Viajará a bordo del Saocom 1B; mide 35 metros cuadrados y pesa una tonelada y media.
Hermana melliza de la que fue lanzada al espacio en octubre del año pasado, la gran antena que viajará a bordo del próximo satélite argentino, el Saocom 1B, produce el mismo asombro ante la belleza de su complejidad tecnológica.
“Con la experiencia que ganamos en la primera y los procesos depurados -cuenta desde Córdoba y con inocultable orgullo el ingeniero electrónico Jorge Medina, responsable del instrumento-, pudimos trabajar mucho más rápido. Basta con mencionar que aunque hubo que conectar kilómetros de cables, tuvimos que ajustar apenas cinco milímetros. Ni que hablar de las mediciones radioeléctricas: ¡una maravilla!”.
Esta proeza técnica que solo igualan un grupo de países que pueden contarse con los dedos de una mano (entre los cuales están Japón, Canadá y Alemania) acaba de presentarse en sociedad en el Laboratorio de Integración y Ensayos del Centro Espacial Teófilo Tabanera que la Conae posee en Córdoba.
Diseñada y construida durante más de diez años, como su gemela, la antena del Saocom 1B tiene una superficie de 35 metros cuadrados y pesa 1500 kg. Está compuesta por siete paneles, formados cada uno por un conjunto de 20 miniantenas y equipados con 140 computadoras. Cada módulo es comandado de forma independiente, lo que permite variar el apuntamiento de su haz de forma electrónica hacia la Tierra y que esta matriz funcione como un único dispositivo. Además, ‘ve’ de noche y de día, aunque esté nublado.
“Poder diseñar una antena de este tipo implica desde conocer la matemática hasta ser capaces de hacer un diseño funcional -detalla Medina-. Nosotros no producimos circuitos integrados, pero para fabricar la fibra de carbono de la que está construida se necesitan más de 10 insumos importados que tuvimos que ‘cocinar’ en nuestras autoclaves. También tuvimos que asegurarnos de dotarla de una robustez suficiente como para que soporte el lanzamiento, la radiación solar y las variaciones de temperatura”.
Unos 150 científicos y técnicos de la Conae y de la empresa Veng S.A., más alrededor de 700 contratistas fabricaron y suministraron sus millones de piezas. Destaca Medina: “Conae, la CNEA, Veng, Invap somos generadores de pequeñas industrias de alta tecnología”.
Algunas de sus capacidades son únicas en la flota satelital argentina y en el mundo. Por ejemplo, permitirá generar mapas diarios de humedad del suelo de una resolución espacial y área de cobertura inigualadas. También enviará imágenes para identificar áreas en riesgo de inundación, suelos muy secos en los que pueden iniciarse incendios, zonas vulnerables a enfermedades de los cultivos. Y permitirá estimar la cantidad de agua disponible para riego en la nieve húmeda y elaborar mapas de desplazamiento de glaciares, o de pendientes y alturas, entre otras aplicaciones.
Unidos a los cuatro satélites Cosmo-SkyMed de la Agencia Espacial Italiana, con el Saocom 1B, que se unirá al 1A en el espacio a fin de año, ambos a 650 kilómetros de distancia de la Tierra, se completará la constelación Siasge (Sistema de Satélites Italo-Argentino para Gestión de Emergencias). Este conjunto ofrecerá productos de radar de apertura sintética en las bandas X, L y X+L, una configuración única en el mundo.
La semana próxima, la antena será enviada a Bariloche, donde se unirá a la plataforma de servicios y la electrónica central del radar de apertura sintética (SAR) construidas por Invap, y a los paneles solares fabricados por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Luego, allí mismo, se la someterá a la exhaustiva campaña de ensayos ambientales previa al envío a la base de lanzamiento en Cabo Cañaveral, de donde despegará en un lanzador de la compañía Space X.