Los errores ajenosLas izquierdas latinoamericanas no han resuelto nunca el problema de los pobres y el gobierno municipal está en deuda con seguridad..Sin embargo esta semana…volvieron a ganar.
Tal vez no haya sido el escenario perfecto que pudo imaginar el Intendente Pulti, pero el tiempo le hará entender que terminó resultando aún mejor.
Desde una lectura simplista –de esas que son comunes en la política y el análisis con que convivimos- el jefe comunal debió ceder no tan sólo en varios puntos del proyecto original sino en algo que suele doler aún más en el orgullo mediático
de nuestros protagonistas: abandonar el centro de la escena.
La inteligente jugada del Frente Renovador y su ahora explicitado jefe Javier Faroni tuvo un final redondo, si por “redondez” entendemos algo de lo que el empresario conoce y mucho…las marquesinas.
Mar del Plata tiene policía local porque los seguidores de Massa destrabaron el tema y aparecieron como los únicos que capaces de cambiar un escenario de inmovilidad que ya había entrado de lleno en el ridículo.
Pero además lo hicieron con una carta de presentación que les resuelve parte del camino que estaban obligados a recorrer de acá al día del comicio.
¿Quién puede ahora sostener que Faroni es “sapo de otro pozo” en la vida política?.
702 efectivos policiales circulando por las calles de la ciudad recordarán a cada paso que están ahí por la decisión de los renovadores de patear el tablero del “no porque no” y encaminarse en el terreno de lo posible, mientras sus compañeros del arco opositor se apoltronaban en una negativa vacía de ideas y que se mostraba tan sólo como una estratagema de bajo vuelo para “ganarle” a Pulti.
Y el Intendente, tantas veces acusado por esos mismos opositores de caprichoso y autoritario, supo demostrar en este caso que es capaz de negociar, ceder sin descartar y sobre todo reconocer en el adversario el valor del diálogo político.
Algo que no es moneda corriente en la Argentina actual…pero que va a cotizar por las nubes en la que viene en el corto plazo.
Y es justamente esa Argentina la que Gustavo Pulti quiere seguir caminando desde el sillón de Luro e Hipólito Yrigoyen.
“No entendemos la política como una confrontación sin fin y sin sentido”, podrá decir Faroni de aquí en más.
“Se escuchar al otro y aceptar sus propuestas cuando estas sirven para destrabar un problema”, retrucará entonces Pulti.
¿Y los demás?…¿qué dirán?…¿que podrán mostrar a la gente como aporte a la solución delas cosas?. Probablemente nada, o muchas de esas interpretaciones absurdas que al ciudadano común ya no enamoran como en aquellos tiempos primeros del retorno democrático en el que los discursos encendidos tenían valor porque el sólo hecho de hablar, aunque fuese en demasía, nos mostraba que algo había cambiado en la Argentina.
Pero lo años, las palabras huecas y los problemas acumulados nos enseñaron que la única verdad pasa por generar las situaciones que resuelvan las cosas, se concreten las obras y mejore la calidad de vida del conjunto.
Algo que parecen haber logrado hacer entre el oficialismo y los representantes de una opción opositora que justamente basa su propuesta en la capacidad operativa de su joven líder.
Tenemos policía…pero además tenemos diálogo, que a veces es más necesario y difícil de encontrar.
Cuando con poco se gana
Las izquierdas siguen ganando elecciones más allá de su incapacidad para resolver los problemas de fondo de América Latina.
Dilma y Tabaré ahora, como Evo, Cristina, Maduro o Correa hace poco tiempo, han demostrado que las izquierdas, aún con problemas y desgaste, siguen en posibilidad de alzarse con el triunfo electoral en América Latina.
¿Qué es lo que hace que en una región plagada de incertidumbres, traspasada por una pobreza que lejos de ceder parece hacerse endémica y en la que los gobiernos de signo opuesto parecen lograr un mayor crecimiento y una notoria solidez, el populismo siga siendo un huracán electoral?.
La respuesta es sencilla: los sectores más sumergidos de la sociedad tienen la percepción de que “lo poco” que reciben en materia de asistencialismo es “lo único”que les llegará a ellos de parte de un gobierno.
Las opciones de derecha, siempre hablando del crecimiento, la producción y los derechos ciudadanos no han podido o no han sabido ser creíbles para las mayorías electorales y tampoco lograron aprovechar las pocas oportunidades que estas les dieron en el pasado.
Y ello ocurre porque tampoco han logrado demostrar que representan verdaderas opciones democráticas.
Paul Krugman, economista, divulgador y periodista estadounidense, sostiene que a la derecha política siempre le ha incomodado la democracia.
“Por muy bien que les vaya a los conservadores en las elecciones, por muy generalizado que esté el discurso a favor del libre mercado, siempre hay un trasfondo de miedo a que el populacho vote y ponga en el Gobierno a izquierdistas que cobren impuestos a los ricos, regalen dinero a espuertas a los pobres y destruyan la economía”, sostiene este neo keynesiano singular interpretando algo que cada vez es más evidente.
Todos los países desarrollados han tenido estados de considerable bienestar desde la década de 1940 (estados de bienestar que, inevitablemente, gozan de un mayor respaldo entre los ciudadanos más pobres). Y sin embargo no se ven países que entren en espirales mortales de impuestos y gastos o que terminen avasallando la propiedad privada o estatizando los bienes de producción.
Tal vez la gran lección de América Latina sea entonces que los populismos seguirán vivos y fuertes mientras quienes encarnan la otra vereda ideológica no logren dar garantía al votante de que en función de gobierno intentarán distribuir una riqueza creciente, repartir la renta con equidad y concentrar los mayores esfuerzos en mejorar la calidad de vida de la gente.
Algo que por cierto las izquierdas vernáculas no hacen…pero recitan con buena rima.