidenses, James Clapper, difundido en septiembre de 2013 tras las filtraciones del exanalista Edward Snowden sobre el escrutinio de la NSA.
“Estados Unidos recolecta [información de] inteligencia extranjera -como muchos otros gobiernos- para reforzar la seguridad de nuestros ciudadanos y proteger nuestros intereses y los de nuestros aliados”, dijo entonces Clapper, que negó que se roben secretos comerciales ni se comparta esa información con empresas.
Las revelaciones de Snowden destaparon la recolección masiva de llamadas telefónicas en EE UU y el espionaje estadounidense a los gobiernos alemán y brasileño, lo que enfureció a esos países y enfrió las relaciones bilaterales. Hace un mes, Wikileaks publicó que la NSA había pinchado el teléfono de los tres últimos presidentes de Francia, lo que indignó a París. De momento, el gobierno japonés no ha valorado la información del supuesto espionaje.
Japón es uno de los principales aliados de EE UU en Asia. Los intercambios diplomáticos, comerciales y de defensa entre ambos países se han multiplicado en las últimas décadas y la relación se ha hecho estrechado ante la cada vez mayor pujanza e influencia de China en la región, informa Xavier Fontdeglòria desde Pekín.
Washington, que recientemente firmó con Tokio una actualización de su alianza militar -la más importante en la región de Asia Pacífico-, ve con buenos ojos el giro hacia un mayor papel del Ejército nipón fuera de sus fronteras planteado por Abe -que volvió a ser primer ministro en 2012- y defiende públicamente la soberanía japonesa sobre las islas Senkaku (también reclamadas por China) al incluirlas bajo el paraguas del Tratado de Seguridad que une ambos países.
Las supuestas prácticas de espionaje, sin embargo, se conocen en un momento crucial en las negociaciones de la Alianza Transpacífica, un acuerdo de libre comercio promovido por EE UU con una decena de países de Asia-Pacífico que se está discutiendo desde hace años y cuyo mayor escollo son las negociaciones con Japón. Uno de los objetivos de Barack Obama antes de terminar su mandato es firmar ese tratado, un paso clave en el giro hacia Asia de su política exterior.
Según Wikileaks, el primer ministro Abe no parece haber sido un objetivo directo del espionaje, pero sí su ministro de Comercio y el gobernador del Banco de Japón. “Demuestra la profundidad del espionaje de EE UU al Gobierno de Japón, indicando que la información se obtenía de numerosos ministerios y oficinas”, asegura el portal que fundó el australiano Julian Assange. También fueron escrutadas las divisiones de gas natural de la empresa Mitsubishi y la de petróleo de Mitsui.
Las revelaciones muestran, además, algunas pinceladas de la trastienda de la relación con Washington. “En estos documentos vemos al Gobierno japonés preocupándose en privado sobre cuánto contar a Estados Unidos para prevenir que se debilite su propuesta de cambio climático o la relación diplomática”, dice Assange en un comunicado.