Todo aquél que cuente con conexión a internet, puede seguir los incidentes en Venezuela a través de Youtube, donde se va contando cada conflicto y esto repercute en Twitter y Facebook.
Los videos que parecían mostrar a guardias nacionales y grupos de motociclistas tomarse las calles a punta de disparos inundaron las redes sociales. Y con eso se armó el guión de una jornada dramática.
Los videos parecen reales. Todos salieron casi al tiempo, en los lugares donde por otras fuentes se reportaban disparos. Las calles de Caracas parecían inconfundibles. Y, sin embargo, resulta terriblemente difícil saber el origen, el autor y el lugar exacto de producción de los videos, requisitos mínimos para verificar el contenido generado por los usuarios de internet.
Los videos con los que parte de Venezuela está construyendo su historia presente son reales o no según la credibilidad que les dé el espectador.
Apagón informativo
Venezuela vive actualmente un apagón informativo, sobre todo en lo que a video se refiere: los principales canales de televisión han pasado a manos de personas cercanas al oficialismo y lo que se vive en las calles -al menos no en todas- no necesariamente se ve reflejado en la pantalla.
La semana pasada el canal de noticias colombiano NTN24 fue sacado de las oferta de cables por “decisión de Estado”, ya que se consideró que su presentación de las protestas tenía intenciones más allá de lo informativo. Por eso han surgido medios de información alternativos, como la aplicación para teléfonos inteligentes Zello, que permite reportar los eventos irregulares.
También las redes sociales han sido la forma como los venezolanos se informan del paradero de los detenidos y heridos.
“Fue con Twitter que me enteré que mi hermano estaba detenido en (el municipio de) Chacao”, le dijo a BBC Mundo al frente de los tribunales una mujer que pidió omitir su nombre.
Ambos lados de la política venezolana, pues, ven los videos como los quieren ver y los usan para acusar al otro de ser el culpable de los destrozos.
Pero quizá sí haya un elemento en común: que la historia de Venezuela se está escribiendo en YouTube.